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OPINIÓN - LUNES, 20 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Nos corren a gorrazos
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Tengo un amigo caballa que acaba de regresar de un viaje de trabajo a la península, y es hoy quien ocupa este espacio con merecimiento, pues es quien suele atinar con sus tiritos en la diana, ya que me recuerda un día sí otro también que no me conviene tomar la vida tan en serio, que me acuerde que somos lo que pensamos. Que por mucho discernir sobre el rumbo de este loco mundo, poco o nada se puede hacer por intentar cambiarlo.

Él, que bien me conoce, me sugiere que salga de paseo con la vida (pero no me aclara cómo se llama esa tal vida, si tiene nombre de flor o de doncella, si es rubia o morena, castaña no que me dan repelús, si guarda medidas 90, 60, 90, ni si está desesperada como yo o es en cambio florecilla silvestre, ay), que baile, que bese, que me relaje, que me divierta. Que…Coño, que sea pelín egoista, vamos.

Me dice que viva feliz, que piense en que cada sesenta segundos que yo pase enojado, angustiado, cabizbajo o con la moral por los suelos, es un minuto de alegría que no volverá. Su mensaje de hoy es claro como que la vida es corta, por eso me pide que rompa las reglas, que perdone rápidamente, que bese suavemente, que abrace mucho, que acaricie aun más, y que ame de verdad, expresando mi amor a las personas, riéndome sin control, y que nunca nunca me arrepienta de hacer sonreír a los que me rodean.

Sostiene mi buen amigo que no tengo que ganar cada discusión, que debo estar de acuerdo en no estar de acuerdo, simplemente. Jo, cuán fácil me lo fia. Ni que fuera tan sencillo. Que ni con este temperamento marchamalero mío (un día aclararé lo del término “marchamalero”) puedo con la camarilla que me rodea, a la que hay que soportar su airada profesionalidad -díme de que presumes y te diré…-, por mucho posturas que uno crea tener de aliado.

Tal es la fuerza del mensaje de mi amigo, que sin palabras me quedé. Qué tipo este viajero trotamundos. Ostras.

Será cosa de intentarlo, de llevarlo a la práctica. Veremos. Hoy es un día bonito para la gente hermosa, que toma la pulsión a la vida. Por ello he decidido respirar profundamente. Eso calma la mente. Supongo.Y de paso elimina todo lo que no sea útil, hermoso o alegre.

Como Melchor allá por donde trisca tiene la costumbre de ir cosechando amistades, pues héte aquí que nos vimos de nuevo en brazos, nunca mejor dicho, del salao del Florencio, quien llenó de júbilo al hoy protagonista y de riquísimos torreznos crujientes y birras a tutiplén a nosotros, compañeros suyos de fatigas y también de vivencias por contar.

Todas hoy no, que se me cansa la vista y luego el doctor Catoira me pone las pilas, por cegato e indisciplinado, alejándome las letricas y los numeritos. Que va a ser el que haga yo si ustedes le largan lo de este artículo. Tengan vista, por favor. Se lo ruego.

Que nos quiten lo bailao. Esos chuletones de ternera de Ávila que no cabían entre pecho y espalda, los entrantes ibéricos que tiraban pa´tras solo de verlos rebosando el platazo, esas cazuelas de barro humeando atestadas de gambas al ajillo, ¡huummm!, como para no chuparse los dedos.

Y cómo no, todo rumbosamente regado con vino de la tierra, de color rojo cereza y de fuerte paladar, casi tan inmenso y sonoro como lo es el brindis postrero por la amistad. Chin chin. Salud y forza …Buen saque tienes amigo, vive Dios.

Pero la vida no es solo jalar, coño. Cumplida la misión encomendada, quedaba tiempo aun para el escarceo, para el ocio y para abrir al mágico encanto de la ciudad de los chulapos nuestros cinco sentidos. Ea. Que merced a la cercanía del hostal que regenta con brillantez propia nuestro amigo del alma Jeremías, a tiro de onda de la Gran Vía, este tipo noble y sencillo como lo son los zamoranos de Sanabria, nos hacía sentir como en casa, lo que es de agradecer doblemente.

Yo no sé si nos bebimos las calles de Madrid, lo que si sé es que aparecieron y sin llamarlos bajo la planta de mis pies esparramaos, unos dolorosos juanetes tras patear las plazas de la Villa y Corte, que corrían bulliciosas de gentío consumista. Aún no se olía la tufarada de la crisis, ahogada en las alcantarillas; sólo emergía la fritanga enharinada de los bocatas de calamares de la antigua Casa Rúa, en los bajos de la Plaza Mayor. Algo es algo.

De aquellos viajes breves pero inolvidables donde se afianzaba la amistad, echa uno de menos a personajes como el “Pescaílla”, el “Topoyiyo”, Emilín “el moro”, etc. Todos terriblemente humanos. Biennacidos. Ángeles de compañía.

Granada a la vista, coronada por la majestuosa y blanca pureza de Sierrra Nevada. Recuerda amigo que prometiste llevar unos dulces de esos famosos de Santa Fé. ¿Qué cómo se llaman? Bizcochos borrachos no, que de esos entiendo yo y mi lengua que se hace almibar solo de pensarlo. Ah sí, piolindos creo.

Osti tú no me lo esperaba. Joder qué gorrazo en salva sea la parte, cagondiez. Vale, son piononos, ¿y qué?

Hay algo que me bulle en la cresta, jodida memoria la mia, que no consigo acertar qué es…Y encima me vence la modorra entre el traqueteo del coche y la cháchara del compañero conductor, que se eleva como el motor en llegando a su destino.

¡Ay, el aceite de Melgarejo del Salus..!

¡¡Frenaaaa Melchor, y da la vuelta rápido o nos corren a gorrazos!! Triste sino este mio.

* Dedicado a mi buen amigo Melchor Pajares Tineo, por los muchos, buenos e irrepetibles momentos vividos, para que se relaje sabiendo que el nota empieza a ver el horizonte claro, vencido el desamor, perdonada la traición, lo que dejó noqueado su corazón, algo menos viajero hoy.
 

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