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					El presidente del Tribunal Superior de Justicia de 
					Andalucía, Lorenzo del Río, cerró ayer el ciclo de ponencias 
					de las III Jornadas Jurídicas de Ceuta, que comenzaron el 
					lunes. Disertó sobre la repercusión económica y social de la 
					justicia efectiva. Previamente intervinieron el 
					vicepresidente del Tribunal Constitucional, Eugenio Gay 
					Montalvo, con la ponencia ‘Una Europa inacabada. Una 
					propuesta desde el Derecho’; y el presidente de la Sala 
					Primera de lo Civil del Tribunal Supremo, Juan Antonio Xiol, 
					quien disertó sobre el diálogo en los tribunales. Altísimo 
					nivel y gran participación en las jornadas, la tónica 
					general. 
					 
					Cerraron ayer las III Jornadas Jurídicas de Ceuta, con una 
					última ponencia a cargo del presidente del Tribunal Superior 
					de Justicia de Andalucía (TSJA) , Lorenzo del Río, quien 
					disertó sobre la repercusión económica y social de la 
					justicia efectiva. Un asunto de gran trascendencia, máxime 
					en tiempos de crisis. Su charla y posteriores preguntas de 
					los asistentes fueron moderadas por Manuel Jesús García 
					Garrido, catedrático emérito de Derecho Romano de la UNED. 
					 
					Del Río subrayó que la crisis conlleva variaciones en los 
					elementos sociales y económicos de la ciudadanía y que, 
					aunque parezca lejano, la repercusión de la justicia en un 
					entorno de crisis es muy elevada. 
					 
					“En un contexto de crisis, la justicia necesita 
					fortalecerse”, declaró. En este sentido, destacó que la 
					situación de crisis generalizada se traduce en un aumento de 
					la carga de trabajo de la justicia, ya que el número de 
					procesos es muy superior al que se contabiliza en épocas de 
					bonanza. 
					 
					Además, hay que tener en cuenta que, en el ámbito judicial, 
					la capacidad de reacción del Estado ante esta situación de 
					sobrecarga de trabajo está limitada precisamente por la 
					situación de crisis económica. 
					 
					Como apunte, indicó que se ha detectado un aumento del 33% 
					-sobre los últimos diez años- de los asuntos ingresados. 
					Son, pues, “años muy complicados”, en los que se está 
					produciendo un alto índice de litigiosidad. 
					 
					Lorenzo del Río constató ante el auditorio la 
					“imposibilidad” de aproximar la justicia a la meta del 
					“rendimiento óptimo” y advirtió también que el retraso 
					acumulado en los procedimientos “nos aleja de una justicia 
					ágil y eficaz. El mayor estigma de la justicia es la 
					lentitud”, sentenció. Bajo su punto de vista, esta lentitud 
					incluso ha sido asumida socialmente y todo ello se traduce 
					en “un claro deterioro de las garantías judiciales en el 
					ámbito de la temporalidad”. 
					 
					Trasladado a la crisis, se producen consecuencias por 
					ejemplo en contratos, reclamaciones, cierres de empresas por 
					no haber resoluciones de los juzgados de lo Mercantil 
					dictadas a tiempo... 
					 
					“Un sistema judicial imperfecto es perjudicial para la 
					actividad económica”, declaró el ponente, para quien la 
					justicia “hace que el Derecho no sea papel mojado”. Constató 
					a este respecto varios problemas graves, como la ineficacia 
					en la ejecución de las resoluciones judiciales, la tardanza 
					y la imprevisibilidad de los resultados de los 
					procedimientos judiciales. Incluso se percibe desde la 
					judicatura que una justicia “lenta, costosa y con 
					incertidumbre” promueve que los ciudadanos no acudan a la 
					justicia cuando debieran. Así, el magistrado entiende que la 
					justicia “forma parte del Estado democrático, del cima de 
					relaciones económicas y sociales”. Así, destacó los altos 
					costes de la infraestructura judicial, diferenciados en 
					gasto público, coste privado y costes ocultos, provenientes 
					estos últimos de un mal funcionamiento de la justicia. Para 
					el presidente del Tribunal Superior de Justicia de 
					Andalucía, “los cuatro jinetes del apocalipsis de la 
					justicia son la lentitud, los costes, la ineficacia y la 
					imprevisibilidad”. “La justicia en tiempo podría dinamizar 
					la economía”, advirtió.  
					 
					Teniendo en cuenta que la justicia depende de los costes y 
					que los recursos son limitados, se hace aconsejable que los 
					procedimientos sean sencillos. Cifró en 1.300 euros, 
					aproximadamente, el coste medio de un procedimiento judicial 
					y de medio millón de euros el gasto anual de un juzgado. Las 
					repercusiones del mal funcionamiento, por ejemplo, se 
					plasman en suspensiones de juicios, lo que genera costes 
					personales y económicos, en base al problema del “vuelva 
					usted otro día”. 
					 
					Se impone, ante esta situación, una petición de introducción 
					de nuevas estructuras, por ejemplo en los juicios de 
					conformidad, que movilizan muchos recursos que después 
					resultan ser inútiles. Se trataría, pues, no tanto de 
					aumentar los recursos sino de rentabilizarlos. Así, se 
					impone un cambio y Lorenzo del Río propuso que el cambio que 
					hay que hacer en el ámbito judicial es “cualitativo. no sólo 
					con más medios. El reto es mejorar la cualificación y el 
					rendimiento con los actuales medios”. El resto de las 
					ponencias corrieron a cargo del vicepresidente del Tribunal 
					Constitucional, Eugenio Gay Montalvo, quien expuso su visión 
					sobre ‘Europa inacabada. Una propuesta desde el Derecho’, 
					intervención moderada por Kissy Chandiramany Ramesh, gerente 
					de los Servicios Turísticos de la Ciudad de Ceuta.; y 
					también del Juan Antonio Xiol,, presidente de la Sala 
					Primera de lo Civil del Tribunal Supremo, quien pronunció la 
					conferencia ‘Diálogo en los tribunales’, que fue moderada 
					por José Luis González Armengol, decano de los jueces de 
					Madrid. 
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