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                     No fue ni ayer ni ante de ayer, 
					fue hace ya 30 años, recién estre nado la primera fase del 
					Polígono, y mien tras las madres que iban a las casas de 
					visita a me rendar, los niños antiguos y nue vos vecinos, 
					nos la apañábamos para hacer “reboloinas” y “partidillos” 
					entre adoquines, una farola y piedras , pintado con ti za, 
					teníamos hasta portería. 
					 
					Aquí esta introducción ape nas tendría sentido, de no ser 
					porque un amigo mío, Cristóbal, me dejó hace unos días una 
					vie ja enciclopedia del Real Madrid, y quizá olvidada por el 
					tiempo, llegó a mis manos una carta, de sueños de fútbol, el 
					joven quizá embrujado por tantas páginas de gloria que 
					encierra, la histo ria del club más laureado del mundo de 
					todos los tiempos, se embrujó por los D’Stefano, Puskas, 
					Gento y compañía, una car ta de corazón abierto, carta que 
					no se le pone sello y no hay bu zón que la admita, carta que 
					quiere honrar a sus padres, pro metiéndole que será 
					futbolista como aquellos que engrandecie ron al Real Madrid, 
					carta que me emocionó y que me vino e la memoria aquella 
					tarde del Polí gono que Cristobita fue vestido de blanco 
					como su equipo y mientras su madre merendaba con la mía en 
					la casa nueva, él bajó con nosotros a la calle y en tre 
					pares y nones nos hicimos con el “campo o pelota” y empe 
					zamos a jugar. ¡Qué forma de ju gar, madre mía! Si te había 
					vis to en la calle Consuelo de chi quillo entre escalones, 
					bordillos y adoquines pegar pepinazos de pared a pared..., 
					que repertorio de fútbol, todos los chavalines se quedaron 
					prendados y nunca más volviste; a subir con nosotros, 
					siempre aquellos niños me decían ¿cuándo va a venir tu amigo 
					a jugar? 
					 
					Dicen que en el fútbol, hay magia, hay duende, hay fanta sía. 
					Yo, que leo varias veces el mismo libro de Alfredo D’Stefano, 
					y empiezo a entender su for ma de jugar me pregunto si hay 
					una similitud, en lo que yo con templé aquella tarde si no 
					había un duende en el aire y tu con la pelota. 
					 
					¡Ay Cristobita! qué habrías si do ti en el fútbol si te 
					hubieran dado más vuelo... Según me di cen todavía en esos 
					campos de la Marina coges el balón y en dos galopadas dejas 
					a muchos sentados. Para ti Cristobita este recuerdo de 
					homenaje, con esos sueños en esa carta, porque so ñar no 
					cuesta tanto, y yo recuer do esa tarde en el Polígono, aquí 
					quizá a mi manera porque los sueños, sueños son. 
					 
					P.D. Cristobita, sigue siendo tan buen jugador, como tan 
					buena persona, que 30 años no es nada. 
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