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                     En Francia no están de acuerdo con 
					la aplicación de los llamados “deberes” a los escolares, una 
					situación que plantea una importante Asociación de Padres de 
					Alumnos. Para tal fin, convocan a los padres a una huelga, 
					para que no se realicen los deberes que maestros y 
					profesores que creen oportuno su aplicación. Entiende la 
					Asociación que son ineficaces. ¡Y hay que suprimirlos!.¡Qué 
					los alumnos sólo trabajen en clase!  
					 
					Pero es el caso que desde hace tiempo denunciaron los 
					deberes en casa, cuya “utilidad pedagógica nadie ha 
					aprobado” y no hace más que acentuar las desigualdades entre 
					los niños que pueden beneficiarse de ayuda y los que no. Por 
					tanto, se hace una llamada a padres, alumnos, docentes y 
					directores de centros educativos con el fin de que secunden 
					“la quincena sin deberes en casa”, como han denominado la 
					iniciativa. Para la citada organización, las obligaciones 
					escolares en casa son una “subcontratación pedagógica” para 
					las familias, una sobrecarga que genera conflictos casi a 
					diario entre niños y padres. Y algo innecesario, pues si los 
					alumnos han entendido la lección en el Colegio, realizar 
					trabajos por la tarde en casa es una pérdida de tiempo, ya 
					que no conseguirán aprender si no tienen delante al profesor 
					(¿) 
					 
					Es conveniente tener presente que, en Francia, una circular 
					de 1956, ya prohíbe que se encargue a los alumnos de 
					Primaria trabajos para casa, pero es algo que realmente no 
					se cumple en los colegios, como han denunciado algunas 
					Asociaciones. No obstante, no todos están a favor de 
					mantener los brazos caídos ante las tareas escolares, pues 
					otra de las grandes Asociaciones de Padres, que se ha 
					posicionado a favor de los deberes.  
					 
					La propuesta también ha suscitado la reacción del Ministerio 
					de Educación, donde el Ministro correspondiente, comenta: 
					“Se trata de algo doblemente injusto y demagógico. Renunciar 
					al esfuerzo que representan “los deberes en casa”, es algo 
					catastrófico para el futuro de los hijos. “Protegiendo” su 
					derecho al “descanso”, los padres amenazan con destruir 
					todos los fundamentos del mérito, el trabajo, el esfuerzo… 
					 
					Aquí, en nuestro país, la Asociación Católica de Padres “CONCAPA”, 
					piensa: “Si quitamos los deberes habrá más fracaso escolar”. 
					Sin lugar a dudas. El valor de los deberes es adquirir no 
					sólo conocimientos, sino también otras capacidades que harán 
					de los niños, los hombres y mujeres del futuro. “Los deberes 
					diarios ayudan a crear un hábito de trabajo, de orden y 
					superación. Enseñan valores como saber encajar un fracaso y 
					remontar. El aprendizaje en casa cuesta esfuerzo y 
					preparamos a nuestros hijos para realizar, en su día, un 
					trabajo que tiene aspectos positivos y otros más pesados…. 
					“. Su valor pedagógico es incuestionable: “Hay que 
					distinguir entre la actividad de entender la lección en 
					clase y la de aprender los contenidos en casa”. Se puede 
					cuestionar la carga de trabajo que tienen los escolares, 
					quizás incluso, reducirla, pero no suprimir los deberes que, 
					requieren, además de la implicación de los padres. No tanto 
					por ayudarles, sino por hacer un seguimiento. Los padres que 
					se preocupan de su hijos, habitualmente, consigue éxito 
					escolar”. 
					 
					Con el título “los deberes escolares”, con fecha 8-10-2008 
					publiqué en mi habitual página “El Maestro”, de este diario, 
					un trabajo sobre lo que significaba el problema en cuestión: 
					“Algunos padres, en mi etapa de maestro, se quejaban de la 
					aplicación de los “deberes”, pero no por el hecho en sí, 
					sino por la sobrecarga de trabajo que la imposición llevaba 
					consigo, aunque, por otro lado, habían padres que las 
					solicitaban; en algunos casos, recurrían a las clases 
					particulares impartidas por otros profesionales que, en 
					algunos casos, recurrían a mí para la utilización de 
					estrategias unificadas, por aquello de “cada maestrillo 
					tiene su librillo”. 
					 
					En una ocasión fui objeto de un pequeño levantamiento por 
					parte de un grupo de alumnos, ya en la ESO, que se negaban a 
					realizar los “deberes”, al parecer por la supuesta 
					aprobación de sus padres, conductas que nunca llegué a 
					entender. La negativa estaba fundamentada por el propio 
					Ministerio, por orden del Ministro correspondiente, razón 
					por la que se declararon “objetores” para la realización de 
					“deberes”. 
					 
					Yo, enseguida, me di cuenta desde donde procedía el rechazo 
					a la realización de los “deberes”. Algún padre, cuando él 
					estudiaba, se produjo, en efecto, un comentario al respecto, 
					procedente del Ministro de Educación Sr. Maravell, que lo 
					fue en los gobierno de Felipe González (1992-1998). Sus 
					palabras fueron mal interpretadas, ya que no fue exactamente 
					así, sino que se refería a que no era conveniente aplicarlos 
					a los alumnos más pequeños, Preescolar, y dosificarlos para 
					los cursos de Primaria y Secundaria. Aceptados los “deberes” 
					por los padres, existe el compromiso de ser corregidos, al 
					menos de forma colectiva, porque de no ser así, puede dar la 
					sensación de ser un “fraude”, porque entonces sí que se dará 
					la impresión, de que no sirven para nada. 
					 
					En el supuesto que los “deberes” sean aceptados, es 
					necesario que haya una correcta coordinación entre aquellos 
					enseñantes que atienden al grupo-clase y, por otra parte, 
					que estén estrechamente relacionados con las competencias 
					que se quieren conseguir. Si nos referimos a alumnos de 
					Primaria, generalmente, es el maestro-tutor el que imparte 
					las materias básicas, por lo que será función de él para que 
					la correcta coordinación se aplique con máxima garantía, 
					porque de no ser así, sí que se formaría una enorme 
					confusión y los resultados no serían significativos. Con 
					objeto de rebajarle a “deberes” la carga de obligatoriedad, 
					introduje, en su momento, la expresión “actividades 
					complementarias”, sin que ello significara que se perdiera 
					el objetivo que se pretendía. Quiero recordar que un 
					avispado alumno se aventuró a decirme: En resumen lo que Vd. 
					Ha pretendido ha sido “dejar los mismos perros pero con 
					distintos collares”. El resto de los compañeros aplaudieron 
					la ocurrencia del autor. 
					 
					Por tratarse de alumnos de la ESO, en los cursos 1º y 2º, en 
					realidad esas actividades se utilizaban preferentemente, de 
					forma colectiva, ya que con frecuencia tenían que realizar 
					actividades en grupos, trabajos de investigación, dentro del 
					Programa de “Prensa en el Aula”. 
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