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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE MAYO DE 2012

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Vienen a por mí
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Hoy te miro y sueño con detener el tiempo, este instante en que sigues aquí, entre tus admiradores, y ésa es una buena razón para sosegar nuestro pulso, para reir y para cantar, aunque sea desentonando.

Puede que nunca te diga que en cada frase y en cada gesto tuyo, mi flujo sanguíneo se dispara como cuando dejo rendir el brazo derecho estoqueado por la aguja, en cada donación. Porque merece la pena ser el centro de tus sonrisas y la diana de tu mirada de alcotán al acecho.

Jamás te confesaré, mujer atractiva y singular, que te hacía rabiar porque me lo pasaba pipa viéndote exaltada. Como nunca te diré las noches incontables en que me despertaba, excitado, mojado, soñando con tu compañía a mi vera. Que hasta las sábanas tintadas de rojo pasión se quejan de ser las más sobadas también por el tambor de la lavadora, perdiendo su compostura, tacto y color.

Puede que parte de mi ser muera mientras tu vivas aquí, anónima amiga. Jamás te diré adiós porque no quiero ver siquiera un trazo de amargura en tu bello rostro, pero de igual modo porque no he sido valiente para decirte lo mucho que te aprecio. Déjemoslo así. No sé si hice bien no diciéndotelo cuando acudía a tu encuentro casi a diario. Tampoco nunca sabré si te protegí de tu destino callándome el mío.

Por otra parte, ni estoy seguro de tus intenciones para conmigo, a veces pienso que tú me has seguido el juego porque en realidad lo sabías todo acerca de mí y no querías dañarme ni que yo me esperanzara tontamente. Te lo agradezco. Resumiendo, que nunca supe disimularte nada. Ahora que supongo has leído la columna, quedátela o tírala a la papelera. Tú decides.

No puedo fingir más, que luego ando pelín tocado por batirme con otros a la busca del tesoro, tan cerca, tan lejos, lo que lleva al asalto de nuestros pensamientos que no logran salvar el murete que se expande horizontalmente frente a ella. El tesoro.

Somos como buscadores de diamantes con vida propia, cual exploradores habituales de las madrugadas a los que no les importa escatimar horas de sueño para encontrar una primera mueca complaciente, un suave contoneo de cadera, una charleta reveladora. Todo exuberancia y sensualidad, todo vitalidad y frescura. Quién la pillara.

Y sí, como cierto día me dijo literalmente una caballa a la que llevo siempre en mi corazón: “el que mucho se despide, pocas ganas de irse tiene”. Será por eso porque vienen a por mí ahora, además de cómo un reencuentro ilusionado, para que no se alimenten nuevas dudas de partir, nuevos intentos de prorrogar ese corte de un certero tijeretazo a la cinta de salida de esta larga despedida. Adios al romanticismo.

Será por eso porque le pido al todopoderoso que sea mi anónima amiga quien me proteja dándome cobijo, pan y agua. No quiero más. Bueno sí, y un agujerico de esos turcos, ya saben, donde en postura tragi-cómica cuesta hasta centrar el objetivo. Joder.
 

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