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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE MAYO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Periodistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los estudios universitarios de Periodismo están siendo infravalorados cada vez más. Incluso hay directores de grandes medios que no se cortan lo más mínimo en decirnos que al periodismo se debe poder acceder desde cualquier sitio. Lógicamente, lo ideal sería que los profesionales llegaran con estudios suficientes como para estar en posesión de un bagaje cultural. Licenciados en otras ramas del saber, dispuestos a aprender el oficio cuanto antes.

Hay buenos periodistas, periodistas regulares, y periodistas a los que no les gusta el oficio. Un tipo que no lee libros y que no sabe escribir bien, tampoco habla bien, y a lo mejor ni siquiera piensa bien. Yo recuerdo que, estando en el periódico decano, conocí a un periodista que escribía más que bien; pero que había hecho periodismo porque sí.

Me van a perdonar que no mencione su nombre. Aunque sí diré que su hermana, una mujer estupenda, me dijo un día que la ilusión de su hermano había sido siempre hacer la carrera de medicina. Ahora bien, como no le fue posible, estudio periodismo. Que no le hacía tilín. Por tal motivo, un buen día aceptó un empleo y abandonó el periodismo. Una actitud digna de encomio.

Durante mis muchos años escribiendo en una redacción, he sido testigo de muchas conversaciones de jóvenes periodistas, titulados, que aprovechaban el menor motivo para renegar de la carrera realizada. Se sentaban a la mesa con una desgana pavorosa y ponían manos a la obra más que refunfuñando poseídos por un cabreo monumental.

Terrible situación de unos profesionales que están para decirle a la gente lo que le pasa a la gente. Y que han de afrontar la tarea entusiasmados para entusiasmar a los lectores. De no ser así, el ser periodista licenciado es nada y menos. Más bien menos. Pues debe de ser un trauma ejercer una profesión detestada.

El ser periodista no es fácil. Lo digo mediante el conocimiento que he ido adquiriendo durante tantos años compartiendo con ellos tajo, conversaciones, alegrías y hasta desencuentros. Y si hace años no era fácil, qué decir de los momentos que estamos viviendo. Una crisis económica galopante y que está poniendo a los medios en un estado de precariedad que asusta.

Así, sometidos los medios a recortes de publicidad institucional, y sufriendo la pérdida de muchas de las empresas que habían venido anunciándose, las redacciones acusan el hecho de manera lastimosa. El número de profesionales ha bajado ostensiblemente, y parece ser que todavía los editores no han conseguido el más difícil todavía: que los pocos periodistas que permanecen sean capaces de multiplicarse en el desempeño de una labor que sigue siendo fascinante. ¿Cómo lograrlo? Alguien me decía, días atrás, que quienes saben ganar dinero han de ser también capaces de pensar bien.

Pero volvamos a los periodistas. Periodista puede ser cualquiera; cualquiera que se prepare para ello. Los opinantes, en cambio, no tienen por qué ser periodistas. Pueden serlo quienes quieran. Siempre y cuando demuestren preparación y aptitudes para contar cosas. Contar bien las cosas es, sin duda alguna, lo que quieren los lectores. Lectores que se acostumbran a leer una firma y cada día acuden presurosos a buscarla. Quien escribe opinión, pues, ha de trabajar duramente y vivir entusiasmado con su quehacer.
 

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