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					Dice un viejo refrán español que no es lo mismo predicar que 
					dar trigo. Y así han de pensar los miembros del Gobierno del 
					Partido Popular que ayer defendieron con uñas y dientes -en 
					sentido figurado, claro- pero con mucho brío que se 
					produzcan “recortes” en sus sueldos. Bueno, ellos dicen que 
					no es sueldo sino indemnización por asistencia a Plenos. 
					 
					Se planteaba un ahorro al erario público de 500.000 euros 
					anuales, un buen dinero para una causa justa, según nos 
					vienen machaqueando día tras día, pero resulta que cuando 
					les toca a ellos, se resisten a predicar con el ejemplo. Ya 
					lo dijo un político destacado de los que se sientan en lugar 
					privilegiado: “yo no estoy en política para perder dinero”. 
					¡Y vaya si lo han demostrado! 
					 
					Una propuesta de José Antonio Carracao a la que se sumó 
					Caballas pero que no obtuvo sus frutos porque la suma 
					aritmética de los votos “peperos” aniquila cualquier intento 
					de ponerlos contra las cuerdas. Y ayer fue tumbada sin 
					paliativos. 
					 
					En la nómina de este mes, los 800 empleados de las empresas 
					municipales, comprobaran que son más pobres que el mes 
					pasado, ya que sufriran un recorte entre el 3% y el 6%, 
					según el baremo de sus retribuciones. De manera que 
					disminuye su poder adquisitivo por la crisis y los Planes de 
					Ajuste. Hace unos quince días, fueron cesados diez asesores 
					para ahorrar -dijo el Gobierno- unos 300.000 euros anuales. 
					Hace un año, los funcionarios, igualmente tuvieron recortes 
					en sus salarios y se “vendió” como aquéllas plagas de 
					Egipto: algo inevitable. 
					 
					Y ahora, cuando los que tienen que dar ejemplo no lo hacen, 
					se resisten a claudicar en favor de la crisis y alzan su 
					mano sin el menor rubor para defender sus sueldos, algo que 
					sería legítimo en circunstancias normales pero es que 
					hablamos de excepcionalidad, de una situación -se dice a 
					nivel nacional-, “de emergencia”, pero hasta en esto se 
					comprueba que unos somos más iguales que otros, que no hay 
					justicia, ni paridad, ni trato igualitario ni nada de nada. 
					Simplemente una mofa general y un insulto a la inteligencia 
					de la gente, un dislate que nos hace convivir -yo diría que 
					malvivir-, en una sociedad aún de castas como en la Edad 
					Media, donde hay unos privilegiados y unos desheredados, 
					unos que juegan a ese diabólico despropósito de la llamada 
					“Ley del embudo”: lo ancho para mí y lo estrecho... Y otros 
					condenados al sufrimiento y el aguante.  
					 
					¿Se explican ahora cómo surge el 15-M? Comportamientos de 
					éstos facilitan los movimientos antisistema. Y no digamos el 
					descrédito de los politicos. 
					 
					De esta manera no es extraño que la credibilidad de quienes 
					habrían de ser santo y seña, ejemplo de coherencia, 
					testimonio vivo de admiración, resulta que representan el 
					mayor sarcasmo del mundo mundial -que diría Torrente-, 
					porque este estrambótico suceso al que asistimos en la tarde 
					de ayer en el salón de Plenos, fue la representación más 
					bochornosa imaginable, cuando unos señores trajeados y 
					encorbatados y alguna señora, con una disciplina de voto que 
					era más bien, una disciplina castrense a sus bolsillos, 
					quisieron poner a buen recaudo sus dineros, sin el menor 
					estupor ni vergüenza. 
					 
					No se cortaron ni un pelo para escenificar que “lo mío es 
					mío y que nadie me lo toque” y al que le vayan mal dadas, 
					que se fastidie y, si sabe o puede, que rece todo lo que le 
					sea posible. Se demostró que hubo dospartidos, PSOE y 
					Caballas que sí estaban por la labor de dar ejemplo público 
					y otro, el PP que no estaba por la labor de secundar la 
					filosofía de Mariano Rajoy en materia de rebajas.  
					 
					Y luego dicen que los ricos también lloran. Será de risa, 
					claro. 
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