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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 8 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

En el Año Nuevo de los árboles judíos

Por Nuria de Madariaga


La celebración ‘Tu Bishbat’ corresponde en el calendario judío al Año Nuevo de los árboles y fuimos invitados en la sinagoga a compartir unos instantes llenos de significado. Máxime para quienes no podíamos dejar de recordar que una mujer judía llamada María había participado hace 2012 años en idénticos rituales religiosos y explicados con idénticas frases hebreas. ¿Puede existir un idioma más trascendental y mágico? Ni lo hay ni lo habrá porque es la lengua en la que Dios se dirigió a los hombres y si fue elegida por Él, sobran el resto de las cuestiones.

En el salón del primer piso del templo estaban montadas las mesas con el ágape, el rabino dirigió un sermón explicando el significado del acto y cómo de cada cosecha había de separarse un diezmo. También algo tan interesante cómo aclarar que en las tres primeras cosechas de frutos que de el árbol no se debe comer, tan sólo hay que hacerlo a partir de la cuarta. Y magistral la comparación entre el árbol y el hombre, lo más importante del árbol no son las raíces, ni el tronco, ni las ramas y menos las hojas, lo importante son los frutos que en el hombre son su amor por Dios y por su prójimo, siendo la belleza física un atributo accesorio.

Mis dos compañeras y yo fuimos acogidas en una mesa redonda y Miriam nos iba explicando cada paso de forma detallada y cómo a cada uno de los productos que se encontraban expuestos le correspondía una oración dando las gracias. Así iban el trigo y la cebada en forma de bizcocho, el fruto de la vid, los higos, la granada, el olivo y el fruto de la palmera. Al tratarse de una bendición de las frutas también había plátanos, peras de agua, mandarina, kiwi y todos los frutos de temporada.

Dios, Nuestro Padre creó el cielo y la tierra y gobierna sobre ambos pero ofreció la tierra a los hombres para que vivieran de ella. ¿Vuelta a las raíces? Sí y muy emocionante porque María, Jesús y los apóstoles nacieron y murieron siendo judíos y quienes allí nos encontrábamos disfrutando de la hospitalidad de nuestros anfitriones, teníamos la ocasión y el privilegio de regresar al numen de nuestra religión y asistir a liturgias y ceremonias de hondo significado y que se remontan al principio de los tiempos.

El acto, amen de religioso, trascendía en la poesía implícita de unas oraciones milenarias que forman parte de nuestros arquetipos. Nuestra inmensa gratitud a la Comunidad por habernos permitido compartir unos momentos significativos, donde el fervor y la espiritualidad se palpaban en el ambiente. Gracias y que Dios os bendiga.
 

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