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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Congreso del PP en mayo: ¿Será el de la unidad?

Por Nuria de Madariaga


El Presidente Juan Vivas anunció en su día la celebración de este Congreso que llegará “mayeando”, en el mes de las flores y con poco riesgo de grandes inclemencias meteorológicas. Aunque los cambios del tiempo en plena primavera son algo imprevisible y puede aparecer alguna borrasca atlántica para aguar el invento.

Al menos 300 compromisarios, más los 60 miembros de la Junta Directiva y al parecer dos candidaturas, la del Presidente Juan Vivas y una segunda encabezada por el “ex” Gordillo que al parecer abandonará sus palacios de invierno para intentar otra incursión en la política local.

Lógicamente nadie puede negarle a ningún afiliado que vaya respaldado por los avales de 90 afiliados y cumpla todos los requisitos exigidos, el derecho a postularse cómo futuro Presidente del partido. De hecho el derecho (hecho-derecho) de presentarse para optar por la Presidencia es libre. Tan solo hay que obtener 90 firmas, tener un programa cuidado, riguroso y de cierta enjundia intelectual para presentar ante los compromisarios, gozar de una trayectoria política y personal intachables y poder presumir de energía, ideas innovadoras, mucha retranca conformada por las mañas de la Nouvelle Droite y del Partido Popular Europeo y una buena dialéctica diseñada para exponer, encandilar y convencer a los asistentes al Congreso con derecho a voto.

Personalmente contra Gordillo nada puedo tener, ya que no le conozco e incluso carezco de ideas preconcebidas por no frecuentar el establishment y andar por libre en la faceta de aprendiz, politóloga, espectadora y analista de realidades que, a veces, parecen irreales. Pero aún siendo firme defensora de la evolución y las novedades que impliquen crecimiento a todos los niveles, la aparición de Gordillo carece absolutamente de carácter de novedad ya que quienes tenemos ciertas edades somos más bien “reliquias” y muchos podrían interpretar la postulación como una injerencia en un partido político que, en su ausencia de bicefalia, se desliza cómo la seda y siempre va en plan “suma y sigue”. Nada de lucha de intereses ni de facciones ni fracciones, porque cuando andan muchos en discordia el patio de balcaniza y de balcanización ya hemos tenido en exceso en la Europa del siglo XX.

Desde la perspectiva del análisis político me atrevo a afirmar que la figura del Presidente Juan Vivas conlleva un sólido factor de estabilidad, que en modo alguno enerva la idea de la evolución ni del cambio. Ahí está su adaptabilidad casi camaleónica a las más diversas coyunturas y vaivenes políticos y la habilidad para desactivar, sin perder en ningún momento los papeles, cualquier confrontación interna en el Partido Popular ceutí.

Realmente ni es ahora ni será en mayo el momento de “hacer experimentos” y menos aún de hacerlo en el seno de un partido político al que todos reconocemos el carácter de frágil ecosistema que cualquier factor externo puede desestabilizar. No importa cuan sólidas sean las ideas y lo claro que se tengan los principios y valores, porque además de las ideas importa el factor humano, el individuo en sí mismo considerado, pese a su carácter circunstancial. Así la filosofía apunta a que las doctrinas y las ideas permanecen cómo el crisantemo imperial del haiku, pero el hombre desaparece como la flor de los cerezos de Kyoto. Pero pese a su carácter temporal es en la voluntad del hombre en la que radica la libre elección de sus dirigentes y de a quien o a quienes eligen cómo punto de referencia y gestor de sus expectativas.

Así resulta indiferente quienes puedan aspirar a ocupar la presidencia del partido, porque sus ambiciones y deseos siempre estarán condicionados por la capacidad de opción de los compromisarios llamados a legitimar con sus votos las aspiraciones del candidato que les ofrezca mayores garantías de estabilidad, unidad, integridad y evolución positiva del Partido Popular.

Desde la perspectiva de que “todo hombre son sus obras” tan sólo habrá que analizar las trayectorias y a partir de ese análisis, optar por lo mejor, desde la libertad.
 

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