PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / SNIPER

El Magreb, Ceuta y el avance salafista
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Hoy ya no hay duda de que la mal llamada “Primavera Árabe” del año pasado, aun inconclusa, ha dado nuevos bríos al islamismo político de diferente género que, paulatinamente y de forma progresiva, se está haciendo con el poder en el región y en sus aledaños. Islamismo político en plural, pues ésta ideología basada en el Islam vive un proceso de maduración no exento de contradicciones, discurriendo por estadios de evolución diferentes: dejada a un lado y en general la vía de la violencia y el terrorismo, el islamismo radical se ha ido atemperando en líneas generales, buscando una expresión más política y legal. Son los exitosos casos del AKP turco y del PJD marroquí, formaciones neosalafistas que se han comprometido con el juego democrático y que, aunque aun en evolución, han dado señales inequívocas de respeto por las reglas del juego, además de rechazar la sharía o ley islámica como única fuente de derecho; en Túnez, el mismo Ennahda se revuelve en búsqueda de un equilibrio mientras, de forma pasiva, tolera de forma inquietante la actuación de bandas salafistas (“Son nuestros niños”, aduce Rachid Ghannouchi, quien añade “todos somos salfistas”) mientras en el mismo Egipto, el gran país árabe cruzado por el Nilo, los mismos Hermanos Musulmanes (al menos una parte mayoritaria de los mismos) actúan de freno y contención contra el salafismo más virulento. Lentamente, sí, pero hay indicios de que en el islamismo (con la lección bien aprendida del FIS argelino en la década de los noventa) van emergiendo señales que lo sitúan como una fuerza más del entramado político de cada país, en continua búsqueda de un capital de confianza que los acredite puertas adentro y los legitime ante un expectante Occidente. Y en ésta dirección, el salafismo radical pura y llanamente sobra. O se renueva y reconvierte o kapput. Eso lo saben bien en Marruecos ex presos inteligentes, como Fizazi.

Solo en Túnez, país en el que tras la marcha del corrupto autócrata Ben Alí a primeros de 2011 las espadas aun están en alto, cuatro son las grandes corrientes del salafismo extremista que pugnan por llevarse el gato al agua: en el plano radical pero no violento estaría en primer lugar la “dawaâ” base de la Yamaâ al Tabligh, organización sectaria inicialmente pietista dedicada a la predicación y en cuyas fuentes han bebido, antes de adoptar posturas más extremistas, miles de activistas; un peldaño más arriba nos encontramos a la Salafiya Ilmiya, centrada en “purificar” la ideología islamista; a continuación, como en una pirámide, vendría ya el extremismo violento de la Salafiya Yihadista, con su legitimización de la violencia y el terrorismo, para alcanzar un paroxismo en la Takfir wal Hégira (Expiración y la Hégira), minoritaria y virulenta organización, abiertamente rupturista, que busca erradicar sociedades musulmanas enteras tachadas de impías. Mosaico éste el del salafismo tunecino que, de alguna forma, podemos extrapolar al resto del Magreb incluido obviamente el vecino Reino de Marruecos, donde en el punto de mira del salafismo radical se halla el Islam tradicional marroquí habitualmente moderado, basado en el sufismo y el morabitismo. No es casual que el salafismo en su conjunto choque con la presencia de los morabos, contra los que centran sus diatribas de palabra y obra: el mismo y venerado santuario de Mulay Abdeslam se va viendo rodeado por un anillo de mezquitas salafistas (que ya han desbordado los barrios de las ciudades saltando al campo), las tumbas del Yebel Habib (en la carretera a Larache, pasando Dar Chaoui) se han visto recientemente violadas e incluso en Ceuta, elementos tabligui asaltaron en su momento algunos de los venerados morabos sitos en los alrededores de la ciudad, como bien sabe la comunidad musulmana de la misma….

Y abordando ya la delicada (y peligrosa) deriva de Ceuta, dos son las corrientes salafistas radicales que están haciéndose poco a poco con la ciudad, ante las mismas narices e impotencia de las autoridades y el asombro de la mayoría de los ciudadanos musulmanes de la misma. Por un lado y en la base de la pirámide está la Yamaâ al Tabligh, el primer peldaño de la escalera de la islamización y que cuenta con el beneplácito de las autoridades locales. A su último y tercer encuentro en abril, disfrazado de Congreso Islámico, acudieron centenares de islamistas venidos de varias esquinas del mundo (asistieron más de mil doscientas personas), convirtiendo a Ceuta por unos días en capital virtual del radicalismo tablighi. Más aun: estos días la organización madre local, UCIDCE (bajo férreo control del Tabligh), ha seguido pese a la crisis chupando de las subvenciones públicas, recibiendo la nada desdeñable cantidad de ciento veinte mil euros para el “fomento de actividades relacionadas con la religión musulmana”, es decir de su particular visión del Islam... A la espesa secta del Tabligh se ha ido uniendo en los últimos tiempos otros peldaños, procedentes del salafismo extremista de Marruecos: es el caso del presunto jeque Omar Haddouchi (o Hadushi), ex detenido como ideólogo del salafismo yihadista (fue liberado en febrero de éste año) y que, invitado por activistas ceutíes, pronunció la “jotba” del pasado viernes 8 de junio en la mezquita Yamaâ Tuwa de la barriada de Príncipe, una escalada más en el proceso de islamización radical que acosa a la ciudad en los últimos años. El tetuaní Haddouchi es uno de los teóricos más incultos y virulentos del salafismo radical, tanto que junto a su colega Hassan Kettani (éste con un perfil mucho más culto) le fue prohibido recientemente el acceso a Túnez.

¿Qué se puede hacer…? En primer lugar, no permitir el acceso a territorio nacional a individuos que, por sus segados y radicales planteamientos, son una amenaza directa para la convivencia; en segundo lugar y tras las oportunas investigaciones, realizadas con todas las garantías, proceder a la expulsión ordenada a sus países de origen de centenares (si no miles) de activistas emboscados cuyo planteamiento del Islam tiene poco o nada que ver con valores comunes plasmados en la Constitución; finalmente, proceder a un barrido metódico de centros y lugares vinculados al extremismo, a la vez que se garantiza la libre circulación de personas e ideas en ciertos barrios de nuestras ciudades (Ceuta la primera) en la que ya empiezan a dejar sentir su ominosa presencia células de una incipiente “policía religiosa”. Alemania nos acaba de marcar el camino: así, en la madrugada del pasado jueves 14 de junio más de mil agentes peinaron en una redada simultánea en 7 de los 16 estados más de setenta dependencias y viviendas de personas próximas al salafismo radical, así como oratorios y mezquitas en búsqueda de propaganda y conexiones con el terrorismo islamista, mientras se estudian fórmulas legales para prohibir ciertos grupos y organizaciones de ésta referencia ideológica “por trabajar contra nuestro orden constitucional” en palabras de Hans-Peter Friedich, ministro de Interior. Solo en Alemania, los activistas (que no seguidores) de esta corriente religiosa extremista ascenderían a más de cinco mil. ¿Se atreve alguna autoridad en Ceuta a dar cifras sobre el islamismo radical en la ciudad, que se extiende cada año como una mancha de aceite…? Porque la realidad, vuelvo sobre mi hipótesis de trabajo, es que Ceuta es ya al día de hoy una ciudad islamista de corte radical bajo bandera corsaria, es decir al amparo de los derechos y libertades que otorga nuestra honrosa bandera roja y gualda. ¡Y encima con subvenciones públicas!. El islam normal y moderado, característico de la Ceuta de toda la vida, sufre un acelerado proceso de acoso y derribo. El primer peldaño en la islamización radical es la subvencionada secta del Tabligh; luego los Haddouchi de turno. Y para acabar, apaga y vámonos. Visto.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto