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OPINIÓN - SÁBADO, 14 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

La necesidad del área penitenciaria hospitalaria

Por Nuria de Madariaga


El tema penitenciario siempre resulta interesante, sobre todo desde que las nuevas modalidades delictivas que van desde los delitos societarios al nebuloso blanqueo y desde las alcoholemias al quebrantamiento de una orden de alejamiento, han ido cambiando en parte el perfil de la población de las prisiones. De hecho que el que está libre de riesgo que tire la primera piedra y si no que se lo cuenten a los implicados en macrooperaciones con trasfondo urbanístico o en los procelosos temas de cohecho.

De ahí que lo que ocurra en el mundo entre rejas no debe ser para nadie indiferente, no ya por un mínimo de humanidad, sino por pura conveniencia. ¿Y si le toca a algún conocido? Porque a la cárcel van asesinos inmundos como el que mató a la pequeña Mari Luz o el repulsivo “Boca” asesino de otra chiquitina y que por cierto debe haber estado en un buen Centro cuando le han dado el pasaporte y la libertad con tan sólo la mitad de la pena cumplida, ante el furor de toda la sociedad. ¿Y por qué a ese tipo de indeseables no les mandan a la desagradable cárcel de Algeciras donde conseguir un vulgar permiso, para el que se cumplen todos los requisitos, es poco menos que una ordalía?.

Pero, mal funcionamiento al margen, en toda ciudad que se precie y cuente con un hospital mediano y una cárcel, en el hospital hay un área de seguridad delimitada para enfermos penitenciarios, en Algeciras la hay y lo sé porque estuve visitando a un imputado, consiste en acotar dos o tres habitaciones y ponerles la clásica puerta de seguridad con mirilla y fuera un par de guardias. ¿Será por espacio en nuestro abolengoso Hospital Universitario? Espacio para dar y regalar hasta el punto de que se necesita un GPS para andar por los pasillos y si no que se lo cuenten a la senadora Luz Elena que anduvo conmigo perdida mientras tratábamos de encontrar a un bebé enfermo.

La verdad es que, normalmente, los módulos de enfermería de las prisiones pueden dispensar atención y cuidados hasta un límite y en algunas prisiones cómo en la de Alhaurín que a falta de uno son dos los módulos, hasta límites insospechados porque aquello es de lujo. Pero siempre están los internos que necesitan hospitalización por una enfermedad grave o por una operación y tener al preso engrilletado a una cama y con dos guardias en la puerta por turnos, es una crueldad para el preso, una incomodidad para los guardias y un gasto suntuario para el Estado. Cuando faltan medios y espacio, es decir, metros cuadrados, hay que adaptarse a lo que existe. Y la propuesta de instalar el área penitenciaria en el hospital ceutí es talentosa y prueba que sus artífices intelectuales son buenos conocedores de la realidad y de los problemas auténticos que acucian a la sociedad. Y más en estos tiempos en los que las prisiones españolas se encuentran muy por encima de su capacidad por el gran número de población reclusa extranjera tanto preventiva cómo en grado de cumplimiento ya que la estulticia de nuestros, hasta hace poco Gobernantes no les ha hecho aprovechar los convenios suscritos con determinadas naciones y enviar obligatoriamente a los penados extranjeros a cumplir en sus países de origen.

Saturación en las cárceles y módulos de enfermería que salvo excepciones cómo en la nueva cárcel-Ritz de Álava levantada en honor de los asesinos de ETA y para dotarles del mayor confort , las enfermerías habitualmente ocupadas por los crónicos no tienen medios ni personal para atender a enfermos más graves que tienen que ser derivados a las plantas hospitalarias y no digamos a los infecciosos.

Recuerdo que en el verano del año 2006 y por un caso de tuberculosis la dirección de la cárcel de Alhaurín se vio obligada a aislar a todos los enfermos de módulo 1 de enfermería y a los pobrecitos les tuvieron que meter en las celdas de aislamiento del módulo 7 hasta comprobar si se habían contagiado. A los infecciosos no se les puede tener con los comunes, porque para eso están las áreas penitenciarias de los hospitales donde pueden señalar un par de habitaciones cómo de aislamiento. Más los presos psiquiátricos que aún no hayan sido derivados ni al psiquiátrico penitenciario de Alcalá de Guadaira en Sevilla o a Font Calent en Alicante (son los que pillan más cerca) y tampoco les pueden dejar sueltos por las enfermerías porque si les da un brote pueden agredir a los otros reclusos o al personal. Precisamente en Alhaurín en el verano del 2006 un interno de enfermería ensartó a otro con el palo afilado de un cepillo de barrer.

Pero la amplitud de nuestro hospital universitario da hasta para psiquiatría penitenciaria. Buena idea, excelente idea, se ve que hay gente que piensa.
 

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