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					Loco o visionario. El hecho es que el proyecto del ingeniero 
					alemán Herman Sörgel aún sigue dando qué hablar e incluso se 
					han realizado exposiciones, es objeto de foros de debates en 
					internet y también se han llegado a presentar tesis 
					doctorales bajo sus hipótesis de trabajo.  
					 
					En un periodo entre guerras, Herman Sörgel (Ratisbona, 
					Alemania, 2 de abril de 1885-Munich, 25 de diciembre de 
					1952), tuvo una idea que de haber contado con el apoyo del 
					III Reich y haberse llevado a cabo podría haber cambiado 
					desde el Estrecho de Gibraltar la faz de la Tierra. La Ceuta 
					que hoy conocemos podría ser radicalmente distinta e incluso 
					sería accesible desde la península a pie. 
					 
					De un plumazo, Sörgel ofrecía una posibilidad de salir de la 
					crisis a la vieja Europa: rebajar el nivel del mediterráneo 
					hasta 200 metros mediante la construcción de una inmensa 
					presa en el Estrecho de Gibraltar. Electricidad ilimitada y 
					nuevas tierras ganadas al mar serían, sólo, algunos de los 
					beneficios de su plan. 
					 
					Pretendía crear un nuevo continente que en principio bautizó 
					como Panropa aunque después lo llamo Atlantropa, como 
					actualmente se conoce a un proyecto que hubiera dejado a las 
					obras faraónicas a la altura de un castillo de arena. 
					 
					El nuevo continente sería el resultado de la unión de Europa 
					y África. Para ello se tendría que ejecutar un titánico 
					programa de obras de ingeniería. La más importante de ellas 
					era un gigantesco dique de 35 kilómetros de longitud, unos 
					300 metros de altura y 500 de ancho cerca de Gibraltar, pero 
					no el Estrecho precisamente. Sörgel pretendía con el dique 
					interrumpir el flujo de agua del Atlántico hacia el 
					Mediterráneo. 
					 
					En aquella época, finales de los años veinte del siglo 
					pasado, se calculaba que el flujo de agua que entra desde el 
					océano Atlántico al mar Mediterráneo era de 7.350 
					hectómetros cúbicos diarios. Un estudio más reciente, de 
					2009, lo reduce a 4.750. 
					 
					Como el aporte del Atlántico es fundamental para el 
					Mediterráneo, ya que el agua de los ríos es insuficiente 
					para mantenerlo relativamente estable, se produciría una 
					desecación. Calculó que en unos 60 años, aflorarían 600.000 
					kilómetros cuadrados de tierra. 
					 
					El proyecto fue presentado en 1930. Básicamente, traería 
					consigo nuevas tierras para el espacio territorial de 
					Europa, permitiendo además unir Túnez e Italia a través de 
					un puente. El proyecto emulaba los acontecimientos 
					geológicos que tuvieron lugar durante la Crisis Salina del 
					Mesiniense. 
					 
					Esta consistió en la desecación casi completa del 
					Mediterráneo y tuvo lugar durante la edad Mesiniense como 
					consecuencia de la desconexión marina con el océano 
					Atlántico. La evaporación en el Mediterráneo supera la 
					precipitación recogida por los ríos que en él drenan, por lo 
					que la reducción del intercambio de agua con el Atlántico a 
					través de la conexión del Rif hace 5,96 millones de años y 
					su clausura completa hace 5,59 millones de años causó una 
					rápida caída del nivel del mar Mediterráneo al cancelarse el 
					aporte de agua que actualmente proviene del Atlántico. Esta 
					evaporación produjo la deposición de grandes cantidades de 
					sal en el fondo marino. 
					 
					La crisis salina terminó con la inundación de enormes 
					dimensiones del Mediterráneo por aguas atlánticas hace unos 
					5,33 millones de años a través de un paso abierto en el 
					actual Estrecho de Gibraltar. 
					 
					Volviendo al proyecto Atlantropa, de Sörgel, el arquitecto 
					calculaba que el flujo natural de agua del Atlántico al 
					Mediterráneo haría que la macropresa produjera limpiamente 
					50.000 megavatios de electricidad barata para la industria 
					europea y su construcción crearía más de un millón de 
					puestos de trabajo. 
					 
					Existía ya en su época un precedente: el dique del Mar del 
					Norte, con el que los holandeses ganaron miles de hectáreas 
					al mar. Fue posiblemente esta obra de ingeniería la que 
					inspiró a Sörgel. 
					 
					Paralelamente, el arquitecto alemán planeaba crear otro 
					dique entre Túnez y Sicilia, dividiendo el Mediterráneo en 
					dos partes. 
					 
					Los planes de Sörgel para África pasaban por su 
					colonización, aunque antes había que “mejorarla”. Para ello 
					proponía construir otra presa para aprovechar las crecidas 
					del río Congo que inundaría los “improductivos” bosques que 
					ocupaban la mayor parte de ese país, borrando del mapa un 
					número incontable de pueblos y especies. De esta manera, se 
					crearía un inmenso lago artificial que estaría conectado con 
					el menguante lago Chad, más al norte, que pasaría a 
					convertirse en un “mar” interior, y desde el que nacería un 
					“segundo” Nilo, que al igual que el “primero” irrigaría el 
					desierto y acabaría desembocando en el mar Mediterráneo. 
					 
					El proyecto de Sörgel sólo tuvo cierto interés real en la 
					República de Weimar. En Italia se vio con malos ojos, por 
					diversos motivos. 
					 
					Sí consiguió el apoyo de ciertos intelectuales: Peter 
					Behrens, diseñó una torre de 400 metros que coronaría la 
					gran presa de Gibraltar. También ofreció sus servicios Erich 
					Mendelsohn, un arquitecto alemán de familia judía que estaba 
					especialmente interesado en el diseño de la nueva costa de 
					Palestina y las posibilidades que ofrecía para la fundación 
					de un nuevo estado judío. 
					 
					Aunque Sörgel era un pacifista convencido, lo cierto es que 
					su afán por llevar a cabo el proyecto Atlantropa le hizo 
					buscar apoyos del régimen nazi. Fue en vano e incluso el 
					Gobierno de Hitler lo ridiculizó. 
					 
					Tras la guerra, hubo cierto interés por parte de los aliados 
					como forma de crear lazos más estrechos con África para 
					combatir la expansión del comunismo. 
					 
					La aparición de la energía nuclear y el fin del colonialismo 
					fueron las dos estocadas de muerte para el proyecto del 
					arquitecto alemán, ya que la producción de energía parecía 
					garantizada y la anexión de África por parte de Europa se 
					situaba en un contexto que la hacía impensable. 
					 
					El Instituto Atlantropa siguió existiendo hasta el 1960. 
					Había sobrevivido en ocho años a su creador. Herman Sörgel 
					murió el día de Navidad de 1952, atropellado mientras iba en 
					bicicleta.  
					 
					El accidente sucedió en una carretera recta. Jamás se 
					encontró al conductor del coche. 
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					Un proyecto “imposible”, pero con sorprendentes apoyos 
					Aunque a nivel gubernamental 
					Sörgel no logró concitar apoyos para llevar a cabo el sueño 
					de construir una macropresa en el Estrecho de Gibraltar, con 
					todo lo que ello conllevaba, lo cierto es que sí consiguió 
					despertar el interés de destacados profesionales e 
					intelectuales de la época: Behrens, Poelzig, Mendelsohn, Van 
					Eesteren, Fritz Höger o Emil Fahremkamp llegaron a apoyar o 
					colaborar en este sueño, para el que incluso llegaron a 
					planificar construcciones. Es evidente que sin el apoyo 
					unánime de varios países o, en su caso, de la propia 
					Alemania del Tercer Reich -una vez expandida por la vía 
					militar- el proyecto del arquitecto alemán estaba condenado 
					al olvido. Sin embargo, continúa siendo objeto de debates, 
					reflexiones y aportaciones. 
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