| Si tenía guardada la historia, que 
					me llegó por carta, y que la dejé de mirar, la que dejé 
					olvidada y que la semana pasada, me volvió a llegar a mis 
					manos, rebuscando el maletero del coche, las cosas de la 
					playa, porque el sol apretaba, y antes que me arrastre la 
					marea, quiero contar, quien murió con honor, porque era un 
					encargo, para sus amigos y sus compañeros, si le esperaba la 
					Comunión de su hija, y el tenía tantas ilusiones, que 
					siempre decía, hago esto... ahora que las niñas son 
					pequeñas, y si lloramos en cubierta, porque teníamos las 
					botas... puestas...
 Han pasado los ecos del Dia del Padre, y en mi ahogo y el 
					sentimiento que a veces aflora en mi alma, a nuestros 
					padres, que se fueron, ahora que nosotros nos toca ser en 
					esta vida, y hasta tenemos el privilegio de ser abuelos, con 
					el llanto perdido por haber servido también, de alguna 
					manera u otra, en la Armada Española, y a los críticos con 
					las Fuerzas Armadas, mi homenaje a los que arriesgan y 
					pierden sus vidas.
 
 Palabras del Oficial Alonso Alvarez, cuando escuchaba en 
					radio, el accidente del helicoptero de la Armada, en Misión 
					Humanitaria en Haití, y llamó como por presentimiento, a 
					Regli, para preguntar por Fernando, su marido, que formaba 
					parte de la Misión.
 
 Ella, que no había escuchado la noticia, Bien, muy bien, 
					esperando el regreso, que está ilusionado con la Comunión de 
					Sofía. a los 10 minutos suena el teléfono, y Regli con el 
					llanto rota de dolor, nos dice, “mi marido ha muerto, iba en 
					ese helicoptero”.
 
 Fernando y sus compañeros, caidos en el cumplimiento del 
					deber, y cuando la pena nos alcanza, por un compañero 
					perdido, cuando el adiós dolorido, busca en la fe su 
					esperanza.
 
 Las botas de Infantería de Marina, si Fernando, tenía que 
					traer las botas para los infantes de Marina, era su misión, 
					y las botas no llegaban, se llamaban a todos los estamentos, 
					y regresaba feliz de Santo Domingo, porque las botas habían 
					llegado, se lo habían confirmado la tarde anterior. y como 
					una premonición y casualidad del destino, las cargó... en el 
					otro helicoptero, las botas, por fin las botas, y el deber 
					cumplido.
 
 Lloramos en cubierta, fué mi artículo de homenaje a aquellos 
					marineros, Fernando Torija, Manolo Dormido, Francisco Forné 
					y Eusebio Villatoro, lo demandó el hono y obedecieron/ lo 
					requirió el deber y lo acataron /con su sangre la empresa 
					rubricaron / con su esfuerzo la Patria redimieron.
 
 Y una formación en cubierta del L-52 Castilla, Los Infantes 
					de Marina con sus botas nuevas en el funeral celebrado a 
					bordo.
 
 Si la historia vino a mi, la leí, la guardé y el otro día, 
					me volvió a mis manos, no quería permanecer guardada, sólo 
					para la Armada Española, esta vez es para todos , para el 
					resto de la población ceutí y al que le llegue de alguna 
					manera, la podía guardar, para alguna festividad, pero antes 
					que me lleve la marea, esta es la historia, de uno de los 
					nuestros.
 
 Por servir a llevar la paz, la tranquilidad, el consuelo, el 
					apoyo a una nación desvastada, y por servir a unos 
					compañeros, y con un diario , guardado y cargado de 
					ilusiones, no supieron morir de otra manera.
 
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