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                     Somos imbatibles. Así expresó, 
					fechas atrás, una autoridad del Partido Popular de Ceuta, su 
					convencimiento de que están tan sobrados de poder que ahora 
					mismo todos tenemos que dedicarnos a hacerles la ola a 
					cuantas decisiones tomen. Le faltó decir que, quienes osen 
					llevarles la contraria, se van a encontrar con la fuerza que 
					emana de una minidictadura.  
					 
					La autoridad que echó mano del adjetivo imbatible o 
					invencible, que para el caso es lo mismo, nos vino a decir 
					que los ciudadanos debemos andarnos con pies de plomo antes 
					de oponernos a lo que ordene y mande una figura que ha ido 
					creciendo en todos los sentidos y que no está dispuesta a 
					que se le discuta lo más mínimo. Pues él también mantiene la 
					lucecita de su despacho encendida toda la noche. 
					 
					Es un liberal hacia arriba, esto es, reclama la libertad a 
					quienes están por encima de él y exige la sumisión de 
					quienes le obedecen. Está demostrado, pues lo estamos 
					viviendo cada día, que las ideas liberales de nuestro 
					liberal presidente en política nacional pierde liberalidad, 
					es decir, consecuencia, al tratar de aplicarla en la pequeña 
					cuadrícula que rige y controla. Por lo cual, estamos viendo 
					como un liberal en la obediencia se transforma en autócrata 
					a la hora de ejercer el poder. 
					 
					Un amigo mío, cuando se lo explico, lo resume muy bien: 
					“Mira, Manolo, lo que tú me estás contando se trata 
					de una nueva faceta de la desacreditada ley del embudo: 
					libertad para todo y para todos… menos para los que están 
					bajo mi férula”. 
					 
					Cuenta, como no podía ser menos, con un grupo de personas 
					elegidas por él y que ocupan cargos donde vienen ganando una 
					pasta gansa. Dineros que no obtendrían, ni por asomo, 
					trabajando en sitio alguno. Pero todas han tenido que 
					aprenderse una frase muy de los jornaleros del campo dicha a 
					los señores latifundistas: “A mandar, señor, que para eso 
					estamos”. 
					 
					Una de las personas que está bajo su protección es, sin duda 
					alguna, Antonio García Gaona: suplente al Senado por 
					el Partido Popular y recién elegido presidente, otra vez, de 
					la Federación de Fútbol de Ceuta. Éste, desde hace ya mucho 
					tiempo, hace con Juan Vivas lo que le da la gana. 
					¿Qué por que es su ojito derecho?, pregunta usted. Porque a 
					García Gaona lo dejó muy bien recomendado el anterior 
					presidente de la FFC. Más o menos habló así de él: “Mira, 
					Juan, Antonio es como yo; esto es, lo más parecido a ti. Y 
					te diré más: en los años que lleva conmigo me ha demostrado 
					que es más listo que el hambre. Y, además, por si fuera 
					poco, Dios le ha concedido la misma cara de bueno que a 
					nosotros. Y con cara de bueno, bien sabes tú, querido amigo, 
					que uno puede hacer en la vida de su capa un sayo”.  
					 
					Con cara de bueno, y teniendo al presidente cogido por los 
					dídimos, García Gaona se ha convertido en el más fiel 
					guardián de todas las posibles trampas que han ido anidando 
					en el seno de la federación desde hace un montón de años. 
					Pero las trampas, según hemos podido comprobar estos días, 
					no cesan. Todas ellas encaminadas a que nadie pueda acceder 
					a los libros de contabilidad del organismo federativo. En el 
					acto donde García Gaona fue reelegido presidente, estuvo 
					Juan Vivas, con parte de su séquito, para demostrar que el 
					presidente de la federación tiene bula para hacer y deshacer 
					a su antojo. Son imbatibles. Son invencibles. Y si no que se 
					lo pregunten a José Antonio Rodríguez. Que lo 
					aprendió en Turismo. 
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