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OPINIÓN - JUEVES, 19 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

¿Feria del libro descafeinada?

Por Nuria de Madariaga


El ahorro de “el chocolate del loro” nunca ha sido capaz de aupar una economía. Pero una Feria del Libro bien montada, con autores firmando y con música y atracciones, sí puede suponer un alivio para los libreros que llevan años notando la crisis.

Por más que “de los libros sale el pan”, el pan es de primera necesidad y para muchos leer no lo es, cuestión de criterios, porque existen aquellos para quienes el crecimiento a través de la lectura resulta esencial y los padres actuales están particularmente empeñados en rescatar a sus hijos de la pantalla de la videoconsola y sustituirla por un libro.

La Consejera insiste en que este importante evento cultural se llevará a cabo, pero la propuesta aparece bastante descafeinada y más que nada, poco atractiva y escasamente lúdica. Será que todas las Ferias del Libro vienen a ser un microcosmos conformado por diversos factores a saber, el buen tiempo ya que raramente llueve en esos días en plan conspiración de la Gran Mente Universal para favorecer la adquisición de la sabiduría; por otra parte el ambiente es festivo, los ciudadanos, sean más o menos lectores, acuden a curiosear las novedades editoriales y a mirar lo que ofertan las casetas y parece que, al final, siempre “se pica” y hay una escalada de las ventas. Amen de que constituye una oportunidad para salir a pasear, saludar a los conocidos y disfrutar del espectáculo que se haya montado para la ocasión bien dirigido al público adulto bien dirigido al infantil.

Por supuesto que no se trata de emular la parafernalia de las Ferias del Libro que se celebran en el Retiro madrileño, de hecho la última vez que acudí fue en el año 2010 junto a la galerista Carmina Macein y fuimos invitadas por Eduardo Punset que era uno de los autores que estaban firmando ejemplares. Y no fue una experiencia exactamente “maravillosa” sino todo lo contrario porque allí las casetas se instalan en dos largas filas flanqueando un paseo de tierra y a pleno sol, con los escritores y los lectores sudando la gota gorda y un par de chiringuitos instalados entre las casetas de la parte central. En el 2010 la bebida “estrella” eran unos enormes vasos de tubo de granizado de limón bautizados con ginebra, eso para quienes consumen bebidas espiritosas que no es mi caso ya que soy seguidora de la coca-cola de toda la vida. Pero la sensación global era de un bochorno polvoriento que hacía poco apetecible pararse ante las casetas de las editoriales a indagar sobre las ofertas y los super-ventas. En Málaga está en un plan más confortable porque el Paseo del Parque disfruta de la sombra de los árboles y lo mismo sucede en Marbella donde el enclave también es sombreado y muy agradable.

Así mismo mi recuerdo de la pasada edición de la Feria del Libro de Ceuta en el Revellín es de agrado porque todo se veía muy atildado y muy pulcro, con una interesante oferta y gran afluencia de público. Cuando económicamente la situación general no es buena, los ciudadanos agradecen cualquier ocasión de esparcimiento y la aprecian mucho más que en tiempos de “vacas gordas” en el que se tiene disponibilidad para salir de tapas o de copas o a merendar con la familia. Pero en las vacas gordas y en la bonanza no hace falta enjaretar entretenimientos para la ciudadanía porque, con dinero en el bolsillo, la gente se entretiene sola. Cuando hay que rizar el rizo y superarse es en las épocas difíciles y eso parece haberlo entendido bien la oposición de Carracao y de Caballas que han puesto el grito en el cielo ante presumibles y futuribles “recortes” en el oxígeno de importancia vital que es la cultura y sobre todo la cultura del libro.

Porque que se ahorre en no financiar espectáculos absurdos de onegetistas tipo “Payasitos sin fronteras” no es que a muchos nos parezca un ahorro sino un gesto de cortesía ante la sensibilidad del personal al ahorrarles estupideces. Pero para los incentivar el amor por los libros todo es poco, amor y respeto. ¿Y miren que me resultan poco simpáticos los opositores con excepción del inevitable Carracao! Pero cuando tienen un acierto hay que reconocerlo y habla mucho y bien de ellos el empeñarse en no escatimar ni un céntimo en eventos culturales y menos aún hacerlos en plan “cutre” y cuando se barajan cifras que no son importantes.

Esto de ahorrar en casetas me parece tan fundamental para la economía global de la Ciudad cómo el ahorrar en tampax para la bisabuela. ¡Avergüéncense autoridades culturales de Ceuta! porque Carracao siempre está a la que salta, pero que hayan tenido que reclamar Alí y Aróstegui ya demuestra que en en los escaños de enfrente a veces se cuecen buenas sensibilidades en duras molleras.

Que se apañen y compren las casetas a plazos, porque la que no entiende de plazos es la cultura, esa es al contado.
 

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