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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Los recortes del Gobierno no deberían sorprender a nadie

Por Nacho G.


Las medidas anunciadas por el Gobierno de la Ciudad Autónoma no deberían sorprender a nadie. Si una Administración ingresa menos de lo que gasta y los bancos ya no conceden más crédito, la conclusión es evidente: el Gobierno debe cumplir, en el ejercicio de su responsabilidad pública, los compromisos legales de déficit adquiridos con carácter nacional.

Además, los recortes salariales a los funcionarios es una de las muchas medidas que se están llevando a cabo en toda España, no sólo en Ceuta, medidas de las que no se escapa nadie en este país, empresas públicas y privadas, empleados públicos y privados, pensionistas ... TODOS tenemos que contribuir, TODOS debemos arrimar el hombro y TODOS tenemos que apretarnos el cinturón para que con este dinero se puedan pagar subsidios de desempleo, gastos sociales, disminuir el déficit del Estado y salir de esta situación caótica. Y los FUNCIONARIOS no pueden ser diferentes. Es absolutamente necesario, justo y razonable.

Pero esto no justifica la actitud parcial, incoherente y subjetiva de algunos sectores mediáticos que se dedican a estigmatizar al colectivo funcionarial en el contexto de la crisis económica intentando generar una corriente de opinión injustamente desfavorable contra los trabajadores del sector público. Con el agravante de que al ser unas víctimas selectivas, personas que trabajan para la Administración pública, el resto de la sociedad también las pone en el punto de mira, como parte de la crisis que se le ha venido encima y no como una parte más de quienes la sufren. La bajada salarial y el incremento de jornada de los funcionarios se aplaude de manera inmisericorde. Esta actitud sólo sirve para crispar a un personal que, además de ver cómo se le rebaja su sueldo, tiene que soportar que le estigmaticen como una carga para salir de la crisis.

Injusto y triste, a pesar de que no pocos funcionarios han colaborado durante mucho tiempo a fomentar esta corriente de opinión al considerar la “propiedad” de su plaza en términos patrimoniales y no funcionales y apoyándose en ella para un escaso rendimiento laboral, casi siempre con el beneplácito sindical. Sí, los mismos sindicatos que ahora se rasgan las vestiduras y gritan que “quieren guerra”, pero que han permitido a muchos de sus afiliados comportamientos que debían haber censurado.

Otro debate público, más que comprensible, que se está desarrollando a propósito de la decisión del Gobierno es si en los años anteriores de bonanza, ¿el Gobierno gastó -o como dicen algunos, despilfarró- sin pensar en las futuras vacas flacas de la crisis? Sea cual sea la respuesta que se dé a la pregunta, lo cierto es que concentrar las ideas, las energías y el entusiasmo en la contemplación del pasado no va a conseguir cambiarlo.

En todo caso, los políticos no serían los únicos culpables, si hemos llegado a la situación actual es, en parte, porque en la cultura del país está muy extendida la idea de que lo público no es de nadie. Por eso todo el mundo está encantado de que su ayuntamiento construya nuevas viviendas, nuevos complejos deportivos, nuevos aparcamientos o un campus universitario. Y ello es así porque sólo nos fijamos en el beneficio que se deriva de esas decisiones y no anticipamos el coste que hay que pagar. No nos preocupa de donde saldrá el dinero para financiar estas inversiones ni tampoco cual es su coste de oportunidad, las otras cosas que podíamos haber conseguido en su lugar.

De cualquier forma, lo positivo y fructífero consiste en pensar en cómo se van a plantear los años venideros y en qué recortes habrá que realizar para que el Estado de Bienestar y los servicios sociales básicos no se vean perjudicados. Así, puestos a expresar deseos, me gustaría que el Gobierno de Ceuta no se lanzara a desarrollar grandes obras sin asegurarse de que no van a generar más déficit a futuro. Esa es mi ilusión como ciudadano y la obligación, me parece, de todo gobernante.

La superación de la crisis económica va a exigirnos un esfuerzo colectivo prolongado y firme, esperemos que las enseñanzas obtenidas nos sean útiles para evitar en el futuro los mismos errores.

Necesitamos tener la inteligencia para desprendernos de lo superfluo y centrarnos en los fundamentos de nuestra prosperidad. Abordemos de forma colectiva, las reformas imprescindibles que ayuden a mejorar la productividad de las empresas y las instituciones públicas.

Los diagnósticos ya están hechos, hay que pasar a la acción. Otras veces lo hemos hecho, ahora también lo haremos.
 

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