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OPINIÓN - SÁBADO, 28 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Respuesta al Ilustre Colegio de Economistas de Ceuta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mi amigo tiene toda la gracia del mundo contando chistes. Y tampoco se queda atrás citando de memoria las mejores frases que vengan a cuento sacar a relucir para reflejar el momento que estemos viviendo. El momento que estamos viviendo pertenece a quienes saben de economía y, por tanto, los especialistas de esta materia están tan solicitados por los medios que muchos de ellos no tienen ni tiempo para percatarse de que están tan expuestos a las bromas y a las críticas como cualesquiera otros profesionales. Así que –hoy- en cuanto me ha visto llegar a la tertulia, lo primero que se le ocurrido a mi amigo es decirme que tiene un chiste muy de actualidad:

-Mira, Manolo, se trata de ese economista que acude a una entrevista de trabajo y el entrevistador le pregunta: “¿Cuánto es dos más dos?”. El economista lo mira con rostro serio, se levanta de la silla, se cerciora de que no hay nadie más en la sala, cierra la puerta y las ventanas, corre las cortinas y susurra al oído del entrevistador: “¿Cuánto quiere usted que sea?”.

Cunde la risa, pues mi amigo tiene mucho arte contando historietas de humor con brevedad y con maneras de actor consumado. Tal es así, que pronto los componentes del corrillo comienzan a participar de la ronda encaminada a exponer situaciones sobre profesionales de una disciplina que se han ganado a pulso con sus apreciaciones ser diana de los humoristas más encopetados.

He aquí lo que dice el siguiente contertulio: “Parece mentira que los mismos que se ríen de los adivinos se toman en serio a los economistas”. Yo siempre he dicho, dice otro, “que si los economistas fueran buenos para los negocios, serían ellos los hombres ricos, en vez de sus asesores”. El tercero se deja caer con guasa: Hace tiempo leí la siguiente cita: “Tengo cien asesores económicos conmigo, y sé que uno tiene razón, pero no sé cuál es”. Me toca intervenir a mí, y me expreso así: “La ciencia económica está siempre justificada por el deseo humano de satisfacer sus propios fines. Y además es compleja y tiene un alto nivel de incertidumbre, valiéndose de apreciaciones. Con lo cual es arriesgado hacer pronósticos. Prueba de ello es que pocos profesionales son capaces de prever que una recesión está a la vuelta de la esquina. Con el fin de poner los medios para evitarla.

Me hubiera agradado sobremanera que don José Enrique Roviralta Ostalé hubiera participado en la tertulia. Como representante del Ilustre Colegio de Economistas de Ceuta. Ya que él, como portavoz del mismo, ha enviado una carta al director de este medio, exponiendo sus quejas por una columna, titulada “Economistas”, escrita por mí, por considerar que atenta contra la imagen y la profesionalidad del colectivo. Y alude que dicha organización colegial como representante ante la sociedad de sus colegiados no puede admitir que se desacredite a toda la profesión, y pide mis disculpas. Puesto que al señor Roviralta le ha sentado como un tiro el que yo haya dicho que “A los economistas hay que tenerles la misma fe que a los adivinos”. Y el mismo respeto que a los que leen el futuro en las manos”. El señor Roviralta debería haberme preguntado, antes de hacer pública sus quejas, si mi fe en adivinos y quirománticos es tan grande como para compararla con la que les tengo a los economistas. De ahí mi proselitismo. Pero le ha podido su acaparamiento y su deseo de demostrar que ser economista no está al alcance de cualquiera.
 

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