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                     El independentismo catalán es una 
					corriente política que reivindica la independencia de 
					Cataluña respecto a España y su integración en la Unión 
					Europea con todos los derechos bajo la premisa de que no 
					alcanzarán su máxima plenitud cultural, social ni económica 
					mientras formen parte de España. Una opción abanderada por 
					la “Estelada” que sustenta sus reivindicaciones en cuatro 
					principios básicos: historia, cultura, lengua propia y al 
					derecho civil catalán. No podemos olvidar que este 
					movimiento, actualmente pacífico, utilizó hace años la 
					violencia terrorista en la búsqueda de sus objetivos 
					políticos.  
					 
					Un movimiento inicialmente minoritario capaz de recabar 
					importantes cantidades económicas entre las principales 
					instituciones catalanas a través de subvenciones, convenios 
					plurianuales y adjudicación de contratos argumentados en la 
					protección de la cultura y la lengua catalana convirtiéndose 
					en un sector de alta rentabilidad. Entre las numerosas 
					asociaciones y organizaciones catalanistas receptoras de 
					estas “ayudas” debo destacar los 13 millones de euros 
					recibidos desde el año 2005 por la entidad Ómnium Cultural o 
					la Plataforma per la Llengua con 3 millones de euros. 
					 
					Recursos públicos adjudicados por las principales 
					instituciones públicas catalanas utilizados para sufragar 
					los costes económicos ocasionados por las diferentes 
					campañas independentistas organizadas por unos grupos 
					responsables directos de las principales protestas 
					antiespañolas de los últimos años. Cabe recordar en este 
					punto las protestas organizadas con motivo de la final de la 
					Copa del Rey del pasado mes de mayo en el Estadio Vicente 
					Calderón entre los equipos del F.C. Barcelona y el Atlétic 
					de Bilbao en el que las aficiones de ambos equipos 
					respondieron a las consignas dadas desde el independentismo 
					vasco y catalán. 
					 
					Unas organizaciones separatistas que dieron un paso más en 
					sus pretensiones independentistas al presentar el pasado mes 
					de abril una petición formal a la Comisión Europea con la 
					intención de que este organismo comunitario reconociera a 
					Cataluña como un Estado propio de la Unión Europea 
					totalmente independiente de España y con los mismos derechos 
					que el resto de países miembros. Una iniciativa rechazada 
					tajantemente por el organismo competente al entender que 
					atenta contra el artículo 20 del Tratado de Funcionamiento 
					de la propia Unión Europea y más concretamente, que no 
					existe base jurídica alguna los Tratados de la UE que 
					permita que una legislación secundaria aborde las 
					consecuencias de una secesión de una parte de un Estado 
					miembro. 
					 
					En nuestra ciudad, algunos pretenden alcanzar dádivas 
					similares equiparándose con estas organizaciones 
					independentistas que llevan años beneficiándose política y 
					económicamente de la defensa de la cultura y la lengua 
					materna cuando nos encontramos ante circunstancias 
					totalmente contrapuestas puesto que, entre las lenguas 
					reconocidas en la Constitución Española no se encuentra 
					ninguna lengua proveniente de terceros países. Ceuta forma 
					parte indisoluble de España y como tal en ella solo pueden 
					ser reconocidas aquellas lenguas incluidas en nuestra Carta 
					Magna (castellano, catalán, vasco y gallego) a pesar de las 
					pretensiones de un sector determinado de la sociedad ceutí. 
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