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OPINIÓN - JUEVES, 15 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Etopeya de Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Once años son los que lleva ya Juan Jesús Vivas Lara como alcalde de esta ciudad. Llegó a la alcaldía por un voto de censura. Pero a partir de ahí ganó tres elecciones por mayoría absoluta. Sería absurdo negar el desgaste que le viene causando el poder continuado, lógico en todos los sentidos, por más que se dé por hecho que el deterioro político se ensaña más con quienes están en la oposición.

La crisis que estamos viviendo y las medidas que se ve obligado a tomar el alcalde, lo han situado en el centro de la diana de las protestas. Y nos está permitiendo observar cómo los desafectos van surgiendo. Lo cual tampoco debe causar extrañeza a nadie. Y mucho menos a él. Gobernante ya curtido y sabedor de que la ruina económica produce tanta desazón entre el personal como para que se le desate la lengua.

No obstante, desde hace varios meses, yo he venido palpando en la calle el sentir de mucha gente. Y lo he hecho poniendo oído a las conversaciones sobre Vivas, en bastantes ocasiones; en otras, metiendo yo baza en mis reuniones, y últimamente, debido a que es el centro de atención de todas las conversaciones, confieso estar en condiciones de airear el resumen de cuanto he oído. El resumen es una especie de etopeya, basada en el parecer de muchas personas. Vayamos al grano.

Juan Vivas es educado, agradable, simpático, moderado, prudente, aparentemente agradecido, y le reconocen una habilidad notable en el manejo de la ambigüedad, para no dar a nadie cobijo definitivo en lo que podríamos llamar su confianza. Sabe, además, que en la vida no se logran las aspiraciones empleándose en línea recta. Eso sí, tener cara de buena persona le ayuda mucho a vender muy bien lo que sabe.

La gente que le profesa afecto y admiración, que sigue siendo mucha, aunque ahora no saquen pecho, quedaría desencantada si viese a Vivas gritando como un poseso, con los papeles cambiados. Esa gente es, sin duda, una mayoría de ceutíes que lo ha aceptado por creer a pies juntillas que está revestido de incuestionables valores. Semejante crédito popular, dicen sus más conspicuos seguidores, se ha convertido en un muro contra el cual se irán estrellando los adversarios. Incluso en tiempos tan revueltos prevalecen las opiniones acerca de que el presidente Vivas está apartado de cualquier tipo de corrupción.

Tampoco podemos negar que hay personas que lo ven más o menos así: Juan Vivas practica de forma virtuosa la política-espectáculo que consiste en estar en todos los sitios donde hay cámaras. Es listo pero se adorna demasiado en la faena hasta llegar a ser cargante. Y hasta creen que ese exceso de barroquismo le pierde. En lo tocante a sus ambiciones, alguien muy cercano a él, en conversación reciente, fue capaz, confiando en mi discreción, de decirme lo siguiente: “Sabe disimularlas. Lo cual es un gran acierto en una España donde cualquier aspiración debe conseguirse mediante el disfraz de la virtud”.

Así (dado que el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, anuncia que dentro de dos años España será otra vez una nación boyante en lo económico), Juan Vivas, según la etopeya, volverá a ganar las elecciones de calle. Siempre y cuando los suyos le pidan que se presente. Y los suyos lo tienen claro…
 

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