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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El silencio de Caballas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mohamed Alí, quien, al fin, ha conseguido encontrar su rincón de seguridad, debido a que se siente protegido por Juan Luis Aróstegui, vive sus mejores momentos como político. Su felicidad, la de Alí, radica en que tiene asumido que el secretario general de COOO es el tío más inteligente de Ceuta y del mundo mundial.

Cuando Alí oye hablar al jefe de su partido, se le cae la baba. Se ensimisma, asciende en los aires, en una palabra, levita. Pierde la noción del tiempo y repite sin cesar: “¡Como Aróstegui no hay ninguno! ¡Aróstegui es cojonudo!”.

Fatima Hamed, mujer culta y con ambiciones, se enciende siendo testigo de cómo Alí se ha echado en los brazos de Aróstegui; se la comen los demonios al comprobar que a su compañero de partido le hayan comido el coco; que le hayan torcido su voluntad, y hasta ha llegado a pensar que puede haber habido algo de magia para hacer posible que el sindicalista sea, actualmente, quien maneje la coalición Caballas como a él le salga de los cataplines.

Aunque Fatima, debido a que gana una pasta gansa como consejera, aguanta el tirón de la disconformidad con la sonrisa en la boca; una sonrisa que acabará por hacerse vieja de tanto decir sí contra su voluntad. Y cuando una sonrisa atractiva se convierte en una mueca acre, avinagrada, ajada, cuesta lo indecible recuperar su alegría primigenia. Una pena. Puesto que ella creyó siempre en Mohamed Alí. Depositó su confianza política en él. Y ahora se encuentra con que quien ordena y manda en su partido es un sindicalista que no ha mucho despotricaba contra lo que despotricaba.

Fechas atrás, iba yo en un taxi cuya radio estaba sintonizada a una emisora local en la cual estaba siendo entrevistado Mohamed Alí. El entrevistador le preguntaba sobre los recortes de los funcionarios municipales y él trataba de escurrir el bulto. De manera que sus respuestas iban siempre en otra dirección. Y me dije tate, cartucho, aquí hay tomate. Y tanto que sí…

El enredo consiste en que los componentes de Caballas tratan por todos los medios de no decir ni pío en relación con la batalla que vienen sosteniendo los funcionarios con el Gobierno local en lo tocante a los recortes económicos. Sus dirigentes procuran no meterse en ese jardín. Y, claro, se les nota demasiado que ese asunto no va con ellos. Lo cual me parece a mí la mar de bien. Tan bien como para comprender por qué razón hay quien dice que Aróstegui gana casi nueve mil euros mensuales y la voluntad. La voluntad consiste en lo que todos ustedes saben sobradamente.

Los funcionarios, según me ha contado uno muy principal, no se fían de lo que pueda decir Caballas a su favor, y por tanto prefieren que tanto Alí como Aróstegui sigan haciendo publicidad de la huelga general a la par que se olvidan de los problemas de ellos. Porque están convencidos de que si Aróstegui metiera mano en el asunto, todo podría acabar como el rosario de la aurora.

Incluso algunos funcionarios van más lejos: no se cortan lo más mínimo en decir que el sindicalista está esperando el momento propicio para participar en las desavenencias con el único objeto de obtener beneficios. Y, cuando yo oigo tales aseveraciones, créanme que me quedo sin habla. Por lo cual tardo un mundo en recuperarme de ese estado de idiotez. Y, cuando recupero algo de lucidez, me pregunto: ¿Porqué Aróstegui tiene tal fama?
 

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