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OPINIÓN - SÁBADO, 18 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Maldito partido
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Años atrás, ser presidente de la Asociación Deportiva Ceuta consistía en saber manejar bien unas subvenciones apetitosas y en tener tiempo suficiente para dedicárselo al club. Y, desde luego, tampoco estaba de más conocer los entresijos de la categoría. Y, de paso, si se contaba con fortuna propia, miel sobre hojuelas: porque ello permitía al presidente el poder adelantar, si la ocasión lo requería, ciertos dineros, hasta que se pudiera contar con los correspondientes a las subvenciones.

Durante varias temporadas, José Antonio Muñoz dirigió el club con éxito. Negarlo sería de memo a la par que una mentira; ya que los hechos reposan su sueño dorado en la hemeroteca de todos los medios. En una de esas temporadas, hubo un momento crucial que pudo cambiar la historia del club y, desde luego, premiar el saber y la dedicación de quien regía su destino. Qué aficionado no recuerda aquel ya célebre y maldito partido jugado en el campo de Ferrol. Llamado A Malata.

De no haberse producido tamaño robo, tan calculado cual alevoso, seguramente la ADC estaría jugando en Segunda División A. Aquel partido en tierras gallegas dejó secuelas. E influyó muchísimo, naturalmente, en el presidente del club. Quien no daba crédito a lo que era un secreto a voces: persona hubo que actuó de forma sucia en esta ciudad en el preciso momento donde todo parecía que estaba cantado para obtener un ascenso tan buscado como deseado.

A partir de ahí se jugaron otras eliminatorias de ascenso y hasta se consiguió que el Murube fuera escenario de partidos de la Copa del Rey frente a rivales tan extraordinarios que, de no ser por ese motivo, jamás hubieran podido competir oficialmente en Ceuta. Pero José Antonio Muñoz se dio cuenta un día de que al cansancio producido por los problemas deportivos se iban sumando las inconveniencias ocasionadas por las puñaladas traperas habidas entre bastidores para moverle la silla. Y dijo hasta luego.

Ese luego duró su tiempo. Tiempo disfrutado por otros presidentes y otros directivos que estuvieron recibiendo subvenciones cuantiosas. Cuando todavía parecía que nadie quería ver que ya se perfilaba en el horizonte una ruina económica con fuerza suficiente para arrasar con cuantos proyectos se pusieran por delante.

Pues bien, en momentos de crisis, de crisis severa, volvió JAM a querer ser presidente del primer equipo de su tierra. Y lo fue porque así lo quisieron muchísimos firmantes. Y se encontró con que en vez de 1.267.000 euros de subvención, recibidos por la anterior directiva, a él le correspondieron 767.000 en la temporada 2010-2011. Y en la actual, los dineros municipales destinados a la ADC son 400.000 del ala. Rebaja cuantiosa a la que hay que sumar la cantidad que ha dejado de percibir el club por haberse invalidado el acuerdo con RTCE.

Ser presidente de la ADC, desde hace dos temporadas, es para tener ganas de fútbol. Cuando ni siquiera le cabe a éste el desahogo, por razones obvias, de poner el grito en el cielo por no haber dispuesto todavía de la mermada subvención. Por cierto, si Muñoz decidiera dejar la presidencia, a mí me agradaría por dos cosas: una, porque le dedicaría mucho más tiempo a su empresa; y otra, por mi interés en ver cómo afrontaría el trance cualquier tonto con balcón a la calle, convertido en presidente del equipo.
 

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