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OPINIÓN - VIERNES, 13 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El Gobierno carece de liderazgo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Paso parte de la mañana del miércoles frente al televisor viendo y oyendo a Mariano Rajoy discursear en el Parlamento acerca del conjunto de medidas que serán aprobadas para cumplir con las exigencias de consolidación fiscal impuestas por Bruselas.

A quien ha estado durante seis meses dando camballadas políticas, similares a cualquier borracho inexperto, la bancada popular lo aclama cual si estuviera enumerando los mejores logros jamás alcanzados por gobierno alguno. Gritan los populares, auténtica claque dirigida por la diminuta pero más que astuta y sibilina Soraya Sáenz de Santamaría, hurras a un Rajoy que en esos momentos demuestra que no puede ser líder quien no tiene capacidad y sensibilidad para hacerse cargo del estado de ánimo del otro.

Porque el otro, verbigracia, muchos parados, no te puede sentir próximo si le dices que le quitarás gran parte de las prestaciones económicas para que se decida a buscar trabajo. Cuando antes no has tenido el menor inconveniente en propalar que tardará su tiempo, mucho tiempo, para que se pueda generar empleo en España.

Semejante contradicción, me permite asegurar que muchos parados se habrán acordado de todos los muertos de Rajoy y le habrán jurado, además, odio eterno. Odio eterno merecido a quien, como líder, está obligado a cambiar el estado de ánimo a los más desfavorecidos, incluso en los peores momentos, de negativo a positivo o de positivo a más positivo.

A mi edad, cuando ya casi todo me importa nada y menos, sería absurdo que yo creyera que no hay parados de larga duración que han despreciado empleos. Pero son los menos. Ya que toda la desgracia de los hombres proviene de una sola cosa, que es el no saber permanecer en reposo en una habitación. Lo dijo nada menos que Pascal, Y remató la faena Voltaire: “El hombre ha nacido para la acción, como el fuego tiende hacia arriba y la piedra hacia abajo. Para el hombre, no estar ocupado y no existir es la misma cosa”.

Por tal motivo, no es fácil ser hombre cuando se está parado. Y no es fácil sobre todo cuando se sabe que existe el pánico de los parados. Y es que el hombre privado de trabajo experimenta una angustia existencial. No solamente culpa a la sociedad que le ha arrebatado la posibilidad de ganarse la vida, sino que también duda de sí mismo, de su capacidad. He repetido hasta la saciedad, por haberlo vivido, que un hombre sin trabajo va de un lado a otro por la casa como un perro abandonado. Y sale de casa cada día a la búsqueda de empleo. De cualquier empleo… Y vive angustiado. Es más: un varón sin trabajo se siente casi emasculado.

En fin, para qué seguir hablando de una situación desesperada y desconocida por todas esas personas que nos están gobernando. Carentes de la sensibilidad necesaria para abstenerse de aplaudir a alguien que anuncia como si tal cosa un conjunto de medidas encaminadas a empobrecer a millones de familias. A un tipo que se refiere a los parados como si fueran los culpables de la ruina económica a la que nos han conducido los políticos corruptos por estar al servicio de los bancos inversores y de los bancos comerciales que han vendido, a sabiendas, “productos complejos a gente sin conocimientos”. Rajoy, más que ovaciones, mereció muestras de desagrado. O bien silencio sepulcral.
 

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