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					Durante varios días hemos comprobado cómo cientos de persona 
					han estampado su firma y se han acreditado para suscribir su 
					apoyo a la A.D. Ceuta. Personas con nombre y apellidos y 
					carnet de identidad, ciudadanos de todos los estratos 
					sociales, ceutíes de pro que pagan sus impuestos, han 
					querido mostrar su apoyo a la no desaparición del primer 
					equipo de la ciudad. La iniciativa, surgida de la Asamblea 
					de socios y aficionados, se ha materializado en la fórmula 
					que viabiliza el sentimiento y lo traduce al respaldo con 
					soporte documental. No hay anonimato. Tampoco fanatismo. 
					Simplemente, es el sentimiento de una afición predispuesta a 
					respaldar una postura: evitar la desaparición de la A.D. 
					Ceuta por la indiferencia política. 
					 
					Los actuales rectores del club, conscientes de que la 
					situación económica es difícil, que ha obligado a “recortes” 
					de sueldos de funcionarios y a ceses de asesores, de la 
					puesta en marcha del Plan de Ajuste y Sostenibilidad, no 
					caen en la insensatez de pedir “más dinero público” para la 
					A.D. Ceuta, como algún malintencionado ha podido propalar 
					con más demagogia que veracidad. 
					 
					Se trata de requerir, de la Ciudad Autónoma de Ceuta y de su 
					Gobierno, el apoyo para que las numerosas empresas privadas 
					de los más variados sectores que vienen trabajando obra 
					pública, se impliquen -como hicieron otros años-, en la 
					medida que sea posible, para apoyar económicamente un 
					sentimiento deportivo que va más allá de quien o quienes 
					estén al frente del club. No se pide un imposible. Otras 
					veces se ha hecho y si ahora no se da el paso, sencillamente 
					hay que entender que la inhibición es el presagio de 
					facilitar un deterioro que sólo conlleva a la desaparición 
					del club. 
					 
					Desde la A.D. Ceuta se cuenta con la necesidad de 
					confeccionar un Presupuesto ajustado, acorde a la 
					circunstancias del momento y a la realidad social y 
					económica del país. Otra cosa sería irresponsable, insensato 
					y de lunáticos. Ahora bien, la austeridad, el ajustarse el 
					cinturón, no está reñido con apoyar indirectamente desde el 
					Gobierno, facilitando fórmulas al márgen del desembolso 
					directo vía subvención, aunque en este capítulo habría mucho 
					que hablar: desde los compromisos verbales, no escritos como 
					se dijo, hasta los desvíos de cantidades públicas desde la 
					A.D. Ceuta a la Federación de Fútbol de Ceuta o a los 
					encargos en exclusividad de viajes institucionales de todo 
					tipo a la misma agencia de viajes. 
					 
					El apoyo de empresas privadas que trabajan en Ceuta con 
					presupuestos millonarios no es un imposible si aportan su 
					granito de arena.  
					 
					Los años de gloria que ha dado la A.D. Ceuta con el FC 
					Barcelona, el Málaga, el Mallorca y otros equipos de Primera 
					División, con sus repercusiones mediáticas a gran nivel y la 
					promoción turística y de imágen de la Ciudad, no pueden ni 
					deben caer en saco roto. Además, todos los ceutíes, 
					aficionados o no al fútbol que han ido desfilando por la 
					mesa de firmas, vienen a demostrar que la A.D. Ceuta no está 
					sola y que hay ceutíes, votantes de partidos políticos, 
					contribuyentes en suma, que pagan sus impuestos tantos como 
					los que dicen que no quieren que se subvencione un equipo de 
					fútbol profesional con los suyos, que están ahí, que se 
					dejan sentir, con nombre y apellidos, perfectamente 
					identificados e identificables. Una marea de apoyo al primer 
					equipo de la ciudad que no entiende de personalismos y sí de 
					sentimientos.  
					 
					Si echamos una vista al concierto futbolístico nacional, no 
					hay ciudad que se precie que no cuente con un equipo 
					representativo en categoría nacional. La hermana Ciudad de 
					Melilla nos da un ejemplo palpable: equiparable a Ceuta en 
					tantas cosas, con la que “vamos de la mano” a tantas 
					iniciativas y, se pretende convertir al fútbol profesional 
					en la excepción de la regla.  
					 
					No se entiende ni se puede entender que el único punto de 
					divergencia entre Ceuta y Melilla sea el primer equipo de 
					ambas ciudades. Algo no parece razonable: allí sí hay un 
					presupuesto altísimo y aquí no, allí sí quieren fútbol 
					profesional y ¿aquí no? 
					 
					Entendemos que, si los fondos públicos son imposibles, el 
					Ejecutivo sí debiera tutelar el apoyo de empresas privadas 
					que invierten en Ceuta, para hacer viable que compita en 
					Segunda B un equipo que siempre ha sido uno de los “cocos” 
					de la categoría y que, en no pocas ocasiones, estuvo a punto 
					de dar el salto a superior categoría. 
					 
					Por ello, salvemos a la A.D. Ceuta. Búsquense fórmulas que 
					antes del 30 de junio, es decir, de aquí a la próxima 
					semana, se viabilice una posibilidad de subsistencia. Otra 
					cosa sería el aniquilamiento de un sentimiento que suscriben 
					cientos de ceutíes: con nombre y apellidos. Un colectivo que 
					también paga impuestos. Gente que vive aqui y que luego, 
					llegadas las elecciones votan. No se olvide. Y se podría dar 
					el caso que si se les desoye a ellos ahora, luego también 
					pueden desoir a quienes les pidan su voto.  
					 
					Traducido al lenguaje popular y dicho en castizo: donde las 
					dan, las toman. 
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