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                     Nunca pudo pensar que llegaría a 
					ser votado mayoritariamente por los ceutíes de toda raza y 
					condición. Votado una y otra vez hasta ser tenido por un 
					político de una categoría difícil de igualar. Pronto 
					adquirió fama de político importante. Tan destacado como 
					para ser tenido como el mirlo blanco que tanto se añora en 
					la democracia. 
					 
					Su presencia en la calle iba acompañada de una enorme 
					expectación. Todos se arremolinaban alrededor de él con 
					deseos evidentes de estrecharle la mano. De tocarlo. De 
					poder llegar a su casa diciendo que había tenido la 
					oportunidad de cruzar palabras con el alcalde. Un alcalde 
					con cara de bueno y dispuesto a comportarse como si fuera la 
					persona más sensible del mundo. 
					 
					Su fama, ganada a pulso, fue aumentando y llegó un momento 
					en el cual se convirtió en la persona más aclamada y querida 
					por los ceutíes. Mencionar su nombre, el nombre de Juan 
					Vivas, era como referirse a alguien que estaba por encima 
					del bien y del mal. Pobre, pues, de aquel que osara llevarle 
					la contraria a esa aplastante mayoría que lo adoraba. 
					 
					Su palabra, la palabra del alcalde, era palabra de rey. 
					Recibía halagos continuados y vivía mecido por los 
					parabienes de quienes creían ser gobernados por la mejor 
					autoridad del mundo. La vanagloria de sus subordinados fue 
					creciendo como la espuma. Y llegó a vivir en la cresta de la 
					ola. 
					 
					Casi todos, incluso sabiendo que Juan Vivas tenía defectos 
					de humano, nos pusimos a su disposición. Le incitamos a 
					seguir haciendo y deshaciendo a su antojo. Así que cometimos 
					un error imperdonable. Ya que le concedimos un poder enorme. 
					Y el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o 
					estalla. Lo dijo Tierno Galván; esa víbora con 
					cataratas, según dijo de él Raúl del Pozo. 
					 
					Juan Vivas está viviendo momentos muy difíciles. Porque está 
					sometido a pruebas muy duras. Y lo que te rondaré, morena. 
					Hasta el punto de que los que antes le susurraban lealtades 
					están ya decididamente contra él. Lo sé de buena tinta. Pero 
					uno no es del primero que llega. Y es dado a mostrarse leal 
					incluso cuando nuestros defendidos nos niegan. 
					 
					Lo concerniente a la Asociación Deportiva Ceuta, a pesar del 
					enorme error cometido, con sus declaraciones, por Premi 
					Mirchandani, consejero de Juventud, Deporte, Turismo y 
					Festejos, es algo que podría admitirse como prueba palpable 
					de que quien manda está sometido al marcaje implacable de 
					sus enemigos. 
					 
					No obstante, quien escribe, sabiendo lo que sabe, que es 
					menos de lo que cree y más de lo pensado por muchos otros, 
					no va a perder el norte. De ningún modo. Tal es así que no 
					tendré el menor inconveniente en celebrar las buenas 
					actuaciones del Gobierno como asimismo criticar en su justa 
					medida las menos buenas. Tal y como ha sido mi costumbre 
					durante muchos años. 
					 
					Ojalá que el Gobierno presidido por Vivas, desde ahora, 
					fuera como una digestión bien regularizada: que mientras que 
					funciona no la percibimos. Pero dado que ello resulta tarea 
					imposible, al menos le pedimos al alcalde que recupere 
					cuanto antes el aliento y la manija. Con el fin de que uno 
					sepa realmente con quién se gasta los cuartos.  
					 
					No vaya a ser que haya personajes emboscados en sitios 
					estratégicos, dispuestos a todo con tal de sacar adelante 
					sus proyectos ambiciosos. O sea. 
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