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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / DESDE LA OTRA ORILLA

A la memoria de Miguel Lozano Tello
 


José Salguero Duarte
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Cuando Juana Mari Moreno, mi distinguida amiga y polifacética artista de melodías profundas con sus corcheas y semicorcheas. Me comentó en unos de los viernes de mayo pasado en los bailes del Casino, que iba a organizar un homenaje a la memoria del poeta y escritor Miguel Lozano Tello. Fui uno de los primeros en ser invitado a participar diciéndome: “Pepe, prepárate algo bonito de Miguel”.

Y eso, preparar algo bonito con mis señas de identidad es lo que hice de Miguel Lozano Tello, porque se lo merecía, al haber sido grande hasta el último halo de vida en la tierra, y lo continúa siendo actualmente donde se encuentre, al haber sido y ser un escritor y poeta de los pies a la cabeza, brotándole sus muñones de palabras desde los nobles pilares de sus ideales. Que no eran otros que la libertad, la justicia, la democracia y la paz, así como, desde unos valores morales y éticos que hoy tanto escasean, como son el respeto, la dignidad, la honradez y la caballerosidad.

Causas, entre otras muchas más, por las que desde el primer momento que tuve conocimiento de ese acto, no dudé en aceptar mi participación, para rendirle mi modesto homenaje a su memoria, a pesar de que, como bien saben los que me conocen, no me presto a participar en actos similares o parecidos, en los que percibo que hay falsedad en los organizadores y beneficiarios.

Pero si participé en el de Miguel es porque vivía, sentía y pensaba en todo momento en poeta y escritor del pueblo. Por eso le dolía el sangrar de nuestra querida tierra. Y esa Algeciras, por la que él se desnudó totalmente en cuerpo y alma defendiéndola contra vientos, mareas y tempestades en sus escritos, poemas y exposiciones públicas. No me cabe la menor duda, que esa Algeciras, sigue llorando su pérdida.

Con Miguel, compartí más de una charla, en las que brotaron el dolor que nos producía las muchas atrocidades que se estaban cometiendo no sólo con la comarca del Campo de Gibraltar y su bahía, sino también, con Andalucía y con esta España cañí de charangas y panderetas. Siendo la última vez que coincidíamos, pocos días antes de marcharse, sin hacer ruido de esta vida, cuando se encontraba sentado en el banco de la izquierda que hay en la Plaza Alta, saliendo por la puerta principal del Casino. Y os aseguro que Miguel no era -un poco poeta-, como lo calificara desafortunadamente, en una tribuna que le dedicó el catedrático Alberto Pérez de Vargas. No teniendo servidor la menor duda que Miguel, hubiera puesto en su sitio con mucho talante y educación a este concreto Pérez de Vargas.

Pero como no lo puede hacer, lo hice públicamente por él, en el homenaje que le rendimos días pasados en el Casino de Algeciras. Porque hay que honrar siempre a los muertos, sobre todo, si han sido personas honestas y de bien.

Y eso, honrar a su abuelo, es lo que hizo también una nieta de Miguel, la que el 13 de mayo pasado, en el artículo que le dedicara el referido catedrático, le contestó al catedrático con el siguiente texto: “Sr. Pérez de Vargas creo que no ha estado acertado refiriéndose a mi abuelo como “un poco poeta”. Creo que para escribir sobre alguien es preciso hablar con propiedad y yo pensaba que usted lo conocía bien. Carecía de título académico pero lo que escribía tenía corazón, sentimiento y era un gran rapsoda. De todas formas, muchas gracias por su artículo. Le saluda atentamente, una nieta de Miguel Lozano Tello”.

En fin… mis felicitaciones a esta nieta de Miguel, por defender la sangre que le corre a borbotones por sus venas y entrañas. Pero como es más que evidente que hay de todo en la viña del Señor, una gran mayoría de los que nos dedicamos a escribir, vamos día a día creando como Miguel, digna y humildemente nuestra historia. Pero otros muchos van haciendo las suyas menospreciando la dignidad humana, en la menor oportunidad que se les presenta.

Pero allá ellos, porque a igual que escribiera mi gran maestro Antonio Machado, en el poema ‘He andado muchos caminos’, de su libro ‘Soledades’. Yo también a igual que él “he andado muchos caminos, he abierto muchas veredas; he navegado en cien mares, y atracado en cien riberas. En todas partes he visto a mala gente que camina y va apestando la tierra… Y en todas partes he visto buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra”.

Y descansar, es lo que está haciendo nuestro amigo Miguel, porque repito, no era -un poco poeta-, sino un especial poeta. Y con él, con Saramago, con Miguel Hernández y con otros muchísimos autodidactas me quedo, antes que con el referido catedrático.
 

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