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                     Veo en nuestra edición de ayer que 
					Pedro Gordillo, en una carta abierta a los aficionados del 
					PP, se despide y agradece lo que han colaborado con él. 
					 
					Me supongo que lo que Pedro Gordillo ha querido es que 
					hagamos una doble lectura de esa carta, porque desde la 
					primera palabra:”amigos”, hasta el mismísimo final, no se 
					adecua lo que él “plasma” con lo que ha sucedido, en su 
					intento de volver a dirigir el partido. 
					 
					No sé si lo dice, pero en su ánimo debe haber quedado claro 
					que los afiliados del PP le han dicho que su etapa como 
					político ya pasó. 
					 
					Y eso se lo han demostrado, la mayor parte, al no haberle 
					dado su apoyo y otros habiéndoselo dado pero sin que su aval 
					tuviera valor alguno. 
					 
					En el “ya os habréis enterado de que no he conseguido los 
					suficientes avales para presentarme a presidente de nuestro 
					partido”, se trasluce su reconocimiento de que su “tirón” ya 
					ha pasado a mejor vida, y no porque él haya cambiado, que no 
					lo creo, sino porque el poder está ahora en otras manos y 
					toda la “turba” de los del “¿Qué hay de lo mío?” se agarran 
					como sanguijuelas al poder, o para ser más exactos a los que 
					tienen el poder en cada instante. 
					 
					Sí me parece sincero el párrafo en el que dice:”Quiero dar 
					las gracias de todo corazón a los que me habéis dado vuestra 
					firma, avalándome”, aunque esa sinceridad lleve por detrás 
					otra retranca que él no ha escrito, pero que sí debe haber 
					pensado, dirigida a todos aquellos otros que le han 
					esquivado como sabandijas, porque no era el momento oportuno 
					para estar a su lado, aunque fuera sólo con la firma. 
					 
					Y el centro de la carta, no podía ser de otra forma, 
					aparece, mostrando veladamente como hay personas que por 
					otro tipo de situaciones, ni han podido, ni han querido 
					darle su apoyo:”También quiero expresar mi agradecimiento a 
					aquellos que, por diferentes motivos: profesionales, 
					familiares, etc, no habéis podido dar vuestra firma, pero sí 
					me prometisteis el voto secreto”. 
					 
					Qué hipocresía hay en todo esto, de sobra sabe Pedro 
					Gordillo que él, también en unas condiciones como las que 
					ahora le son adversas, hubiera fulminado al que, a las 
					claras, se hubiera puesto al lado del adversario. Ahí es 
					donde están los problemas familiares o profesionales, que no 
					van separados y que a alguno que hubiera ido por ese camino 
					le habría volado el puesto logrado de enchufe y la familia 
					se hubiera quedado al sol. 
					 
					Es el juego de la política, en el que lo que ahora afecta a 
					Gordillo, afectó en tiempos pasados a algún otro. Esta es la 
					rueda. 
					 
					Y el párrafo de la carta que para mí es más que discutible 
					está en:”Deseo expresar mi solidaridad y apoyo al candidato, 
					Juan Vivas Lara, deseándole lo mejor y me pongo a su total 
					disposición”. Me ha defraudado aquí Pedro Gordillo, con este 
					párrafo que ni es sincero, ni lo siente, ni haría él nada de 
					lo que ahí dice. 
					 
					No sé si en algún momento, creo que no, fueron amigos de 
					verdad Pedro Gordillo y Juan Vivas, pero ahora, desde hace 
					ya muchos meses, esa hipotética amistad o esa tolerancia que 
					se tenían no existe y ni Gordillo va a colaborar en nada 
					para que a Juan Vivas le salgan las cosas bien, ni creo que 
					Juan Vivas acepte de buen grado esos ofrecimientos, más 
					protocolarios que reales. 
					 
					Con una carta así, Pedro Gordillo intenta dar una imagen que 
					no es la que le corresponde en estos instantes, 
					especialmente cuando sabe que se le han puesto todo tipo de 
					trabas y eso lo sabe él muy bien. La hipocresía domina el 
					mundo de la política. 
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