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OPINIÓN - JUEVES, 26 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Cuando el prestigio se arriesga ante la opinión pública
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

La irracionalidad sindical es un factor difícil de superar a la hora de emprender cualquier negociación o llegar a acuerdos beneficiosos para las partes. Flaco favor hacen CCOO, UGT y USO enardeciendo los ánimos de los bomberos y de los policías y más aún hacerlo desde el estrambótico procedimiento de tratar de oponerse “por cojones” a la Ley de Presupuestos del Estado. De hecho muy torpe e ignorante hay que ser cómo para ignorar que a una ley, a cualquier ley, no se le puede plantar cara mediante una especie de insolidaria “desobediencia cívica” y menos aún cuando el Gobierno de mayoría absoluta acaba de salir legítimamente de las urnas. El Gobierno de Ceuta ni puede ni va a conculcar la legalidad vigente y su honrosa postura es ni más ni menos lo que la ciudadanía espera de él. Seriedad, firmeza, rectitud, apertura a la negociación, pero nada de bajarse los pantalones y meterse a interpretar la normativa en beneficio de unos pocos y en flagrante agravio comparativo en relación con otros “muchos”. De anticonstitucionalidades nada y de vulnerar leyes menos todavía, eso debe tenerlo muy claro el Gobierno de Juan Vivas.

En la ley entran todos y los motivos han sido argumentados hasta la extenuación, aun sin ser necesario, porque basta con seguir los informativos para constatar los ímprobos esfuerzos del Gobierno para responder ante Bruselas y merecer confianza de los socios de la UE. Ahora bien, si se parte de planteamientos obtusos y los bomberos y los policías se dejan manipular por los intereses bastardos de los sindicatos (¿Intereses? Subvenciones, dineritos para cursos, liberados a mogollón y exención de impuestos para los bienes inmuebles) entonces es que dichos cuerpos puede que sean menos dignos de consideración de lo que lo son en la actualidad.

Y no se trata de estar “en contra de” sino de argumentar que el resto de los funcionarios públicos no pueden estar siendo víctimas de recortes y soportarlo desde la solidaridad que otorga la razón y desde la comprensión de que, la situación actual es una circunstancia que todos lograremos superar, con sacrificios y horas amargas, pero todos los españoles unidos .Y que, por el contrario, un par de colectivos cómo son la policía y los bomberos, traten de “ir por libre” como si con ellos nos fueran los esfuerzos que estamos haciendo el resto de los ciudadanos, ni les tuviera por qué afectar el hecho de que si queremos llegar a pagar cada principio de mes y que los abuelos cobren sus pensiones, si queremos seguir manteniendo una enseñanza pública y un sistema sanitario, todo ello nos va a costar “bastante más” por un tiempo. Porque se trata de “quitar de aquí para meter allí”. ¿Tan difícil y proceloso resulta de comprenderlo?

Duele tener que referirse a dos colectivos tan queridos y admirados como son la policía local y los bomberos y hacerlo desde el rechazo absoluto al egoísmo y a la maldad de su intransigente postura. Causa malestar el tener que poner en cuarentena la dignidad de esos colectivos, los más prestigiosos y criticar el que se estén dejando mangonear por cuatro liberados que defienden los avíos de su puchero y sus sedes libres de impuestos, porque el prestigio es el resultado de una larga trayectoria jalonada por los méritos, la profesionalidad y la excelencia y lo terrible es que ese prestigio duramente merecido, puede evaporarse con tan solo unas actitudes o actuaciones que merezcan la antipatía y la indignación ciudadana.

Ya se dice “¿No tienen un buen trabajo y ganan unos buenos dineros? ¿Qué quieren liarla por 37,5 horas? ¡Pues que le dejen el puesto a mi yerno que está parao y es capaz de echar 50 horas por los mismos dineros! ¡Tendrán poca vergüenza con lo que está pasando la gente! ¡Abusones que son unos abusones!”

Una taza de te de porcelana puede romperse y un buen restaurador puede repararla. Pero ya está rota y carece de valor en el mercado por perfecta que sea la restauración. Así cuando el prestigio se arriesga ante la opinión pública y ante una ciudadanía que hoy por hoy considera el tener un trabajo fijo y un sueldo digno poco menos que una situación de privilegio absoluto, cuando suena la palabra “¡Abusones que son unos abusones!” entonces malo, malo, porque eso significa que el prestigio, o ya anda perdido o se está perdiendo y cuando lo quieran recuperar ambos, policías y bomberos (de los sindicalistas no hablo porque son el puro antagonismo del prestigio) van a tener que salir a buscarlo con un candil y lo mismo tardan tiempo en encontrarlo.

¿Y van a consentir por pura insolidaridad hacia sus compañeros funcionarios públicos este brutal desgaste de imagen? Pues arriesgan mucho, tal vez demasiado… Se están arriesgando a que los mismos que hoy les comienzan a calificar de “abusones” les den la definitiva extremaunción y les llamen también “¡Mamarrachos, que son unos mamarrachos!” y ese calificativo, créanme, es muy difícil de superar.
 

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