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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

A la atención del nuevo
director provincial del MEC

 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Desde hace años, he venido observando de qué manera eran tratados los directores provinciales del MEC por parte del secretario general de CCOO. Todos ellos sufrieron las críticas acerbas del sindicalista que, a su vez, forma parte del profesorado de la ciudad. Lo cual le permite manejar la situación a su antojo. Ya que juega con una ventaja enorme: muchos son los profesionales de la educación que están afiliados al sindicato en el cual quien ordena y manda es Juan Luis Aróstegui.

El tachar de críticas ásperas y desapacibles las empleadas por Aróstegui contra los directores provinciales del MEC van a permitir, sin duda alguna, que muchas personas puedan decirme que estoy siendo muy benevolente con quien lo que ha venido haciendo es perseguir de manera sañuda a las personas que ocuparon esos cargos.

Leyendo los artículos en los que el sindicalista maltrataba a los directores provinciales del MEC, cada dos por tres, era imposible no darse cuenta de que en ellos primaban la rabia, la inquina y la ojeriza contra ellos. Se veía a la legua que su principal deseo consistía en denostarlos. En ofenderlos. En sambenitarlos. Con el único fin de que perdieran el crédito de los profesionales que estaban bajo su dirección.

Los ‘amigos’ del sindicalista celebraban a veces con él los furibundos ataques que recibían los directores provinciales del MEC. Lo alentaban a continuar ejerciendo esa tiranía. Incluso le recordaban eso tan vulgar de leña al mono hasta que aprenda… Y las carcajadas resonaban fuertemente en las paredes del patio del colegio donde se jugaban el partido de fútbol de cinco contra cinco.

Pedro Gordillo fue, entre los directores provinciales del MEC, quizá el que menos estuvo sometido al vapuleo constante de Aróstegui. No quiso o no pudo el sindicalista cebarse con él. Y aunque muchas han sido las veces que me han soplado algunos motivos para que esa persecución no se produjera, nunca he querido prestar atención a esas confidencias.

Ahora bien, ni imaginarme quiero lo que le tocó vivir a Juan José León Molina; a quien no había día en el cual el sindicalista no tratara de sacarle los colores. Y a quien, cada semana, lo ponía a caer de un burro. Con el único fin de hacerle perder la calma, amargarle la existencia, y así contribuir a que el malhumor se apoderara de él. Y cuando alguien se deja ganar la partida por el malhumor, baja el rendimiento en su trabajo y comienza ya a caminar por la ladera del derrumbe profesional o político.

Más reciente es, pues se puede decir que es cosa de ayer, el ensañamiento al que tuvo sometido a Aquilino Melgar. Raro era el día en que Aróstegui no lo ponía como chupa de dómine. Aquilino, sin embargo, supo combatir su acoso y rastreo con respuestas contundentes y hasta bien escritas.

Hoy he leído que el delegado del Gobierno ha nombrado ya al director provincial del MEC. Se llama Cecilio José Gómez. Y cuentan que tiene un historial académico mareante. Motivo suficiente para despertar la envidia del sindicalista. Y no le arriendo las ganancias. A no ser que CJG venga protegido por toneladas de mala leche. Y las use para cambiarle el paso al enemigo que le espera ya relamiéndose de gusto. Ante la posibilidad de hacerle perder el norte a otro director provincial del MEC. ¿Lo conseguirá?
 

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