PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 19 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

¿Matar es un derecho?
¿Y qué creencia lo permite?

 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Lógicamente me cuesta analizar lo que no puedo comprender y tengo que confesar que nunca he logrado superar el horror que me provoca la izquierda cuando hace del “derecho al aborto” una especie de sanguinolienta bandera para defender los derechos de la mujer, porque ninguna mujer puede considerar el hecho de quitar la vida como un “derecho”. Y mucho menos hoy en día. Porque no hay excusas, al menos en nuestra sociedad no las hay.

Si algo nos sobra es información sobre métodos anticonceptivos, nadie puede ya alegar desinformación ni ignorancia y menos aún no estar al día en cuanto a planificación familiar. El preservativo existe y se puede solicitar en innumerables centros, pero si el varón es un troglodita y pese a los riesgos, prefiere “ir a pelo”, la píldora anticonceptiva se dispensa con libertad, el DIU se implanta en los centros de salud, existe la píldora del día después, en una palabra: todos los métodos para que no existan riesgos están al alcance de todos, para poder “retozar” sin consecuencias indeseadas. Hasta el más temprano de los adolescente conoce lo que es “tomar precauciones” y la sociedad exige de los padres el que informen adecuadamente a sus hijos y les adviertan.

No estamos precisamente en oscuras épocas pretéritas en las que, por considerarlo “tabú” el tema del sexo era poco menos que un gran desconocido y siempre bajo la sombra del “pecado” y los padres ofertaban la virginidad de sus hijas como una especie de “joya de la familia”. De hecho la hija podía ser perversa, mentirosa, cruel, ignorante o brutal porque mientras fuera virgen era “buena”. Anacronismos de tiempos duros en los que convenía tener a la mujer “atocinada” pero desde entonces ha llovido a cántaros y se ha avanzado a pasos agigantados en lo relativo a la igualdad, al menos en ciertos aspectos, porque aún quedan antiguos modelos de educación que hay que superar, bien de manera natural y voluntario de manos de la educación y la cultura, bien por medio de leyes y de castigos proverbiales.

Pero en lo relativo al derecho prácticamente ilimitado al aborto que hemos venido teniendo, ni es un avance en los derechos de la mujer, ni es otra cosa que “premiar” comportamientos irresponsables. No estoy hablando por supuesto de los casos espantosos de embarazos frutos de violaciones o de relaciones forzadas, que constituyen una excepción. Sino de embarazos por no haber puesto los medios adecuados sin que valgan excusas porque las féminas tienen hoy suficiente formación cómo para saber lo que hacen y cómo lo hacen, siendo para muchos el recurso a abortar la definitiva victoria del varón sobre la hembra.

El trauma, la intervención quirúrgica y la amargura de la vicisitud para la madre, el padre queda exento de pasar por la mesa de operaciones y ni tan siquiera se le pena con una multa, ni tiene la obligación de indemnizar a la embarazada por el trauma. Nada, ellos exentos y la madre a que le trituren el feto en la barriga con una aspiradora, un trago de hiel y de acíbar.

Innecesario a no ser que la vida de la madre corra peligro o que el feto venga con graves malformaciones congénitas. Innecesario porque el Estado tiene que reforzar íntegramente los mecanismos para proteger a sus ciudadanos y el nasciturus lo es, pero si el Estado quiere que nazca pese a la oposición de la madre que no lo desea, siempre se pueden aplicar incentivos económicos para que lleve a fin la gestación y el niño en adopción a los miles de buenísimas familias que anhelan adoptar. Familias que sí desean un niño o una niña, que le van a recibir con los brazos abiertos y que van a cumplir religiosamente el primer y segundo de los derechos de todo ser humano que viene al mundo: 1º.- El derecho a que le amen, se lo demuestren y se lo manifiesten. 2º El derecho a ser feliz. Y si la aspirante al aborto es persona, mil veces dejar a un niño en manos amorosas que acabar con él. De hecho en mi profesión he conocido a muchos padres a quien no les hubiera confiado ni el cuidado de mi mascota durante unas horas así que no digamos el hacerles responsables de la vida de otro ser humano. “Algo” falló en la Creación cuando se requieren un permiso y unas capacidades para conducir y no se requiere lo mismo para concebir. Porque no es justo. No es justo para el ser humano que viene al mundo hacerlo con el handicap de unos malos padres. Valga este análisis como homenaje emocionado a todos los médicos del Ingesa que se niegan a practicar abortos, porque tanto su moral, su condición humana y el juramento hipocrático se lo impiden. Valga así mismo cómo recordatorio de lo mucho que hemos de avanzar en el tema de los derechos de la mujer y del niño, porque estamos en mantillas.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto