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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

La Casa Grande
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Tres años estuve yo trabajando en el Instituto Municipal de Deportes, desde hace ya cierto tiempo llamado Instituto Ceutí de Deportes. Concretamente desde septiembre de 1987 a febrero de 1990. Fui director de una Escuela de Fútbol y supervisor de cuanto aconteciera en ese organismo. En realidad, mi misión consistía en descubrir irregularidades y ponerlas en conocimiento de Juan Vivas. Quien, aposentado en su despacho de Procesa, tomaba notas de las mismas.

Durante ese tiempo tuve la oportunidad de aprender cómo funcionaba la Casa Grande. Y también presencié cómo los políticos acudían al despacho de Juan Vivas con el único fin de que éste les asesorara de los cometidos de sus respectivas consejerías. Debido a que, casi todos, por no decir todos, carecían de conocimientos suficientes al respecto.

Chaves, Montero, Vázquez, Aróstegui y los demás concejales acudían prestos al despacho de un funcionario que les daba jarilla en todos los sentidos y los convertía en acérrimos defensores de su forma de ser.

Parecía que Juan Vivas los encantaba. De tal manera que un día alguien llegó a decirme que si yo no notaba que los concejales salían del despacho de Procesa convencidos de que sabían más que Lepe, Lepijo y su hijo, gracias a los consejos y asesoramientos del director de la sociedad municipal.

De Juan Vivas debo decir que es la persona que más conocimientos tiene del Ayuntamiento. De sus funcionarios. De los políticos. Y de cuanto ha sucedido y sucede en ese edificio del cual nunca ha dejado él de decir que quien se pone en su contra, en contra de la Casa Grande, como a él le gusta nominarla, más le valdría coger el primer barco. Y a fe que no miento.

Los funcionarios que están luchando junto con los sindicatos, en defensa de sus honorarios, saben perfectamente que el final de la historia radica en que Vivas se siente con ellos a dialogar. Porque están convencidos de que entonces se hará la luz y todo acabará entre palmeteos de espalda y algún que otro aupa Vivas. Porque en el fondo lo que los funcionarios desean, por encima de cualquier otra cosa, es que el presidente de la Ciudad se digne a bajar al ruedo de la disputa y comparta con ellos las discusiones relacionadas con unos recortes de emolumentos extras que ya dan por perdidos.

A los funcionarios los que les desagrada en extremo es tener que entenderse con personas que a ellos no les hace tilín. Personas a las que, por más que hayan sido votadas por ir en una lista de un partido, apenas prestan atención. Una situación que Juan Vivas, cuya astucia está fuera de toda duda, conoce a la perfección. Y por ello, uno está convencido de que todo terminará entre risas y parabienes.

Por tal motivo, cabe decir, porque creo que viene a cuento, que si Susana Román Bernet, consejera de Juventud, Deportes y Menores, conociera a Juan Vivas como yo, seguramente sería más precavida. Más prudente. Menos dada a propalar asuntos que deben resolverse entre bastidores. De no ser así, o sea, de afanarse por ser noticia, le auguro reveses. Y aquí estaremos para contárselos a nuestros lectores.
 

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