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OPINIÓN - DOMINGO, 3 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Cómo será la nueva EpC?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Para la elaboración de la nueva Educación para la Ciudadanía, conviene tener en cuenta cómo están elaborados los dos decretos aún vigentes que regulan la materia. Se habla de “mostrar respecto por las diferencias y características personales propias y de sus compañeros y compañeras”; “de un criterio de evaluación para valorar si el alumno o la alumna… ejerce una autorregulación de sus emociones”… Es conveniente observar lo de “alumnos o alumnas” y “compañeros y compañeras”. El nuevo proyecto del Real Decreto menciona sólo “alumnos” o “compañeros”, y con ello abarca también a las “alumnas” y a las “compañeras”, como recomienda la Gramática de la Real Academia de la Lengua.

En el decreto vigente se manda que los estudiantes aprendan “la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos”. Ahora se elige una versión que da menos opción al adoctrinamiento y que recuerda en el tono a un mandamiento de Moisés: “No discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o laboral”.

Pero quizás lo más importante es que reconoce explícitamente en este contexto –Estado democrático- “el derecho fundamental de la libertad de conciencia individual” y se centra en el contenido de la asignatura: “El Estado tiene la obligación de asegurar que los ciudadanos (atención, no se dice “ciudadanos y ciudadanas”) conozcan la Constitución, el funcionamiento de las instituciones públicas y cuanto se refiere a los derechos y libertades que caracterizan nuestro estado democrático”.

Como se ve, este Real Decreto, a la espera de una nueva Ley Orgánica de Educación –conviene recordar que el Sr. Ministro, en principio, no estaba por la labor- que sería la que pudiera cambiar el nombre de la asignatura, quita carga ideológica al que hay: una norma que facilita de forma oficial la tarea de deformar conciencias en asuntos como la identidad de personal, la concepción de familia y el matrimonio, y la moral sexual. Sin embargo, este borrador de R.D. y los anteriores, ponen de manifiesto una vez más la manía de querer regularlo todo, como si la misión del Estado fuese legislar hasta el último rincón de la última asignatura, algo que hace daño por lo menos al sentido común.

Determinados especialistas denunciaban el error “de los criterios de evaluación de EpC, con lo que se miden no tanto los conocimientos por parte de los alumnos como actitudes y conductas personales”. Los criterios de evaluación, sin embargo, en el borrador del R.D., apenas si se han modificado.

En el preámbulo del borrador se lee: “la tarea de educar en democracia debe hacerse de un modo compartido y no excluyente entre la familia, las instituciones públicas, los centros educativos, y la misma sociedad”.

Para que el R.D. llegue a convertirse en una realidad, es necesario tener muy presente, en primer lugar, que ha de superar lo expuesto por las Consejerías de Educación de Madrid y Cataluña: la suspensión de la polémica asignatura de forma definitiva.

La propuesta se produjo durante la reciente reunión de la Conferencia Sectorial de Educación, una asamblea formada por los consejeros de las Comunidades Autónomas y los altos cargos del Ministerio de Educación, con el Sr. Ministro presidiéndola.

La Consejera de Cataluña argumentó que “la referida asignatura sólo servía para crear polémica con las modificaciones que introducía el Gobierno de turno, y que lo apropiado sería cortar por lo sano: eliminarla”. La Consejera de Madrid, con forma más pragmática, argumentó: “esa asignatura quita un tiempo precioso a otras que de verdad son las que han de aprender en la escuela: lengua, matemáticas e idiomas, sobre todo”. Y además, añadió: “Nos han quitado a todos una cantidad de tiempo y esfuerzo en discusiones, creando tanta polémica por su propio carácter, que es una razón más para eliminarla”.

Pero hay algo que no se tiene en cuenta. En los primeros momentos de su implantación, la EpC no fue aceptada por la Comunidad Educativa, en especial por las distintas Asociaciones de Padres de Alumnos, que argumentaron que no es posible negar a los padres el derecho de oponerse a que a sus hijos se les imparta una asignatura que, según lo conocido, contiene criterios contrarios a la filosofía religioso/moral, que alegan los propios padres.

¿Cómo es posible que se alcen tantas voces para cuestionarlo e incluso negarlo a los padres, cuando éstos únicamente pretenden que a sus hijos no se les imponga una formación moral distinta de la elegida por ellos? Seguramente porque nos hallamos ante una magna operación intervencionista en las libertades de la sociedad que trata de afirmar el derecho del Estado a educar moralmente a sus ciudadanos. Todo ello conduce, antes y ahora, a que lo que salga no será nada distinto, y conseguirán que todos los padres se conviertan en objetores.

Por otra parte, el programa electoral del PP anunciaba una reforma legal que indujo a la Comunidad Educativa a tener una nueva Ley, la séptima en 40 años, en contra, además, de las recomendaciones y las peticiones de estabilidad económica. Sin embargo, en el seno del partido hay quienes han advertido de la inconveniencia de elaborar una nueva Ley Orgánica, que no tendría problema en salir adelante en el Parlamento, sin embargo hay voces dentro del Partido que apuntan que es preferible reformar los aspectos de la Ley Socialista vigente (LOE) que el PP no comparte, como la estructura del Bachillerato, que el PP quiere ampliar a tres cursos, según contempla el programa electoral.

En los inicios de la aparición de la EpC, en mi colaboración semanal en este diario, expuse la experiencia que realicé en nuestro Centro, el C.P. Maestro Juan Morejón, durante el curso 1997-98, dentro del Plan Anual de Mejora. En mi tutoría de 2º de la ESO puse en marcha una actividad relacionada con el planteamiento y discusión de Dilemas Morales, como medio de Educación para la Convivencia y como método para favorecer la participación Democrática. La Metodología empleada fue la “Discusión de Dilemas” y la temporalización durante el tiempo dedicado a tutorías. Evaluado el trabajo, resultó muy positivo.
 

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