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OPINIÓN - MARTES, 6 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Jornadas partidas: ¿Prerrogativas o derechos adquiridos?
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La eliminación de las jornadas partidas y especiales que afectará a más de 200 trabajadores de la Ciudad Autónoma es uno de los puntos más conflictivos dentro de las negociaciones iniciadas entre el Ejecutivo y las centrales sindicales entorno al proyecto de Relación de Puestos de Trabajo (RPT). Curiosamente, tanto unos como otros centran el debate en el aspecto estrictamente económico; el Gobierno alega la necesidad de llevar a cabo determinados “recortes para acomodarnos a los muy difíciles tiempos que vivimos”, mientras sindicatos y trabajadores defienden que no les “toquen nuestro dinero y la comida de nuestras familias” .

Nadie parece querer entrar en lo que debería ser el verdadero debate: ¿Son necesarias las jornadas partidas que se van a eliminar? Para el Gobierno de Vivas, reconocer que no son necesarias sería admitir que lleva muchos años prevaricando, mientras que para sindicatos y trabajadores es imposible encontrar una sola razón de peso para justificar la necesidad de mantenerlas, porque no existe.

En este respecto, empresas del sector como Randstad han aportado estudios que indican el aumento de productividad en los trabajos de jornada intensiva. Pero quizás la aportación más contundente sobre la conveniencia de aplicar la jornada laboral continua viene de la mano de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que ha elaborado un decálogo que explica que “la productividad no sólo no desciende con esta clase de medidas, sino que se ve incrementada” pues:

1. Aumenta la motivación. La jornada continua tiene una incidencia directa en la motivación de sus empleados. Están más satisfechos, más felices y con mejor disposición para el trabajo gracias a que tienen tiempo para dedicarlo a su vida personal y a su familia.

2. Fortalece la identificación con el proyecto y con la empresa. Los empleados satisfechos se identificarán con mayor facilidad con una empresa que tiene en cuenta sus necesidades y sus circunstancias personales, que les deja tiempo para atender esas cuestiones.

3. Reduce el estrés. El estrés acumulado repercute negativamente en el rendimiento de los trabajadores, además esto se une a la angustia que les produce el hecho de que las largas jornadas de trabajo les impide dedicar tiempo a la atención de la familia, la preparación de las vacaciones, las compras y las obligaciones cotidianas.

4. Estimula la optimización del tiempo. Al disponer de un menor número de horas para realizar las mismas tareas que antes distribuía a lo largo de una jornada completa, los empleados aprenden a optimizar sus horas de trabajo, a ser más eficaces y resolutivos en la realización de sus labores profesionales diarias.

5. Enseña a planificarse. Sin una buena planificación, la optimización del tiempo es una tarea imposible. Los empleados se verán obligados a aprender a planificar sus jornadas de trabajo con suficiente antelación, por medio de reuniones de trabajo operativas que les permitan distribuir sus tiempos a lo largo de la semana.

6. Permite el aprendizaje y el trabajo en equipo. El verano es también el periodo vacacional para muchos trabajadores, algo que obliga a los que todavía no se han ido a implicarse más en las tareas y responsabilidades de los compañeros ausentes, algo que sería muy difícil llevar a cabo en un ambiente de insatisfacción laboral.

7. Mejora el descanso. La jornada reducida permite que el trabajador sufra un menor nivel de desgaste físico y psíquico. Llega a casa más fresco, a una hora que le permite disponer de tiempo suficiente para su ocio y su familia sin tener que trasnochar, y se acuesta antes, con menos preocupaciones y con menor sensación de agotamiento. Todo ello hace que llegue menos cansado al trabajo y en mejores condiciones para trabajar.

8. Facilita la desconexión. Salir a una hora razonable de trabajar permite a la persona desconectar por unas horas de las preocupaciones laborales. Algo que sería muy difícil hacer si la jornada que comienza se vive como una continuación de la anterior porque se ha salido muy tarde y apenas le ha dado tiempo para cenar con la familia y acostarse. Un tiempo de ocio de calidad es esencial para liberar la mente y dejarla limpia y lista para una nueva jornada de trabajo productiva.

9. Explora nuevas facetas. Facetas de la personalidad del trabajador que más tarde pueden tener una incidencia directa en su trabajo. Desde cursos de formación que ahora tiene tiempo para realizar, hasta aspectos de desarrollo personal de cada uno de los trabajadores que, aprovechando que tienen más tiempo y están más relajados, pueden activarse o desarrollarse.

10. Incrementa la productividad. La productividad de los trabajadores se ve incrementada de manera significativa, algo de lo que se benefician tanto él como su empresa, y que viene a probar la rentabilidad de la implantación de medidas de la conciliación y horarios racionales.

Sorprende por tanto la falta de claridad y valentía por parte del Gobierno de la Ciudad para reconocer que en tiempos de bonanza las prerrogativas son muchas, y la insolidaridad de los sindicatos por su empeño en mantener los derechos “adquiridos” sin entender que en épocas de escasez el esfuerzo ha de ser común, ya lo dijo Dolores de Cospedal “Toca apretarse el cinturón”.

Y no se esperaba el que los sindicatos obstaculizaran las medidas sino que, por decencia, las apoyaran sin fisuras, supongo que habíamos olvidado la vieja estrategia de la izquierda de tratar de ganar en las calles lo que no son capaces de ganar en las urnas.

Los 11.600.000 pobres protestan porque no tienen que comer, los 5.000.000 de parados porque quieren trabajar y no tienen donde y los sindicatos no son capaces de asumir la postura llena de dignidad moral de hacer que los afortunados que no se van a ver en las colas de los comedores de Cáritas, comprendan que a ellos les pueden recortar “algo” pero que a millones de españoles nada se les puede recortar porque nada poseen.

No se puede ser insolidario, ni irreal, ni frívolo y menos aún ser marionetas de las consignas políticas de las centrales sindicales, es en los momentos de crisis donde ha de darse la talla. Siempre que se tenga talla, por supuesto.
 

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