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                     Decían por mi tierra que “nunca 
					falta un demonio para una comedia”, y así es casi siempre. 
					Aquí y en media España habría que decir que lo mejor para 
					que llueva es mover a “los santos” o tratar de sacarlos en 
					procesión. 
					 
					Y así parece, porque en un año en el que la sequía ha sido 
					la tónica general, en el que se han pasado seis o siete 
					meses sin, a penas, caer una gota de agua, no ha hecho falta 
					más que acercarse a la Semana Santa y empezar los 
					chaparrones, más que para solucionar el problema del agua, 
					para fastidiar el trabajo de docenas de cofradías que no han 
					podido sacar en procesión sus pasos, tampoco, este año y hay 
					algunas de esas cofradías que ya llevan varias ediciones sin 
					poder salir en procesión. 
					 
					Durante todos estos días de atrás yo no estaba en Ceuta, 
					pero a diario miraba por todos los medios al alcance, que 
					ahora son muchos, a ver como estaba la climatología por 
					aquí, y una y otra vez llegábamos a la misma conclusión:”tal 
					procesión no puede salir, llueve a chaparrones en las horas 
					que tenían que estar en la calle”. Así era y así ha sido. 
					 
					Esto mismo pasaba en Castilla-León y no digamos en 
					Andalucía, donde la lluvia comienza a ser la ruina para 
					agricultores y ganaderos, porque lleva meses y meses sin 
					llover, y para las cofradías una ruina más grande, porque es 
					a la precisa hora, y sólo a esa de sus salidas, cuando 
					llueve. 
					 
					El turismo, en todos estos días, ha cambiado la tipología, a 
					la fuerza, porque ya me dirán que podían hacer los 
					visitantes de mi pueblo, por ejemplo, en la noche del jueves 
					o en la mañana del viernes, cuando además del frío, y la 
					lluvia, también había caído una buena nevada. 
					 
					Si mi pueblo hubiera tenido que ver algo con una estación de 
					esquí habría sido un buen reclamo este tiempo, pero cuando 
					es uno de esos pueblos con tres o cuatro procesiones 
					programadas y una de ellas en la madrugada del viernes, ya 
					me dirán qué pintaba nadie allí con la nieve y el frío. 
					 
					Así tendrá que ser y tengo que referirme, muy especialmente, 
					a unos cofrades de no sé cuál de las cofradías de Sevilla 
					que, entre lágrimas, decían:” así no pueden salir los pasos 
					a la calle, habrá que esperar al próximo año, a ver si hace 
					mejor tiempo”. 
					 
					Y ahora ya, como si en vez de tiempo de piedad y meditación 
					la Semana Santa fuera tiempo de maldición, una vez pasados 
					esos días, cambia el tiempo, se van las borrascas y de nuevo 
					vuelve el sol, que beneficiará o perjudicará, según se mire, 
					a otros pero que le ha vuelto la espalda a las cofradías de 
					la Semana Santa de toda España. 
					 
					Y ya que hemos hablado de lluvias ¿Han solucionado el gran 
					problema de la sequía?. En absoluto. 
					 
					Ayer mismo, yo veía en un diario de Extremadura, como el río 
					que cruza el Parque Natural de Monfragüe viene, totalmente, 
					seco, y esto tras los chaparrones de toda la pasada semana, 
					con lo que el agua de la Semana Santa, tan sólo, ha llegado 
					para perjudicar a unos cuantos, pero, hasta ahora, no 
					sabemos que haya podido beneficiar a nadie. 
					 
					Lo hemos dicho anteriormente y habrá que repetirlo, en más 
					ocasiones: habrá que esperar tiempos mejores, porque en esta 
					ocasión el agua no es que cayera a gusto de todos, más bien 
					no benefició a nadie. 
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