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					Los casos de desalojo cada vez son más frecuentes en los 
					juzgados ceutíes. El de Sandra es uno de ellos, pero en este 
					caso la joven sólo pide una vivienda cuyo alquiler pueda 
					sufragar. Ella y su marido han encontrado trabajo a pesar de 
					la crisis, pero entre ambos apenas juntan 800 euros con los 
					que no pueden hacer frente a un alquiler y la fianza. El 30 
					de mayo les desalojan de la casa que ocupan desde hace cinco 
					años. 
					 
					Desesperada. Así se encuentra Sandra y así es la situación 
					en la que viven ella y su familia. Esta mujer, a sus 28 
					años, se enfrenta a un desalojo que tendrá lugar el próximo 
					día 30 de mayo si nadie lo remedia antes. Con ella arrastra 
					dos hijos, de 9 años y 16 meses, y un marido que se 
					encuentra en lista de espera para ser operado por obesidad 
					mórbida. La casa en la que vive desde hace cinco años es una 
					residencia militar de San Amaro, que se encontraba 
					abandonada cuando Sandra se vio obligada a ocuparla para 
					darle un techo a su hijo y que será demolida en el mismo 
					momento en que ella la deje.  
					 
					Ni esta mujer ni su marido tenían un trabajo hace cinco 
					años. Sin embargo, hace dos, la suerte pareció sonreírles. 
					Sandra encontró un empleo como limpiadora y su marido dejó 
					las filas del paro hace unos meses para empezar a trabajar 
					como repartidor a media jornada.  
					 
					Un alojamiento asequible 
					 
					Ahora, entre ambos ganan alrededor de 800 euros. Sin 
					embargo, con dos niños, el sueldo no les alcanza para 
					sufragar los altos alquileres por los que se caracteriza 
					Ceuta y poder alimentar a la familia. Por ello, Sandra 
					acudió a Asuntos Sociales para pedir ayuda. Allí la única 
					solución que le ofrecen es que se busque un piso de alquiler 
					para que ellos le paguen dos meses después parte de su 
					precio. Pero tampoco puede. Y es que, Sandra es una mujer 
					que se ha quedado sin opciones y que se siente indignada por 
					ver como no puede acceder al derecho de tener una vivienda 
					digna. Ella sólo quiere un alquiler asequible, como el de 
					las viviendas de protección oficial a cuya lista no se pudo 
					apuntar hasta no contar con una nómina.  
					 
					El tiempo no corre a su favor, aunque los militares 
					ampliaron el plazo para el desahucio, tal y como explica. 
					“Los días pasan y me veo en la calle” lamenta asegurando con 
					voz entrecortada que se siente “impotente”. Al preguntarle 
					sobre sus vecinos, Sandra no puede contener las lágrimas y 
					entre ellas explica con amargura como incluso le han 
					ofrecido salir a la calle para pedir que se quede en el 
					barrio.  
					 
					Mientras, ella sólo quiere despertar de la pesadilla 
					provocada por la crisis y el paro que ha abocado a decenas 
					de ceutíes a convertirse en ‘okupas’ y cuyos casos de 
					desalojo pasan cada vez más frecuentemente por los juzgados 
					de la ciudad. 
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