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OPINIÓN - VIERNES, 17 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Un ERE con tufillo
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Planeará ya para siempre sobre los Expedientes de Regulación de Empleo la sombra de los ERES de la Junta de Andalucía? Cuando el abuso de una figura jurídica ha tenido resultados especialmente publicitados y escandalosos, el procedimiento administrativo que determina nuestro Derecho Laboral, en este caso el ERE, parece contemplarse siempre a través de la lupa de la sospecha y con una especial cautela. Por más que sea la figura jurídica “estrella” en los tiempos de crisis.

¿Y son los años sucesivos de pérdidas económicas una razón bastante para llevar a cabo un ERE? En efecto, es una causa justa y ajustada a derecho, siempre que sea real y transparente y el único medio factible para remontar la empresa, que de otra forma acabaría en concurso empresarial, es decir, quebrando, con la consiguiente destrucción de todos sus puestos de trabajo.

Buen instrumento jurídico si estuviera siempre bien utilizado y sin sombras de ventajismo o de aprovechamiento, bueno para la empresa y para los empleados con cuya representación legal hay que negociar una vez que se comunique la apertura del procedimiento. Y ahí suelen entrar algunas centrales sindicales que suelen “poner en cuarentena” cualquier despido colectivo, máxime cuando emana un tufillo de falta de consistencia y ni los propios sindicatos ni los trabajadores “se tragan” las causas o motivos alegados por el empresario de turno para llevar a cabo ese ERE que empieza con “e” como el término “escabechina”. De ahí que si existe algún pillo que mal utiliza los ERES se hable de ellos en término de “pillEREas”, pero medios legales existen para indagar e investigar sobre la veracidad de los motivos y los datos en los supuestos de dificultades económicas alegados por un empresario. ¿Pérdidas contables? Resultaría excesivo mandar a llamar a los del Tribunal de Cuentas y a veces los representantes de los sindicatos resultan excesivamente suspicaces en su defensa de los trabajadores.

A no ser que esa suspicacia se justifique con pruebas concretas como las que parece que saldrán a luz en los próximos días y que pueden ser capaces de demostrar y mostrar que la determinada empresa no podía ser legítimamente incluida en ninguno de los supuestos que señalan las leyes.

¿Y es reprobable la desconfianza de muchos ante un ERE? No lo es, porque ni la confianza es digna de elogio ni la desconfianza es merecedora de castigo, no es punible “no fiarse” y esa actitud o la falta de ella pertenecen a la esfera íntima del individuo. ¿Que podría decirse que “llueve sobre mojado” tras el escándalo de los ERES andaluces? ¿Es que “cree el ladrón que todos son de su condición”?

Existirán en efecto pillEREas y ERES estrictamente ajustados a derecho; así mismo encontraremos oscuros trajines como trasfondo de determinados expedientes, mientras que otros serán transparentes y fáciles de constatar. Porque estamos en el país donde siempre se ha postulado con naturalidad que “quien hizo la ley, hizo la trampa” y así son las cosas.
 

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