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OPINIÓN - VIERNES, 2 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cuidado con los propios
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando Rodrigo Rato nos visitó, hace apenas nada, se le rindieron honores desmesurados. Los que jamás han merecido los banqueros y, mucho menos, cuando se tiene la certeza de que ellos son culpables en gran medida de la ruina económica de la que goza medio mundo y parte del otro medio. Nunca antes se había visto tanta demostración de vasallaje en escena, si acaso decidimos olvidarnos de cuando la visita del Rey. Recibimiento fabuloso al que se había hecho acreedor por muchas y variadas razones.

Por cierto, en estos momentos le convendría a don Juan Carlos darse un garbeo por Ceuta para recuperarse de los malos ratos que viene pasando por culpa de Urdangarin. Y es que ni siquiera los grandes hombres pueden librarse de los disgustos que propician yernos, cuñados, primos y otros parentescos de poco fiar. Pues eso, que no tengo la menor duda de que los ceutíes estarían dispuestos a hacerle pasar al Monarca unas horas extraordinarias, con el único deseo de que volviera al Palacio de la Zarzuela henchido de satisfacción y con gozo indescriptible.

El presidente de Bankia, sin embargo, me refiero a Rodrigo Rato, debió regresar a Madrid, a pesar de las muchas cucamonas recibidas en esta tierra, hecho a la idea de que las zalamerías y carantoñas con las cuales fue obsequiado no influirían de ningún modo en el informe negativo de los técnicos especialistas en la concesión de préstamos. Que es la mejor manera que tienen los directivos principales de la cosa para lavarse las manos ante las reclamaciones de los políticos frustrados por semejante desengaño.

El desengaño, según leo, es de aúpa: los dineros que prestará Bankia a la Ciudad no serán los esperados. Bueno, menos da una piedra. Y quien no se consuela es porque es incapaz de echarse dos vasos al coleto acompañado de cualquier aperitivo de los preparados en sitio adecuado.

En sitio adecuado pude enterarme, así como quien no quiere la cosa, de algo relacionado con Francisco Márquez. Nada malo, por supuesto que no. Y sí lo fuera, sepan ustedes que a mí no se me ocurriría decir ni pío. Hasta ahí podía llegar yo. Y mucho menos conociendo la gran amistad que reina entre el hombre que, según él, llegó a la política por casualidad y un Francisco Antonio González que lo hizo por vocación.

Francisco Márquez, según me dijeron, ha sido quien más ha sentido el revés sufrido por el Gobierno por parte de Bankia. Es más, parece ser que él no esperaba esa forma de actuar de RR. Y, claro, se le ha venido el mundo encima. Por razones fáciles de entender.

En fin, que lo que sea sonará y será, al menos, más difundido que la posible venganza perpetrada contra la Asociación Deportiva Ceuta por parte de un árbitro de la tierra: Salvador Alcaraz Yánez; a quien las crónicas del partido del equipo local contra el Lemona culpan de haber hecho todo lo posible para birlarles la victoria a los hombres de Sergio Lobera.

Por todo lo dicho, conviene no fiarse de los propios. Ya que los propios, vaya usted a saber por qué, se suelen comportar peor que los adversarios. Ay, Rato. Ay, García Gaona.
 

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