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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Capacidad de reacción
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Debe ser tristísimo dedicarse a la política por necesidad, porque no se sabe hacer otra cosa. El autor de la frase es Miguel Herrero de Miñón. Político a quien nadie le ha discutido su brillantez y que, según dicen, ha descollado siempre por su efusividad y por ser de conversación animada y chispeante. De Herrero de Miñón se destaca su buen humor y se le reconoce que tiene un saque comparable con el de Mariano Rajoy. Que ya es comer con ganas.

Nunca he tenido el gusto de compartir mesa y mantel con Francisco Márquez; de modo que no sé si come mucho o poco; pero lo que sí me consta es que no se dedica a la política por necesidad. Por lo cual no tiene motivo alguno para sentir esa tristeza a la que se refiere Herrero de Miñón. No hace falta más que adentrarse en su vida académica y laboral para que uno se percate de que está ante una persona muy capacitada. Sumamente capacitada.

No obstante, hace seis días el consejero de Hacienda, portavoz del Gobierno local y diputado del Congreso, habló en conferencia de prensa de modo y manera que sus palabras propiciaron un revuelo enorme entre los funcionarios del Ayuntamiento. Revuelo aprovechado inmediatamente por los delegados sindicales, que para eso están, gusten más o menos, para incitar a los funcionarios a la protesta.

La protesta se ha basado en ocupar los funcionarios espacios del edificio municipal con el fin de abuchear a cuantos diputados accedieran a ellos, y, cómo no, al presidente. Abucheos acompañados de sonidos de silbatos. Pero los sonidos de silbatos no son tan temidos como los abucheos. Puesto que el abucheo zahiere y denosta más que cualquier otra manera de protesta.

Es sabido que toreros y cómicos han temido siempre un abucheo del público. Y qué decir de los oradores cuando han tenido que aguantar lindezas, más dolorosas que los silbidos. Por consiguiente, no me extraña que el abucheo de los funcionarios haya causado entre los políticos desazón suficiente como para que el presidente de la Ciudad decidiera, con gran celeridad, reconducir la situación. A fin de imponer la calma. Y parece ser que lo ha conseguido.

Y lo ha conseguido gracias a que la comparecencia de Francisco Márquez, en esta segunda ocasión, para hablar de recortes, ha sido muy distinta a la primera. En la primera, tal vez el portavoz se dirigió más al oído de los funcionarios que al corazón; sin caer en la cuenta de que todo el mundo tiene corazón y no todo el mundo tiene oído. Y se armó la marimorena.

En cambio, en la segunda comparecencia, Francisco Márquez, en vista de que es persona inteligente, ha sabido enmendar yerros. Y ha prescindido de anunciar condiciones últimas y terminantes que pudieran ser entendidas por los funcionarios como una prueba de intimidación. Y, sobre todo, ha sabido ganarse a los delegados sindicales. Sin renunciar, por supuesto, a proponer los recortes aconsejados por la mala situación económica que se está viviendo desde hace años.

Lo ocurrido le habrá servido al portavoz para comprender que el éxito de cualquier empresa consiste en darle mucha importancia al papel de comunicador. Máxime si se trata de dar malas noticias. En el caso que nos ocupa, cabe decir que Francisco Márquez ha demostrado capacidad de reacción. ¡Albricias!
 

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