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					La trayectoria profesional de Angel Gómez, ahora que acaba 
					de ser restituido como Superintendente (qué término más 
					rimbombante) al frente da la Policia local, ha venido 
					marcada a través del tiempo de “claroscuros” síntomas: su 
					devenir en un sector tan conflictivo como éste y sujeto a 
					tantos avatares, ha marcado una línea discontinúa. 
					 
					Eran los años 80, aquéllos en los que Angel Gómez acompañaba 
					al padre de Juanjo Cerro (a la sazón Jefe del Servicio de 
					Información del Cuerpo Nacional de Policía) y compartía 
					tertulia en un pequeño bar situado en la Plaza de los Reyes, 
					donde ahora se erige un majestuoso edificio: El Nido. 
					 
					Eran los años convulsos de la poítica local cuando los 
					hermanos Calvo Pecino, Francisco Fraiz y Ricardo Muñoz iban 
					a la greña. Y fue precisamente éste, Ricardo Muñoz (siempre 
					recordaré aquélla frase suya de “el corazón tiene razones 
					que la razón no entiende”), siendo Juan Vivas Interventor 
					accidental y testigo preferente en aquéllos Plenos a las 
					siete de la tarde en el viejo salón, cuando los concejales 
					lanzaban vasos al adversario político y se hacían cortes de 
					manga, quien tomó la decisión de hacer Jefe de la Policía 
					Local a un Angel Gómez a quien visitábamos en una especie de 
					mazmorra, aquél pequeño habitáculo de dos habitaciones en 
					los sótanos del Ayuntamiento. 
					 
					Allí comenzó su “carrera” como Jefe de la Policía Local, un 
					Angel Gómez cuando el actual Presidente de la Ciudad, Juan 
					Vivas también iniciaba su carrera com funcionario relevante 
					con 29 años y con un bagaje de cualificación como Licenciado 
					en Ciencias Económicas. Una epoca en la que el concejal de 
					Circulación (así se denominaba entonces) y Policía era el 
					siempre recordado y afable, Fructuoso Miaja a quien 
					secundaria, con el paso de los años, Emilio Lamorena. 
					 
					Nos remontamos al pasado porque siempre hay que recurrir a 
					los orígenes para entender el presente. En aquél momento, 
					Angel Gómez se encontró todo por hacer: había un Cuerpo 
					desorganizado, sin ningún tipo de autoridad en la calle, 
					carente de medos técnicos, con ubicación tercermundista 
					-como ya hemos indicado-, y lo primero que afrontó ese 
					jovencísimo Angel Gómez, deseoso de emprender un nuevo reto, 
					tras dejar de ser segundo de Cerro, era el cambio de imagen 
					de la Policía local: el color gris del uniforme quedó 
					relegado por el azul para homologarse al resto de sus 
					homónimos en España. Se trataba, reconocido por el propio 
					Angel Gómez Prieto, de una medida de choque por razones de 
					imagen. 
					 
					El siguiente paso fue el traslado a unas dependencias más 
					dignas: al cuartel del Revellin en la calle Padilla, es 
					decir, lo que ahora es la Manzana del Revellin de Alvaro 
					Siza. A partir de ese nuevo paso, se comienza a organizar la 
					Policía Local porn secciones, creandose la Unidad de 
					Seguridad Ciudadana, además se incrementa la plantilla, un 
					tanto exigüa al contar con 120 efectivos que ascienden a 
					180, es el momento también de adquirr nuevos equipos de 
					comunicaciones y transmisiones, también se les dota de 
					vehículos y motos, se crea el 092. 
					 
					La Policía Local con este impulso inicial asumió una 
					importante faceta en materia de Seguridad Ciudadana, ya que 
					el Cuerpo Nacional de Policía contaba en aquéllos años con 
					muy pocos efectivos para lo que era necesario en aquéllos 
					inicios de la joven democracia española. Es por ello, que a 
					la Policía Local se le dió entonces un verdadero carácter de 
					autoridad. Y para lograrlo se hizo una estructura nueva 
					cambiando la terminología de los mandos: el Jefe de Policía 
					se le denominó Superintendente como en la Administraciones 
					de Castilla-León, Comunidad Valenciana, y otras a excepción 
					de Madrid, País Vasco y Cataluña. Los antiguos brigadas 
					pasaron a denominarse inspectores, los sargentos pasarona 
					ser subinspectores y los cabos a oficiales. Los únicos que 
					no cambiaron de nominación, lógicamente, fueron los policías 
					que mantuvieron su terminología. 
					 
					A lo largo de treinta años de servicios si a estas alturas 
					se le pregunta a Angel Gómez que haga balance de su gestión, 
					en la realidad mitad política y mitad profesional, dirá que 
					han sido óptimos, con errores y aciertos, en esa línea 
					“claroscura” que caracteriza su trayectoria a diversos 
					niveles. 
					 
					Su momento más tenebroso por no decir cruel, le llegó con 
					Francisco Fraiz Armada, otro que hizo de su despotismo 
					bandera y cuando alguien mostraba su disconformidad con sus 
					arbitrarias decisiones solía decir: “¡Al Juzgado! En el 
					Juzgado nos veremos”. Y así le fue: cuantiosos gastos por 
					indemnizaciones a causa de sus tropelías y si no que se lo 
					pregunten a Antonio Cruces. 
					 
					Angel Gómez sufrió (nunca mejor dicho lo de “sufrió”), un 
					expediente sancionador de empleo y sueldo, del que pudo 
					salir adelante, gracias a un negocio de lavandería que tenía 
					su mujer en el Sardinero: Tobogan 2000. 
					 
					Los Tribunales, a través de un Contencioso-Administrativo 
					que ganó en Sevilla dieron la razón a Gómez Prieto y éste 
					fue restituido tras pasar el calvario de rigor. En la 
					historia negra de Angel Gómez no se borrará jamás aquella 
					persecución salvaje e injusta, que también le llevó a 
					denunciar por la vía de lo Penal al instructor de aquél 
					expediente que sufrió en sus carnes la condena por 
					prevaricación y la condena a 8 años de inhablitación 
					política y 500.000 pesetas de las que entonces de 
					indemnización. 
					 
					El voto de censura que acaba con Fraiz fuera de la Alcaldía 
					es lo que posibilita la restitución de Gómez Prieto en su 
					puesto de Jefe. Allí sigue, hasta la llegada del Grupo 
					Independiente Liberal (GIL), en el año 1.999 cuando se 
					implanta una estructura militar con un general al frente 
					(veleidades de los ciclos y de destino, parecía que 
					volvíamos al año 81 cuando se produjo la intentona de golpe 
					de Estado aquél 23-F año al que accede a la Jefatura de la 
					Policía Local, Angel Gómez), y con una cúpula compuesta por 
					un coronel, un teniente coronel, y dos comandantes. Un grupo 
					de cinco personas que hacen el trabajo que desarrollaba 
					Angel Gómez solo. 
					 
					Llega en este breve período del 28 de agosto de 1.999 a 
					mediados de febrero de 2001 la etapa en la que nuestro 
					personaje vuelve a ser relegado y se le ubica al frente de 
					la Academia de Policía Local. 
					 
					La moción de censura que provoca un nuevo cambio de gobierno 
					y el acceso de Juan Vivas a la Presidencia, supone también 
					el retorno de Angel Gómez a su puesto de Jefe de la Policía 
					Local hasta que se produce la salida de José Antonio 
					Rodríguez como responsable político de Cuerpo y se le da un 
					nuevo cometido a Angel Gómez: Director general de Protección 
					Civil y Emergencias labor que ha desarrollado durante los 
					dos últimos años. 
					 
					Su última etapa ha puesto en marcha campañas de 
					autoprotección con colegios y ancianos, simulacros con la 
					Unidad Militar de Emergencias, ha impulado el Registro de 
					Planes de autoprotección en colegios y empresas así como en 
					centros ofciales, se han elaborado y aprobado Planes de 
					Autoprotección en inundaciones e incendios. En definitiva, 
					una amplia labor que no descarta continuar a partir de 
					ahora, ya que el Gobierno anticipó que no cubrirá la plaza 
					de Director General de Protección Civil, Angel Gómez no 
					descarta que, desde la Policía Local, haya un departamento 
					que se ocupe de este área tan importante en materia de 
					seguridad pra la ciudadanía. 
					 
					Siempre se ha dicho que Angel Gómez vale más por lo que 
					calla y conoce que por lo que dice. Desde luego 31 años 
					vinculado a un Cuerpo con información tan sensible (como se 
					suele decir) como éste dan para mucho...conocimiento. De ahí 
					que su valía se pondere en virtud de su preparación, de su 
					plaza en propiedad (no olvidemos que la obtuvo por 
					oposición), de sus silencios y del compendio de todas estas 
					custiones, surgen una conclusión: a dos años de su 
					jubilación más vale tenerlo de amigo que de enemigo. 
					Cualquier otra elucubración sería un artilugio tan 
					artificioso como aquellos lunáticos que algún día creyeron 
					que lo marginaban y acababan con él. Ya lo ven: 31 años 
					después, aquí sigue. Angel Gómez es el Jefe de Policía 
					“pródigo”, como el hijo del pasaje evangélico, siempre 
					vuelve. 
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