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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / manifiesto

Por una escuela pública de calidad

Por  Joaquín Manuel Rodríguez Gil


En relación a las medidas anunciadas recientemente por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, que afectan a la Educación Infantil y Primaria y que fueron aprobadas en Consejo de Ministros del pasado viernes día 20 de abril, y como maestro con 30 años de servicio de labor docente dedicados íntegramente a la escuela pública de esta localidad, además de psicopedagogo, siempre implicado en la innovación y en la calidad de la enseñanza, me veo obligado a manifestar públicamente lo siguiente, precisamente en función del compromiso social que exige mi profesión:

1º El aumento de la ratio de alumnos por clase de 25 hasta 30, supone un elemento muy perjudicial para la calidad de la educación, especialmente en el caso de Ceuta.

En mi centro de trabajo, al igual que en el resto de colegios de la ciudad y desde hace bastante tiempo, el anterior máximo legal de 25 alumnos ha sido superado con creces por imposición de la propia Administración Educativa. Más aún, el número de alumnos por clase aumenta por año, ya que la tasa de natalidad de Ceuta es una de las más altas de España y, por si fuera poco, la política aplicada en la localidad de construcciones de nuevos centros educativos, o ampliaciones de los ya existentes, ha estado marcada por el ahorro presupuestario a corto plazo, siendo incapaz de hacer frente a las necesidades de una alta demanda. Desgraciadamente, la experiencia obliga a pensar que el ampliar el límite legal de esta ratio va a suponer una nueva excusa para que las autoridades educativas vuelvan a incumplirlo, más aún en la situación actual de recortes presupuestarios, y mucho me temo que en poco tiempo los 35, o 40 alumnos por clase, sean una realidad cotidiana.

Este número tan elevado de niños por grupo impide una atención individualizada y unos procesos de enseñanza y aprendizaje adaptados a las necesidades del alumnado, además de obstaculizar las experiencias que en esta dirección se estaban llevando a cabo actualmente en los centros. Ello es especialmente grave en el caso de nuestra ciudad, por sus especiales características socioculturales y sus elevadas cifras de fracaso escolar en las etapas educativas posteriores, donde las acciones preventivas en la escuela pueden, y deben, desempeñar un papel primordial en las estrategias que articule la educación para hacer frente a estos retos.

También considero lamentable que para justificar esta decisión se trate de ocultar el puro y simple recorte en presupuestos educativos, con una pretendida necesidad de incrementar la eficiencia del sistema en tiempos de crisis. A tal fin, aparecen en los medios de comunicación declaraciones de políticos y “expertos” educativos que, al margen de cualquier evidencia mínimamente científica y contrastada, afirman que el aumento de la ratio no tiene incidencia alguna en el fracaso escolar, no dudando para ello en aislar ficticiamente el número de alumnos por clase y compararlo con los de otros países con tasas superiores y mejores resultados académicos, ignorando conscientemente otras variables que también correlacionan con la misma en esos sistemas educativos que utilizan como marcos referenciales, entre ellas y por citar solo algunas: el protagonismo del profesor en el diseño y aplicación del currículum, la consideración social del mismo en la sociedad, la inversión por alumno, la estabilidad de los marcos legislativos que los regulan o la implicación de las familias y su valoración de la educación.

2º Muy relacionada con la anterior medida, y con los mismos argumentos de la eficiencia y ahorro, se eleva el mínimo de horas lectivas del profesorado de Infantil y Primaria a 25 horas semanales. Ello vuelve a constituir otro atentado a la calidad de la educación, además de preparar el despido de miles de profesores interinos en las escuelas públicas del país.

Es necesario recordar que la jornada laboral de cualquier maestro es de 37,5 horas semanales. Este total se reparte en horas lectivas, en las que imparte enseñanza directa a los alumnos, y horas no lectivas. En este horario no lectivo los docentes desempeñan múltiples funciones, que son vitales para su labor: preparación de clases, coordinación con otros profesores, actividades de tutoriales con padres, realización de acciones de formación y otras.

En Ceuta ya se cumple, en Infantil y Primaria, estas 25 horas lectivas. Así, a modo de simple ejemplo, en un colegio público de nuestra ciudad, un tutor de la especialidad de Educación Primaria de un quinto curso; además de impartir las áreas de Lengua, Matemáticas, Conocimiento del Medio, Plástica y Educación para la Ciudadanía a su grupo de más de 25 o 30 alumnos; aplica programas de refuerzo individual a otros alumnos de diferentes cursos, colaborando con sus respectivos profesores en el aula, y realiza además las sustituciones de bajas que en Ceuta no se cubren con un maestro sustituto enviado por la Dirección Provincial hasta los quince días.

Sin embargo, a pesar de que no se haya dicho nada al respecto y teniendo en consideración que el único objetivo de la medida es el ahorro de costes del profesorado, una vez más sospecho de que haya “sorpresas” escondidas y que al final se modifique la distribución de ese horario lectivo, simplemente disminuyendo las horas de refuerzo a los alumnos con problemas y asignándole al profesor la impartición de más asignaturas a otros grupos de niños, como ya se hace en diversas comunidades autónomas.

Las consecuencias de ello incidirían muy negativamente en la calidad e individualización de la educación. He aquí algunas: el docente del ejemplo presentado ya no tendría más de 30 alumnos (30 de su clase, más otros de refuerzo), sino más de 60 (30 más que salen del nuevo grupo al que atenderá ahora en un área, o varias específicas, póngase por caso Matemáticas o Plástica); habría grupos de alumnos donde la entrada y salida de profesores sería continua, cada uno impartiendo una materia diferente, lo cual es bastante perjudicial en niños de Primaria, que necesitan continuamente del referente de su tutor para adquirir confianza y seguridad en sus aprendizajes; cada profesor especialista (Música, Religión, Pedagogía Terapéutica, Audición y Lenguaje, Educación Física o Inglés) vería incrementado notablemente el número de alumnos que atiende, o podrán desaparecer, o reducirse drásticamente, los refuerzos a discentes con problemas.

Estas medidas, junto con otras que se han establecido desde la llegada de la crisis económica en nuestro país, como la bajada y congelación de los salarios de los enseñantes o el recorte significativo en la formación y los recursos tecnológicos, además del caos y confusión generado en el propio sistema educativo por los numerosos y continuos cambios producidos en las últimas décadas; a raíz de una interminable sucesión de leyes y decretos establecidos por los partidos políticos que se alternan en el poder, ausentes de un mínimo consenso social, o de un simple análisis reposado y serio de resultados de las acciones introducidas a medio y a largo plazo, e impuestos sin contar jamás con el pensamiento y la experiencia de los profesores, uno de los protagonistas más importantes del sistema; me obliga, en consonancia con la ética profesional a la que me debo, a declarar a la sociedad en general mi desmotivación, malestar e indignación por el acoso e instrumentalización del que está siendo objeto la educación, precisamente en un momento histórico en el que se la necesita más que nunca para salir de este callejón sin salida en el que nos han puesto los que nos gobernaron, y los que nos gobiernan, que justamente ahora, con descaro y sin contribuir con el ejemplo en la misma medida, tienen la osadía de exigirnos sacrificios, esfuerzos y responsabilidades.

*Maestro de Educación Primaria y Psicopedagogo

Joaquín Manuel Rodríguez Gil

D.N.I. 45062332L

Maestro de Educación Primaria y Psicopedagogo
 

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