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OPINIÓN - DOMINGO, 3 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / SNIPER

FAS: presupuestos para una derrota segura


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

El dinero es el nervio de la guerra, una y las tres cosas a la vez más necesarias para una eventual victoria en la misma, como ya advirtió en su momento aquél genial artillero corso de apellido Bonaparte: dinero, dinero y dinero. No en vano y en la historia contemporánea, el poderoso imperio soviético navegó hacia su derrota al no poder competir económicamente con Occidente. Hoy día, ante una situación internacional altamente fluida y revestida de altas cotas de incertidumbre no parece el momento más propicio para meter tijera en los presupuestos de Defensa. Más bien al contrario, máxime si el país afectado como España se encuentra inmerso por su geografía en unas coordenadas geopolíticas que lo proyectan en una eventual primera línea dentro del flanco sur de Europa. Ciegos serán quienes no lo vean, necios quienes miren para otro lado y traidores quienes, sabedores por su posición de lo que en cualquier momento puede venirse encima, escamoteen la información que poseen. La realidad es que quién puede permitírselo está pisando el acelerador por el control de recursos naturales y minerales estratégicos, incluido el agua, mientras la decadente y vieja Europa sigue sin disponer de proyección estratégica, al albur de los acontecimientos y confiada en el relativo calor (cada vez más lejano, aproando al Pacífico) del músculo protector de los Estados Unidos.

Según todos los expertos el presupuesto mínimo indispensable para mantener operativas, en personal y medios, nuestras Fuerzas Armadas, dotándolas de los necesarios avances tecnológicos, sería al menos el 1% del PIB del país, es decir unos diez mil millones de euros y sin embargo la triste realidad es que, en los últimos cuatro años, las FAS han sufrido unos recortes estimados en una media del 25% de sus presupuestos normales, situados alrededor ( + - 10%) del 0,80 del PIB. Para el actual ejercicio y en el actual contexto de crisis, el ministerio de Defensa ha visto mermada su partida en un 8,8% más, no tanto como otros ministerios en los que el tijeretazo se ha doblado, pero en un porcentaje que complica su operatividad y respuesta precisa a los nuevos retos y amenazas, sumiendo además en un letargo a la industria nacional de defensa comprometiendo su relanzamiento futuro. A ello habría que añadir la deuda de veinte mil millones de euros que arrastra el ministerio. Es decir, podríamos estar adentrándonos en un punto de no retorno, de incalculables consecuencias estratégicas en defensa y proyección internacional, a lo que se suman dos graves percepciones: una, la ilusa falta de sensación de amenaza por la mayor parte del conjunto de la población española; derivado en parte de lo anterior, la falta de consideración de la cultura (y economía) de defensa como una opción de garantía de futuro.

Este escribano del limes entiende que, por parte del sacrificado personal militar, basta ya de ponerse en posición de firmes y gritar “A sus órdenes”. Al pan, pan y al vino, vino. O como diría Unamuno: al ladrón, ladrón y a la puta, puta. Estamos adentrándonos en una crisis sistémica y sistemática, civilizacional y axiológica, de carencia de recursos y ecológica, capaz de generar una sinergia de cambios estratégicos a nivel planetario. Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, pero encaramos un nuevo paradigma en el que nada volverá a ser como antes: ni el llamado “Estado del Bienestar” es sostenible, en su actual uso, en el tiempo y el espacio. Desde la caída del Muro de Berlín hemos pasado, en poquísimos años, de un mundo Bipolar a otro Multipolar, tras un breve interregno Unipolar de los Estados Unidos. Los BRIC emergentes reclaman su sitio. Y el Magreb y resto de África, nuestra Frontera Sur directa en Ceuta, Melilla y Canarias, está acercándose a la ebullición. Mal momento para los recortes en Defensa. Con estos presupuestos, nos enfrentamos en el futuro a una derrota segura.
 

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