PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE JUNIO DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 11.


Los lunes han tenido siempre mala fama. La depresión causada por los lunes comienza, según dicen los deprimidos, en cuanto el domingo se hace noche. Pues bien, a mí los lunes sólo me parecían horribles cuando perdía el equipo de fútbol del cual yo formaba parte. Este lunes, cuando está a punto de fenecer, mi alegría no tiene límites. Porque he disfrutado viendo a Rafa Nadal ganar su séptimo Roland Garros. He disfrutado de lo lindo, a qué negarlo. Tanto, que me he puesto a dar hurras como un poseso cuando botó fuera de la pista la última bola del gran Novak Djokovic. Mientras que los franceses seguían tragando quina. Porque los franceses, aun reconociendo que he tenido varios amigos extraordinarios, parisinos ellos, están de las victorias de Nadal hasta los mismísimos. Se mueren de envidia. Que no es más que un ataque de desánimo al ver al mallorquín corriendo por las gradas como si fuera la primera vez que ha ganado la Copa de los Mosqueteros. Pero son siete las victorias obtenidas. Siete. Por si alguien lo ha olvidado. Y el lunes, cuando aún me relamía de gusto por la proeza del chaval de Manacor, llega el Madrid de baloncesto y le propina una paliza al Barcelona. Con lunes así, créanme, a mí no me importaría, un suponer, ponerme en contra de quienes dicen que a María Dolores de Cospedal le sienta tan mal la peineta y la mantilla, como les sentaría un chándal a Burgos y a Ussía.

Martes. 12


Veo venir de lejos a esa hora vaga de mediodía, por la calle Independencia, a Tomás Partida. Y decido pararme, a la sombra, claro está, puesto que el calor empieza a dejarse sentir, esperando a que Tomás llegue hasta donde yo estoy. Con el fin de pasar unos minutos de cháchara con él. Ya que llevaba mucho tiempo sin verle. Y, sobre todo, porque a mí me agrada sobremanera intercambiar impresiones con un Tomás que da la impresión de ser muy estirado entre quienes no tienen la suerte de conocerle bien. Partida y yo siempre acabamos charlando sobre los medios de comunicación. De cómo están dirigidos o administrados, según nuestro modesto saber y entender. Y a mí, cuando la conversación está ya a punto de concluir, siempre se me ocurre recordarle que debería reanudar sus publicaciones en los periódicos. Que a él se le da muy bien la opinión. Pero, por lo que me responde y por la expresión de su cara, deduzco que mi estimado Tomás no tiene el menor interés en complicarse la existencia. Y menos en los momentos actuales.

Miércoles. 13


Tras anunciar que en julio dejará la presidencia del Partido Popular de Andalucía, Javier Arenas viene siendo noticia todos los días. Se nos dice que Arenas Bocanegra le cae muy mal a María Dolores de Cospedal y que ésta hará todo lo que esté en sus manos para que Mariano Rajoy no le dé cobijo en Madrid; se nos dice, también, que en cuanto haya la menor oportunidad, el Niño Arenas –otro, como Fernando Torres, que será niño hasta el fin de sus días- volverá a ser ministro. Y, desde luego, los columnistas afines a los populares han cantado las excelencias de don Javier. Los más aduladores han sido Ignacio Camacho y Antonio Burgos. Ambos no han ahorrado expresiones y palabras favorables a su político predilecto. Han dicho de él que es tipo curtido con experiencia, leal, referente del partido, poseedor de una labia capaz de venderle peines a los calvos y, además, que tiene más que demostrada su enorme condición de intuitivo. Y uno, que está siempre atento al menor fallo, confiesa estar de acuerdo con todas cualidades que le han adjudicado al Niño Arenas, excepto con la de intuidor. Pues Arenas, por si ustedes no lo saben, cuando Teófila Martínez se presentó como candidata a la alcaldía de Cádiz, hace ya un montón de años, pronosticó que su compañera de partido no tenía tirón electoral. Y qué decir de lo que pensaba, en su momento, de Juan Vivas. Por consiguiente, Arenas será bueno en muchas cosas; pero de intuición ha estado siempre más que cortito, negado. Algo inexplicable, pero cierto. Y a los hechos me remito.

Jueves. 14


Creo ver a Pepe Sillero saludándome desde su coche. Pero tampoco podría asegurar que ha sido él. Mas pronto se me ha venido a la cabeza lo que me dijo, días atrás, mientras estábamos velando a un amigo. Le pregunté por sus caminatas mañaneras. Y quise saber cuánto tiempo le venía dedicando a hacer senderismo. Y su respuesta fue la siguiente: desde que murió mi amigo, Pepe Ferrero, apenas tengo ganas de ponerme el chándal. Lo echo mucho de menos. Habíamos congeniado. Y todos los días salíamos a hacer kilómetros. Así que teníamos tiempo más que suficiente para poder charlar de cuanto se encartara a la par que íbamos disfrutando del paisaje. No nos quedó ningún rincón de Ceuta por conocer. Llegábamos hasta los sitios menos hollados. Ahora, en cambio, en cuanto trato de salir a caminar me vence la desgana. Motivada, por supuesto, por la pérdida de Pepe Ferrero; la que me ha afectado más de lo que nadie podría imaginarse.

Viernes. 15

Durante años, varios años, Antonio Francia y yo fuimos vecinos en un edificio de la calle Delgado Serrano. La vecindad hizo que se acrecentaran nuestras relaciones amistosas surgidas apenas pocos días después de arribar yo a Ceuta. Tolín, hipocorístico por el cual solíamos mencionarle o dirigirnos a él sus amigos, era vitalista. Y, por tanto, dispuesto siempre a vivir intensamente todo cuanto la vida nos ofrece de ocio. En ocasiones, yo solía decirle, con algo de guasa, que era el clásico hombre enamorado del amor. Y Tolín se reía y me llevaba ya por los caminos de la conversación que a él le venían mejor para darle rienda suelta a sus anécdotas. Buen conversador, amable, y muy dado a dejarse caer en ocasiones con algo más que ironía, anduvo siempre dispuesto a dejarse ver en los medios. Le encantaba el periodismo. Y, por supuesto, frecuentar a sus profesionales. A quienes siempre atendió más que bien cuando gozó de cargo en el Gobierno presidido por Jesús Fortes. Últimamente, debido a su enfermedad, o bien porque yo salgo menos, dejé de verlo. Su muerte, de la que me he enterado hoy, me causa la tristeza consiguiente. Esa tristeza inconfundible que nos produce la muerte de cualquier persona. Y que se traduce en lágrimas cuando el fallecido es amigo.

Sábado. 16


Los sábados son días especiales para mí. Libre de compromiso alguno, salvo excepción, decido recorrerme el centro de la ciudad. Lo suelo hacer despaciosamente, recreándome en la suerte de lo que se llama callejear. Ejercicio que puede durar casi una hora. Luego, si el calor aprieta, como sucede hoy, busco refugio en mis lugares predilectos. Que son varios. Con el fin de refrescarme el gaznate. En esta ocasión, decido tomarme la cerveza en Casa Pedro´s. Y allí coincido con Javier Prat. De quien no me canso de repetir que le tengo ley. Tras saludarnos, nos ponemos a conversar. Y lo hacemos durante un gran rato. De modo que nos da tiempo a charlar de todo un poco. Javier Prat es un tipo estupendo. Una persona excelente. Quien escribe tiene motivos sobrados para calificarle más que bien. Y, por tanto, cada vez que nos vemos es para mí motivo de alegría. Sí, de una alegría que no me cansaré de airear.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto