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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Los recortes y el “efecto dominó”
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La comparecencia de Francisco Márquez junto a los dos célebres documentos y la enumeración de medidas, una tras otra y sin tomar aliento, sin más explicaciones ni más zarandajas, produjo el lógico “efecto dominó” y a la mañana siguiente ya estaban los sindicatos manifestándose enfurecidos en la puerta del Palacio de la Asamblea. La inquietud y la incertidumbre de los trabajadores de la Ciudad Autónoma se generalizó, demasiada sobrecarga de datos, recortes, absorciones, homogeneización, cantidades a ahorrar, reordenación, reagrupación e infinita sostenibilidad. En resumen, ante la falta de una explicación detallada, ahí no se sabía si se iban a recortar los derechos, si el tema iba de ERE encubierto y las tres grandes centrales sindicales, en una inolvidable cumbre, clamaron al unísono. El “efecto dominó” se propagó con más rapidez que el virus de la gripe y las manifestaciones, pitidos y pancartas subieron de tono, algo natural si se considera que la puesta en marcha de las medidas era una incógnita y los trabajadores estaban asustados. Es cierto que tal vez los sindicatos se fueron “de ligeros” y antes de comenzar las ruidosas protestas podrían haber esperado al viernes para reunirse y aclarar los extremos, un poco extremista el agitar las pancartas por anticipado, aunque eso suele formar parte de la estrategia sindical que consiste en clamar en las calles y escribir en pancartas lo que más tarde van a negociar en torno a una mesa, es una estrategia de talante “anticipativo” y exponen con pitidos lo que más tarde van a debatir con absoluta corrección, pero...

Desde la perspectiva del análisis, la comparecencia del Consejero y su extenuante enumeración fue un cortocircuito, pero lo positivo es que no ha tardado en rectificar y hacer lo que primero tenía que haber hecho: reunirse con los sindicatos para negociar aquellas medidas que han desatado la polémica. Y que ya de antemano se sabía que iban a ser protestadas, a no ser que se explicara con detenimiento su incidencia y repercusión en los derechos de los trabajadores. Y no se trató de alarmismo por parte de los funcionarios, sino que no fue más que el resultado de la falta de una argumentación tan sólida cómo la que fue llevada a cabo ayer, esta vez sin prisas, en plan dialogante y con el deseo común de llegar a un acuerdo ventajoso para las partes.

De hecho, si las medidas hubieran sido desgranadas una por una, de forma relajada, considerando los pros y los contras y alegando sus ventajas, ni se hubiera armado el revuelo sindical y sí se habrían ahorrado muchos pitidos y pancartas. Porque el fondo era-es impecable, pero falló la forma y no había que ser politólogo para estar “a verlas venir” sabiendo la que se iba a armar, porque el mensaje era bastante confuso.

Ahora bien, reunidas las partes y debatidas las cuestiones, el hecho de evitar las jornadas partidas en funciones que pueden ser perfectamente desarrolladas de ocho de la mañana a tres de la tarde, no es más que una gestión normal de los recursos, porque se respetan las jornadas partidas de policía, bomberos, museos, bibliotecas y servicios 24 horas. Vamos, lo normal. Y más normal aún en la situación de necesidad perentoria de rebajar la deuda que estamos viviendo. De haber sido así expuesto esa medida al menos no hubiera dado motivos para protestar. Ni tampoco podrá nadie sensato protestar por homogeneizar los salarios y acabar con agravios comparativos porque las arbitrariedades no están para perpetuarse sino para rectificarse desde el momento en que se es plenamente consciente de su existencia. “A igual función, igual retribución” que es algo consecuente.

Lo mismo que consecuente hubiera sido el anunciar de antemano que el tema de las jornadas partidas evitables va a afectar solamente a 230 personas, es decir, a un 15% y no a un 80% como decían los sindicatos. ¿Se figuran la de berrinches que se podrían haber ahorrado por el solo hecho de argumentar las medidas en condiciones? Exactamente cómo ahora lo está haciendo el Consejero e insistiendo exactamente igual que hizo ayer en que estas medidas pueden ser consideradas circunstanciales y temporales y dependen muy mucho de cómo evolucione la economía a nivel nacional. ¿Y alguien se iba a lanzar a fabricar pancartas ante verdades irrebatibles?

Paco Márquez en su comparecencia de ayer apostó por el diálogo y el buen talante, alabó la receptividad de los sindicatos y se reafirmó en que la sostenibilidad es la que va a garantizar el que no se destruirá jamás empleo público, yendo más lejos a la hora de ofrecerse a reconsiderar algunas medidas como la de retomar las promociones internas puestas en marcha.

Con esta carga argumental sí se puede llegar a un buen acuerdo regulador y que las partes se muestren satisfechas. Lógicamente las reuniones y los encuentros no han terminado y cada uno de ellos se concretizará en la lógica comparecencia de Márquez para dar las explicaciones que se ahorró en un primer momento y que propiciaron el “efecto dominó”. Las propuestas van por buen camino y hablar de “vigencia limitada” de los acuerdos que quedan sujetos a las fluctuaciones de la economía (lógico que para bien) ese mensaje es el toque de esperanza del que estuvo en su día desprovista la enumeración de medidas del Consejero. Hubo cortocircuito, eso es innegable, pero los técnicos han empezado a arreglarlo.
 

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