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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE MAYO DE 2012

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Recordando, que es gerundio
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Gracias a las actividades del Centro Asesor de la Mujer, concretamente por su Taller de Encuadernación, recordé mi último año en Ceuta antes de venirme definitivamente a Catalunya.

Aquel último año, con 17 años, tenía un negocio de papelería y encuadernación en la calle del Teniente Arrabal, esquina a la calle Fernández, en el local de un vetusto edificio de dos plantas con un patio interior de típico carácter andaluz, hoy transformado en un moderno edificio con el local convertido en un Centro de Formación Continua.

Aquel local tenía dos dependencias, la primera era usada como tienda y la segunda como taller de encuadernación. Era un local a la vieja usanza, con paredes gruesas de piedra y adobe engrosadas con miles de capas de pintura, preferentemente cal, que me servía al mismo tiempo como aula autodidacta.

Los libros que encuadernaba eran tomos muy serios, grandes y de mucha lectura.

Entre todos los que trabajé destacaban tres tomos enormes dedicados a las aventuras de “El soldado desconocido”, cuyo autor fue el finlandés Vaïnö Linna (1920-1992), y cuyo rostro aparecía en los billetes finlandeses hasta la aparición del euro.

Tardé bastante tiempo en terminarlos porque los leía previamente de principio a fin.

Fue el primer libro que levantó algunos sentimientos en mí y que me hizo ávido lector de cuántos libros pasaban por el taller. Ello redundó, beneficiosamente, en mi desarrollo educacional.

También influyó bastante, en mi afición a la lectura, un primo que era, en aquella época, teniente coronel de la Legión y luego de Regulares (o al revés, no recuerdo), Lucas de Torre Lara, y cuya madre, hermana de mi madre, era mi madrina. Su hermana, Antonia, sigue en Ceuta y está casada con el capitán José Pita Ruiz, muy popular en lo que fue Talleres del Parque de Automovilismo y en cuyo recinto dispone de una placa en su honor.

Mi primo disponía de una bien nutrida biblioteca en la que destacaba la serie completa de la escritora inglesa Agatha Christie, entre otros muchos libros interesantes. Aparte de los libros, que él mismo encuadernaba, me entrenaba como futbolista en un pequeño terreno de su finca, allá por la carretera del Serrallo.

Lucas de Torre Lara fue directivo del Imperio de Ceuta, cuando militaba en tercera división.

Encima del taller residía un militar de apellido Ortiz, gran bebedor de whisky, que me enseñó a dibujar al lápiz, al carbón y a la tinta.

Me enseñó varios trucos para dibujar, a pesar de que ya tenía conocimientos sobre este arte merced a mi amistad con Claudio Tinoco que, en su casa de la calle Teniente Pacheco, dibujaba un montón de historietas para varias editoriales de “tebeos” muy en auge por aquella época.

La influencia cultural, que aquellos tiempos dejaron en mí, resultó a la larga muy beneficiosa por cuanto me permitió proseguir estudios que de otra manera ya habría dejado de lado.

Estos y otros muchos recuerdos me vinieron a la mente gracias, repito, al Centro Asesor de la Mujer y su Taller de Encuadernación, aunque me pregunto el porqué de ser, el Taller, solamente para la mujer.

Todo esto, además de mis frecuentes visitas a la redacción y taller del otro periódico ceutí, me forjaron como ávido lector y mediocre escritor que, sin embargo, no me impide escribir crónicas y artículos que, gusten o no, se siguen publicando en los medios de comunicación.
 

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