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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los cien días
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cada vez que oigo a miembros del Gobierno actual, a militantes del Partido Popular, o a personas afines a la derecha quejarse de que Mariano Rajoy lleva poco más de un mes gobernando y que ya se le exigen resultados satisfactorios, como si llevase una eternidad en el cargo, me acuerdo, inmediatamente, de esos cien días de tregua que se les concede, por parte de la prensa, a todo gobierno, a partir del día de la toma de posesión.

Conviene decir cuanto antes que la reválida de gestión del gobierno al cabo de los cien días de una toma de posesión nace, por supuesto, por capricho de la prensa, o del llamado cuarto poder, que todavía se nominaba así. Capricho, de invención anglosajona y sin ninguna tradición en las democracias continentales europeas, pero que pronto se vieron contagiadas.

De todos modos, constancia escrita hay que en la restauración de la democracia española, el juicio público de los cien días no había pasado de ser excusa periodística a lo largo de los sucesivos gobiernos de la transición; había sido necesaria la instauración del primer gobierno de izquierdas para que los medios de comunicación, no menos que la derrotada derecha, remitieran desde el primer día hasta los cien simbólicos días su primera exigencia de responsabilidades a la que, desde antes de su nacimiento, tildaron de temible gestión de gobierno.

De manera que no sólo los líderes de los partidos de la oposición, sino la prensa y los medios de comunicación en general, habían emplazado al Gobierno a dar cuentas de la sinceridad y el cumplimiento de sus promesas electorales a los cien días de su constitución. Desde el 30 de octubre en adelante, de 1982, unos y otros, líderes de la oposición y escépticos profesionales de la información no dejaron ni un solo día de recordarle al Gobierno que le pedirían cuentas al cabo de ese trimestre, dando por hecho que sus componentes serían cogidos en paños menores.

Felipe González, sin embargo, aceptó el reto y se presentó en la televisión, para dar cuenta de lo realizado, en esos cien días, y a fe que su Gobierno había tomado medidas impopulares; pero diez millones de votos le otorgaban tamaña confianza. Una confianza que le permitió aguantar que a partir de febrero la ciudad de Sagunto se alzara en pie de guerra por la decisión del Gobierno de cerrar las instalaciones de la cabecera de los altos Hornos del Mediterráneo. La reconversión industrial motivó un rosario de huelgas y las calles de Cádiz, San Fernando, Puerto Real, y El Ferrol se convirtieron en un campo de batalla. Disturbios impopulares de los que salió ilesa la Administración socialista.

Transcurridas tres décadas, de lo contado, se presenta otra situación mucho más dramática que aquella. Una situación ruinosa de la economía mundial y que lleva años haciendo estragos entre los de siempre. Entre quienes viven de su trabajo. Y resulta que en España estamos viviendo la tragedia de tener más de cinco millones de parados. Y lo que te rondaré, morena. Drama causado por banqueros corruptos y políticos conchabados con ellos.

Eso sí, cuando Rajoy salga en televisión, tras los cien primeros días vividos en La Moncloa, puede decirnos, debido a la confianza que le proporciona su mayoría absoluta, que dejar de comer es muy sano. Amén de estupenda solución para poner el déficit en su punto justo. Y hasta puede que nos recuerde que la medida iba en su programa.
 

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