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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 21 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Melilla
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando los años cincuenta estaban tocando a su fin, yo tenía la edad en la boca y navegaba hacia Melilla en un barco que capeaba el temporal dando tumbos. Me pasé parte de la travesía en la borda para ver si el aire era capaz de evitarme el mareo. Todo un trastorno acompañado de vértigos, sudoración, vómitos, etcétera.

Llegué a Melilla hecho un guiñapo. No podía con mi alma. Ni yo ni ningún componente del Atlético Cordobés. Equipo de fútbol que acudía a la ciudad casi insular, para enfrentarse al conjunto de la tierra. Recuerdo que me tocó dormir la borrachera propiciada por los tumbos de un buque que parecía disfrutar con sus vaivenes. Ya de proa a popa, ya de babor a estribor.

En cuanto pude recuperarme del enorme malestar que me había causado la travesía, salí a pasear por Melilla. Y descubrí una ciudad modernista donde lo militar primaba por encima de todo y en la cual había un ambiente extraordinario que se acumulaba en los alrededores de una cafetería llamada California.

En aquella ocasión, a pesar de perder el partido, debido a que el Melilla contaba con un delantero magnífico, llamado Lizani, nacido en Córdoba, regresé a la península con el convencimiento de que había estado en una ciudad preciosa y que estaba llamada a evolucionar

Mucho tiempo después, volví a Melilla y la hallé mejorada en todos los sentidos. Mejora que, indudablemente, habrá ido aumentando con el paso de los años. Ya que la última vez que estuve allí fue cuando alboreaban los años setenta.

Melilla contaba con una ventaja respecto a otras ciudades. Y era la de haberse modernizado entre finales del siglo XIX y principios del XX; por tal motivo han podido sus autoridades permitirse el lujo de no hacer gastos innecesarios en obras urbanas. Gastos que, además, les hubieran obligado a entramparse. Lo cual hubiera sido un lastre económico en los tiempos que corren.

Guillermo Martínez, portavoz del gobierno ceutí, dijo días atrás que si Melilla estaba menos entrampada que Ceuta era porque aquí se habían acometido más obras con el fin de embellecer la ciudad. Y, claro está, sus palabras causaron malestar en Melilla. Donde GM fue nacido.

Tan mal cayeron las declaraciones de Martínez en Melilla, como para que tanto Conesa, portavoz del gobierno melillense, como el propio presidente Juan José Imbroda, salieran a la palestra para decirle cuatro cosas al portavoz ceutí. Sin ánimo de hacer sangre. Aunque sus respuestas estaban repletas de desencuentro.

Pues bien, cuando parecía que la actitud de Martínez había enturbiado las relaciones entre ambas ciudades, Juan Vivas ha intentado terciar en el asunto. Y lo ha hecho sin escatimar elogios a la labor desarrollada por el equipo de gobierno que preside Imbroda. Con el fin de que los melillenses no se sientan ofendidos.

Juan Vivas parece que está destinado, últimamente, a enmendar errores de sus consejeros. Y si bien no lo hizo con Susana Román, cuando ésta dio rienda suelta a su lengua sobre la directiva de la ADC, ahora sí lo ha hecho con lo declarado por su portavoz. Aunque en esta ocasión, uno tiene la sensación de que ha actuado como policía bueno frente al malo. Que no es otro que, por necesidad, su portavoz. Nada que tenga importancia.
 

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