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OPINIÓN - LUNES, 18 DE JUNIO DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

Padre Antonio Montes Cueto, Agustino

Por Padre Marcos


El pasado día cuatro del presente mes, fallecía en la Residencia que los PP. Agustinos tenemos en Palencia, el P. Montes. Había nacido el 6 de junio de 1917; tenía, pues, 95 años -menos dos días- de edad. El P. Antonio era muy conocido aquí por los casi veinte años que pasó destinado en Ceuta.

Antonio era el mayor de nueve hermanos, cinco de los cuales viven. A los doce años de edad orienta su vida por la senda estrecha de la Vida Religiosa, debiendo interrumpir sus estudios filosóficos-teológicos a causa de la contienda nacional. Uno de sus tíos carnales, que también había estado destinado en Ceuta, el P. Severiano Montes, fue mártir en la guerra española de 1936. Él fue movilizado en marzo de 1937. Y en agosto del 38 es herido gravemente, lo que le supone un internamiento de seis meses en hospitales de Zaragoza, Burgos y Santander. Posee cuatro medallas.

En 1939 se reintegra de nuevo a la Vida Religiosa para terminar de cursar las disciplinas teológicas y recibir los diversos ministerios, ordenaciones y profesiones. Una vez ordenado sacerdote, inicia el apostolado de la enseñanza: tarea que le ocupará toda su vida. En el colegio San Agustín de Ceuta estuvo destinado en dos ocasiones: desde 1953 al 1966 y desde 1984 al 1991. Estuvo siempre preocupado por la enseñanza en general y de La Lengua Española en particular: Gramática, Léxico, Sintaxis, la correcta expresión oral y escrita; sin olvidar La Literatura (prosa y verso).

Quienes le conocieron de cerca, afirman de él que era hombre culto e inteligente, lector empedernido, de buena conversación, excelente profesor, polemista... Estaba licenciado en Lenguas Clásicas, y diplomado en francés. Algunos profesores compañeros suyo le recuerdan como un buen amigo, “a pesar de ser mi jefe”. Una gran persona, a pesar de sus rarezas que también tenía. Amante del colegio, de la Orden, “severo y, sin embargo, cariñoso”. Otros, le recuerdan leyendo el breviario a lo largo de la 1ª galería del colegio, observando al mismo tiempo qué pasaba en el patio, si había algún alumno fuera de clase o algo fuera de lugar. Fue siempre una persona dispuesta para cualquiera que lo necesitara.

Después de marcharse de Ceuta, continuaba interesándose por lo que acontecía en el Colegio y en la Ciudad a través de las numerosas amistades que había dejado, y “aprovechando las ocasiones en las que íbamos a Madrid con motivo de algún cursillo”. Cuando se enteraba que algún colaborador del colegio de Ceuta viajaba a Madrid, donde estaba destinado, lo buscaba para compartir con él mesa y mantel. “Teníamos amenísimas charlas sobre el Colegio, sobre la Ciudad y sobre las personas que él conocía, pues dejó aquí buenas amistades”. Y es que el P. Montes se interesaba por todo y por todos.

Un tumor pulmonar, maligno y solapado, con insuficiencia respiratoria, fue el causante del desenlace final. Se despidió de este mundo como había vivido en él: de prisa y sin molestar a nadie. El P. Antonio pasó por la vida como un hombre cabal. Su temperamento fuerte no le impidió nunca vender afabilidad, sonrisa y entusiasmo continuos. Cuando Montes levantaba la voz, es seguro que alguna

injusticia manifiesta se movía por el ambiente. “Se nos ha ido un gran erudito, un excelente fraile y un buen amigo”, nos comentan quienes le han conocido.

La Comunidad agustiniana celebrará una Misa por su eterno descanso, el lunes 18 de junio, a las 20:00 horas, en la parroquia de Los Remedios. Que Dios Nuestro Señor lo tenga en Su Gloria, para interceder por nosotros.
 

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