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                     Entiendo aunque no comparto la 
					postura crítica de quienes se oponen sistemáticamente a los 
					planteamientos esgrimidos por el Gobierno del Partido 
					Popular a pesar de que en los últimos ocho años han guardado 
					el más absoluto silencio compartiendo con ello 
					responsabilidades en las decisiones adoptadas por los 
					gobiernos anteriores del partido socialista. Escuchando en 
					estos momentos las críticas de algunos de ellos parece que 
					todos los problemas que hoy padece la sociedad española han 
					sido generados por un Ejecutivo que inició sus labores a 
					principios de año. 
					 
					El “progresismo” español se encuentra inmerso en una campaña 
					de descrédito permanente cuya intención final es desalojar 
					al Partido Popular del Gobierno de España, una formación 
					política elegida mayoritariamente por una ciudadanía deseosa 
					de cambiar la situación heredada. Quienes presumen de 
					demócratas no dudan en utilizar en beneficio propio 
					instituciones nacionales e internacionales, todo es válido 
					para ellos, no existe límites éticos. En este punto podría 
					mencionar las reiteradas filtraciones a los medios de 
					comunicación que siguen la actualidad de la Comisión 
					Europea, y que han minado la credibilidad de nuestro país. 
					 
					Circunstancias que han obligado al portavoz de Asuntos 
					Económicos de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj, ha 
					manifestarse al respecto afirmando públicamente que España 
					está acometiendo las reformas necesarias para cambiar las 
					circunstancias actuales, entre las que ha citado la laboral, 
					la de las pensiones y la del saneamiento de las cuentas 
					públicas precisando que donde sí era necesaria la ayuda 
					europea al país es en el sector bancario tal y como se ha 
					hecho con la línea de crédito cercana a los 100.000 millones 
					de euros que beneficiará al 30% de las entidades financieras 
					españolas.  
					 
					Críticas e incluso insultos que también recibimos quienes 
					defendemos la gestión de un Gobierno que recoge, una vez 
					más, un país herido de gravedad como consecuencia directa de 
					la incapacidad de quienes han dilapidado los recursos 
					públicos propiedad de todos los españoles llevándonos a una 
					tasa de desempleo que dobla la existente en la Unión Europea 
					y a una cifra de déficit público cercana al 9%. Podemos 
					discrepar, podemos debatir respecto a los planteamientos, 
					pero siempre desde el respeto a las personas y al marco 
					legal que recoge los derechos fundamentales y las libertades 
					públicas de todos los españoles, entre los cuales se 
					encuentra el reconocimiento y la protección del derecho a 
					expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y 
					opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro 
					medio de reproducción. 
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