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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE MAYO DE 2012

 
OPINIÓN

¡¡Pucherazo!!

Por Nuria de Madariaga


Blanca y en botella. ¿Qué puede ser? Lógicamente la leche. Mesa para las votaciones integrada por empleados del propio García Gaona, de entrada ilegitimada por la ausencia de interventores ni durante la propia votación ni en el posterior recuento de los votos. ¿Que puede ser? Lógicamente las elecciones de la FFC, es decir, ¡la leche!. Y eso que no estamos en la Venezuela de Hugo Chavez, sino en la pluridemocrática España, donde si algo no faltan son garantías de todo tipo para hacer que hasta la elección del presidente de la comunidad de propietarios de un bloque, se atenga a una serie de requisitos formales que son irrenunciables y a unos postulados capaces de acreditar la total transparencia de cualquier votación. Así cómo el derecho inalienable a la privacidad de los votantes que han de contar con un espacio reservado para elegir su papeleta. ¡Complicaciones y burocracias! debieron pensar los responsables de la FFC, dispuestos a simplificar al máximo el proceso, salpicándolo de paso de todos los vicios formales.

Los bastantes cómo para que prospere la impugnación, se declare la nulidad de la votación y haya que volver a comenzar desde el principio. ¿Puro afán de incordiar, por no decir joder, a quienes acudieron a depositar su sufragio, porque tendrán que regresar a un nuevo llamamiento? ¿Modas y modos, modismos, personas, paisajes y paisanajes bananeros y bastante inadecuados a los avances del siglo XXI? Bananero, con su toque caciquil a modo de caipirinha bien revuelta de “tics” antidemocráticos.

La mesa claramente parcial, la ausencia de interventores, la inexistencia de cabinas, la puerta que se cerraba y se abría, el recuento sin testigos y la total opacidad, lo único que faltaba era la santera con el turbante y la gallina para hacer la macumba al son de ritmos afrocaribeños. ¿Será tal vez porque Garcia Gaona quiere acoplar unos nuevos usos culturales a nuestro actual “crisol de culturas”?

Y para mayor bochorno la presencia del fedatario público para levantar acta de las presuntas irregularidades. El tener que llamar “al Notario” es el último recurso antes de llamar directamente a la policía para denunciar el “desmadre a la fefecé”.

¿Pero no se dan cuenta de que lo único que genera ese bananerismo absurdo es un insano cachondéo? El personal se burla ante los “amañamientos” que son exponente de ambiciones personales. ¿Y es que no es sana la ambición? Sí, lo es porque constituye una motivación a la hora de conseguir logros determinados, pero se vuelve insana cuando para lograr los objetivos últimos hay que recurrir a “chanchullerías”.

¿Y de qué tipo pueden ser esas “chanchullerías” desde la perspectiva doctrinal? Hay dos tipos básicos:

1º.- Inteligentes, solapadas, maquiavélicas e incluso sibilinas, pero siempre respetando las formas todo lo posible para no correr el riesgo de impugnaciones y anulaciones.

2º.- En plan burdo y “evidente” con mucho comportamiento de la España del “landismo” de por medio, extremadamente “cantoso” muy de Torrente y con cierto sustrato del Malecón de la Habana, pero sin señoritas diciéndoles a los turistas eso de “¡Mi amol...!”.

En este segundo supuesto suelen mandar a llamar al Notario que irrumpe con los folios, levanta acta, se entera de los desaciertos, apercibe, da fe pública y proporciona todos los instrumentos precisos para que prospere una impugnación. ¿Cálculo de probabilidades? Validez 0- Anulable 10.
 

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