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					Ayer, los medios de comunicación calificaron como “la imágen 
					del día” el momento físico de la entrega en Registro de la 
					Ciudad Autónoma de Ceuta de las 5.331 firmas de apoyo a la 
					A.D. Ceuta. Hoy cabe señalar que es el testimonio vivo, con 
					nombres y apellidos, de un respaldo que ni puede ni debe 
					caer en agua de borrajas. 
					 
					Ni la crisis (que se aplica según y cómo), ni el intento de 
					olvido, pueden ser los argumentos para poner una losa encima 
					de la A.D. Ceuta y certificar su defunción. No se puede ni 
					se debe ser tan simplista en los planteamientos ni tan 
					frívolo. El querer hacer “borrón y cuenta nueva” no cabe 
					cuando hay 5.331 apoyos, porque sería tanto como despreciar 
					el voto en las urnas y la propia esencia de la democracia. 
					En un político, en unos políticos, el desprecio a un 
					colectivo perfectamente identificado, con nombres y 
					apellidos, no puede ser el recurso cobarde a no afrontar una 
					situación a la que se le ponen caras (a través de los DNI) y 
					personalidad. La traducción electoral de esas 5.331 firmas y 
					sus familiares, supondrían entre 4 y 5 escaños en unos 
					comicios en los que el valor electoral queda fuera de toda 
					duda y otorga mayorías, minorías partidos “bisagras” (como 
					sería éste el caso) y, desde luego, pone y quita gobiernos. 
					 
					Concurrir a un proceso electoral con 5.331 apoyos, ya lo 
					quisieran para sí muchos partidos localistas. Por ello, no 
					se puede despreciar a todas esas personas que han puesto su 
					rúbrica y, sobre todo, su corazón, en pro de la A.D. Ceuta, 
					sin importarles identificarse totalmente. 
					 
					La campaña “Salvemos a la A.D. Ceuta” ha sido un completo 
					éxito, guste o no guste a alguien o a algunos. No se olvide 
					nunca que el pronunciamiento silencioso de tantísima gente 
					tiene su “peso” electoral y, luego, no nos podemos 
					sorprender de la denominada “mayoría silenciosa” o lo que se 
					ha dado en llamar también “los indecisos”. Precisamente, los 
					que no han sido indecisos para decir “aquí estamos, junto a 
					la A.D. Ceuta”.  
					 
					Movimientos de esta naturaleza se sabe cómo empiezan pero se 
					desconoce cómo acaban. Ahí tienen a los indignados del 15-M, 
					que parecían un grupo antisistema de fanáticos incapaces de 
					promover nada y han provocado fuertes corrientes de opinión. 
					 
					Aquí, en el caso que nos ocupa, no podemos olvidarnos en 
					este discurrir de sinuosos comportamientos institucionales 
					cuando se habla de conformar una estructura piramidal: un 
					equipo en cada categoría y en la cúspide, la A.D. Ceuta. 
					 
					Ahora, con el discurrir del tiempo -del poco tiempo y las 
					fluctuaciones habidas-, del dicho al hecho ha mediado un 
					buen trecho de promesas incimuplidas y, lo que iba a ser una 
					estructura piramidal se ha quedado en la “piramide 
					invertida”, estructura que en Periodismo se realiza para 
					desarrollar la información con datos de mayor a menor 
					importancia, tratando de mantener la atención del receptor 
					de la información dosificando los puntos de interés. Ya 
					nadie se acuerda de la piramide del fútbol ceutí. Parece una 
					ensoñación. Como si hablaramos de un desvarío. 
					 
					Ni es serio ni responsable ni sensato desdecirse a cada dos 
					por tres, recurriendo a la crisis económica como 
					“salvavidas”. Eso son excusas de mal pagador, pretextos 
					inútiles cuando se ostentan cargos de responsabilidad y hay 
					que afrontar con valentía las circunstancias, incluso en los 
					casos que vienen mal dadas. 
					 
					No se puede obviar los días de gloria que la A.D. Ceuta ha 
					dado a esta ciudad y a estos políticos. Cuando se presume de 
					ocupar un palco ante el F.C. Barcelona y se codea uno con 
					Sandro Rosell, ahora no cabe sufrir una amnesia pasajera y 
					ser tan insensible a un clamor que supone un fuerte 
					sentimiento de apoyo, traducido en firmas de apoyo. Cuando 
					uno se hace la foto en los momentos de gloria, no puede 
					intentar desaparecer culpando a la crisis económica de un 
					cambio de criterio que no se sostiene intentando hacer 
					“mutis por el foro” y, luego, con dinero público, 
					potenciando la Federación de Fútbol de Ceuta, con dinero que 
					tradicionalmente había estado destinado a la A.D. Ceuta. 
					 
					El interés general al que tanto se invoca, también lo 
					sustentan esas 5.331 firmas de las que no se pueden reir o 
					despreciar los dirigentes políticos de este pueblo. Al igual 
					que una manifestación supone cuestionar y contestar 
					actitudes, decisiones y políticas, las recogidas de firmas 
					son otra forma de protesta contra actitudes, comportamientos 
					y cambios de criterio. Y, en este caso, estamos hablando de 
					una cantidad que no es astronómica para evitar este 
					desastre: 300.000 euros que fueron prometidos en su día. El 
					tiempo se acaba y corre en contra de los intereses 
					deportivos de la A.D. Ceuta. En apenas una semana, si no se 
					reacciona, si continúa el inmovilismo institucional, el 
					futuro del primer equipo profesional estará sentenciado. 
					 
					“Salvemos a la A.D. Ceuta” es el grito desesperado de 
					tantísima gente que quiere ser oída, de ceutíes que pagan 
					sus impuestos y que sí quieren que haya fútbol profesional. 
					Evitemos que, a nivel nacional, la propaganda negativa sea 
					motivo de referencia periodística para dar una imágen de 
					desunión, precariedad y, desde luego, muy pueblerina, nada 
					acorde con el carácter de Ciudad Autónoma. Acabaríamos en el 
					pozo del olvido y con la sensación de que, sí queremos 
					asemejarnos en un plano de igualdad a la Ciudad Autónoma de 
					Melilla, excepto en el fútbol. Una sensación extraña y un 
					contrasentido con lo que se pregona políticamente hablando. 
					Un ejemplo más, de las contradicciones que han venido 
					jalonando los comportamientos con la A.D. Ceuta.  
					 
					Debe ser difícil para algunos como dice el refrán “predicar 
					y dar trigo”. Y así nos va...En este caso, no parece que nos 
					interese mucho parecernos a la ciudad hermana de Melilla. 
					Los argumentos se manipulan según y cómo interesan. 
					 
					En definitiva, palabras vacías. ¿Se dan cuenta porqué los 
					políticos tienen tan nula credibilidad? Poque dicen una cosa 
					y hacen la contraria. 
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