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OPINIÓN - MARTES, 3 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

¿Es Ceuta impermeable a la moral del “Sálvame”?

Por Nuria de Madariaga


Puede existir algo más vergonzoso para un Sistema que ver a los ciudadanos pidiendo justicia o caridad en los platós de televisión? De pedir justicia poco puede decirse en un país que, en los últimos años, ha visto las tertulias del corazón convertidas en improvisados tribunales donde se barajaban la vida y la honra de los imputados en procedimientos judiciales. Los juicios paralelos han dado mucho juego y no todos los salpicados han tenido el tratamiento, la deferencia y el respeto a la presunción de inocencia del Urdangarín, sí el que compra en “Mango” y de su cónyuge.

Pero, sombras del Sistema aparte, ahora parece haber irrumpido con fuerza una nueva modalidad televisiva en España que, aunque cuenta con algunos precedentes no se encontraba “oficializada” cómo ahora lo está en el programa de la sobremesa de Jorge Javier y Belén Esteban, “Sálvame”, que no es precisamente el ágora de Sócrates, pero que resulta a veces entretenido, sobre todo cuando los tertulianos pierden los nervios y se ponen al borde de llegar a las manos.

Pero el espectáculo del nuevo apartado del programa de Tele5 es de la España negra que retratara genialmente Luis Buñuel y sin duda dará lugar a alguna película de cine costumbrista, porque hasta el plató acuden en peregrinación padres desesperados con sus hijos enfermos para pedir ayuda públicamente. Algo dantesco para la Europa del siglo XXI y que parece bastante incompatible con los faustos olímpicos en Madrid a los que aspiraba, el hoy solemne Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que digo yo que si, siendo tan solo alcalde de Madrid se apañó un “despachito” en Nuestra Señora de las Telecomunicaciones en plena Plaza de Cibeles, hoy Ministro se habrá instalado al menos en la catedral de la Almudena. Pero gustos suntuosos de nuestros políticos aparte ayer en el “Sálvame” y en su sección de tragedias humanas compareció una pobre madre con su niñita síndrome de Down para pedir ayuda y poder operarla porque la pequeña se está quedando ciega y antes otra madre de otra niña enferma y hace un par de fechas los padres de tres hermanos parapléjicos y con daños cerebrales y antes otra madre de parapléjico.

Las familias cuentan sus historias entre sollozos ante un público consternado, las cámaras enfocan a los enfermos y casi siempre se recibe una llamada providencial de algún médico o de alguna clínica de buen corazón que se ofrece para atender a los afectados de forma gratuita. Precisamente en el país que presume de tener una sanidad pública “gratuita y universal” y de haber desparramado centenares de millones de euros en esa “cooperación internacional”, que ya está comprobado que consiste en quitarle el dinero a los pobres de los países ricos para dárselo a los ricos de los países pobres.

De hecho dicen que España fue el principal donante de ayuda para Haití, mientras en nuetro suelo cerraban las pymes y se multiplicaban los parados y María Teresa Fernández de la Vega, prodigiosamente rejuvenecida tras su paso por la estética y con nuevos y elegantes modelos, preside una especie de asociación para dar dinero a las mujeres africanas así que se avecina viaje a África con reportaje fotográfico y fotos solidarias bailando con las nativas y disfrutando de las expresiones de gratitud de las beneficiadas. Todo moviendo mucho dinero.

¿Y se figuran a la de pobres que se podría ayudar en nuestra España con el porrón de millones dilapidado en “cooperación”? Pero se ve que ni los pobres ni los enfermos sin recursos de la Península “salen bien en la foto de las revistas” así que hay que ir a buscar a necesitados ajenos y nuestros necesitados se van a pedir al plató de Belén Esteban. Sombras e hipocresía del Sistema.

Al menos en Ceuta tenemos a Chergui, a Mohamed, a Leila y a las mujeres de “Enfermos sin fronteras” que llegan hasta donde tengan que llegar de forma callada y discreta, medicinas, tratamientos, pañales, mantas, sillas de rueda, aparatos ortopédicos rascando de la buena voluntad de la gente que hace caridad sin que se entere su mano izquierda de lo que hace su mano derecha y no llevan a sus enfermos a que exhiban sus tragedias en los platós de las televisiones.

La enfermedad no es espectáculo de masas, ni las lágrimas de las madres tampoco. Pero todo sea por la audiencia. En la Península recurren a “Sálvame” en Ceuta “Enfermos sin fronteras” llega y está en los lugares más insospechados y con los más desamparados, sin cámaras, público ni espectáculo.
 

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